Elegía y otros textos
(Selección de poemas y traducción del inglés al castellano por Khédija Gadhoum)
Oda a la ropa
Dios no concibió desnudos a los seres humanos,
Dios los creó con su ropa puesta.
Con ropa interior, vestidos, pantalones, calcetines…
Un ser humano es humano por la ropa que lleva…
Cuando esté vestido, se concentra y se expresa de un modo distinto,
sonríe de un modo distinto, se encariña con sus vecinos de un modo distinto,
confía en sí mismo, aprecia a sí mismo.
Sólo un hombre vestido le puede dar la mano,
sólo un hombre vestido puede pintar a otro desnudo,
sólo un hombre vestido puede cantar el “C’inc’q’aro” o baila el “Khorumi”.
Dios hizo a los seres humanos con sombreros y zapatos,
aunque también los hizo como los pioneros con sus corbatas, pañuelos y pajaritas.
Un hombre vestido se enamora de una mujer vestida,
le regala flores y un beso por primera vez…
Y asimismo una mujer vestida se enamora de un hombre vestido…
Y en general, si el amor verdaderamente existe,
es porque cuando estaba creando a los hombres,
Dios disponía de un armario para ellos.
En el armario había un pañuelo para la mujer,
había un velo,
había un corsé.
Para el hombre, -un sobrepelliz, una chaqueta marinera y una túnica,
Una mortaja para el hombre elegido…
Dios quiere al hombre tan vestido como desnudo,
empero, lo prefiere vestido.
Dios es nuestro primer y verdadero diseñador…
Érase una vez un erudito se desnudó en el baño
y descubrió alguna ley del universo,
mas, eso ocurrió una sola vez.
Más tarde, los científicos vestidos fueron logrando secretos nuevos y más
profundos del universo…
La electricidad, la televisión, la aviación o el internet
fueron inventados por alguien vestido.
¡La ropa es extraordinaria!
La ropa escribe obras maestras -con una pluma de ganso o una computadora.
La ropa caligrafía libros sagrados.
La ropa es santa,
la ropa es esteta,
la ropa es más sabia que los sabios…
Cada prenda tiene su don particular
por ejemplo, una toga es un orador, un filósofo;
una peluca es un erudito o un músico,
una camiseta es un futbolista, un jugador de balonmano o de baloncesto.
Un hombre se pone su traje y su casco
sobre la cabeza y asciende al cielo
(Aparentemente, Dios no sólo tenía sombreros, gorros y capas en el armario. Sino también cascos)…
Si esto no hubiera sido así, el hombre nunca
habría puesto las plantas de sus pies descalzos sobre la luna…
Al principio, la gente puso su ropa y su sombrero apropiados, luego
salió corriendo hacia el cosmos…
Primero, acomode su ropa y su sombrero, después deje que el diablo lo lleve—
Asimismo, ingrese en las galerías de la mina…
Para empezar desde el origen…
Opino que había ropa,
que Él creó,
a partir de su creación, un hombre-ropa no ha dejado de persignarse a si mismo,
reza y hace el namaz.
Un hombre-ropa toma vino
con sus amigos hombres-ropas y
conversa con ellos sobre todos los modelos de hombres-ropas…
Un hombre-ropa labra la tierra y cosecha los frutos…
Sea amable cuando mire al hombre que lleva ropa y sombrero, ¡En lo más alto está Dios!
Con sus pantalones cortos, sus vaqueros, su esmoquin, ¡Bendígalo!
¡Bendígalo con sus pantuflas,
cuando en silencio esté esparcido en su casa
atendiendo y consolando a su familia!
Bendiga sus tirantes, sus hombreras y sus calzoncillos largos.
Bendiga su traje de baño, también,
porque justo en el mismo segundo día
tal como consagraba Su plan,
Usted creó tanto el mar como la tierra…
¡Y si esto es verdad, entonces bendiga todas las tiendas de ropa de segunda mano,
todas las sucursales de tiendas de marcas con sus rebajas!
Bendiga a cada sastre, zapatero, y modelista.
Bendiga la mano de la mujer que, con fervor,
hilvanó el sudario de Jesús.
¡Oh Dios, bendiga las fábricas de ropa!
Bendiga a los humanos por ser humanos vestidos…
Por su ropa, el hombre existe, sufre, obra y ama,
y cuando tenga que pasar a mejor vida,
su ropa lo conservará un poquito más…
Hasta que esté sacrificada, igual que los héroes, al frenesí de los bélicos gusanos…
———
Dios Todopoderoso,
¡qué bueno que no haya creado al hombre desnudo,
qué bueno que lo haya vestido con traje y sombrero!
Elegía
Muy opaco se quedó
parado un vehículo en la calle
con sus llantas reventadas
se detuvo unos minutos,
luego desgastados sus focos
delanteros iluminaron el asfalto desierto de la noche,
por unos segundos ponderó en algo,
tuvo dudas y
finalmente se arrastró
y se tambaleó
hacia una dirección indefinida.
Allí me quedé parado,
apoyado contra un árbol,
con ganas de gritarle,
“¡Espera un momento, espera, amigo!”
Pero, sí era el “vehículo número NIN 1010”
me decía a mí mismo y
por algún motivo alcancé
memorizarlo para el resto de mi vida con
su nombre
su apariencia y
su andar tan arriado.
El bostezo
Venga, vámonos al cine,
con su pantalla grande y sus
colores más dramáticos que los
del papel pintado de nuestro salón;
allí, tanto los hombres como las mujeres
hablan de maneras mucho más ingeniosas que nosotros.
Venga, vámonos al cine,
sentémonos uno al lado del otro y
dejemos que nuestras miradas
se enfoquen en la pantalla.
Venga, vámonos al cine, si
no terminaremos desgastando nuestros corazones
como ya hemos desgastado nuestras almas.
Venga, vámonos al cine,
a gozar de las caras que no son nuestras,
a gozar de los cuerpos apasionados que no son nuestros.
Vámonos al cine y olvidémonos
de cómo nos sentimos cuando andamos rebuscando palabras
perdidas que tanto necesitamos para comunicarnos…
Venga, Vámonos al cine,
donde otros se hablan,
se enamoran, lloran y sufren.
Venga, vámonos al cine,
donde otros, por suerte, están amándose.
Nosotros seguiremos en nuestra senda
yo, cambiando bombillas quemadas y
tú en la cocina fregando sartenes.
Venga, vámonos al cine,
donde podemos relajarnos
sin dialogar con palabras vacías,
sin miradas y caricias derrotadas.
Venga, vámonos al cine,
donde podemos ocultarnos sin culpa.
Venga, Vámonos al cine,
donde mucho más compenetrados nos sentimos
con la muerte de un héroe que con nuestras propias creencias…
venga, vámonos al cine—
Sentémonos juntos tomados de la mano e
imaginemos que sí nos hace falta estar cerca
el uno del otro y que por esa razón venimos,
igual que la niña y el niño que
en frente se están apretando.
Fútbol
1.
Rápido, póngase la camiseta.
Rápido, entre en calor.
Rápido, ingrese en la cancha y agarre la pelota.
Rápido, patee la pelota.
Rápido, marque un gol.
Rápido, festeje de lo contrario
lo pondrán en ridículo al filo de la cancha
con un futbolín en mano para sustituirlo—
hace un buen rato que está en uso el banquillo de los jugadores.
2.
Percátese de Pele,
convertido en un comercial de café de poca monta.
Observe a Maradona,
hecho una historieta de un Buda rechoncho.
Acuérdese de Escobar
asesinado por sus admiradores y
quítese la camiseta,
abandone el estadio y
ahórquese.
3.
Con calma, póngase una camiseta negra
saque el silbato
coloque sus tarjetas rojas y amarillas en su bolsillo
métase en la cancha
silbe y agítese las manos
aguante las blasfemias
y no se apure—
de usted no se van a prescindir antes de que nazca.
4.
Compre una entrada.
Ingrese en el estadio.
Ubique su asiento.
Tome asiento.
Fíjese cómo corren en pos de una nueva suerte
para complacerlo o disgustarlo a usted.
Llénese de semillas de girasol.
Descuídese de tanto
correr—
nunca cambiará su vida.
5.
Diríjase hacia el sofá,
tome el control remoto,
prenda la televisión—
muy lejos resulta todo.
Muy lejos las bombas están estallando.
Muy lejos algunos están cantando y bailando.
Otros están marcando o no están marcando goles.
Muy lejos sufren.
6.
Siempre tenga puesta la camiseta.
Siempre téngala puesta.
7.
No importa dónde esté, usted será un sustituto.
La muerte en cifras
Está muerto… Okay, pero ¿qué hacemos con él?
Al fin y al cabo perecen los árboles.
Saltan por el aire las estrellas, cerca
de las vallas se paralizan los perros…
¿Estaba enamorado?, pero ¿qué hacemos con él?
Alguien puede reírse hasta ahogarse
con estas palabras tan caducadas.
Había estado sufriendo, dicen…
¡Ah, con razón!
No, sencillamente suena mejor decir que,
un auto lo atropelló mientas cruzaba la calle,
pensando en “Las alas de la muerte”
como un título perfecto para sus poemas.
En pocas palabras, digamos que no escuchó los gritos ni el el sonido de los frenos,
ni las huellas barrosas del neumático en el libro
que cayó de sus manos, y
que se llamaba “El arte de amar” y
y que había comprado cinco minutos antes
de un mercader que lo tenía expuesto en medio de la acera
y con venta directa en la calle.
Ahora veamos lo que llevaba dentro de sus bolsillos:
diecisiete cigarrillos, marca Polior,
una entrada de teatro para el 31 de diciembre para
(El espectáculo “Rigolleto”),
algo de dinero: para ser exacto — un rublo con quince,
digamos que llevaba una chaqueta verde,
y que en su bolsillo había
un bloc de notas y una pluma estilográfica,
un pañuelo hecho un higo,
una hoja de papel doblada con las notas siguientes:
perejil — 2 manojos
puerro — 1 manojo
papa —- 3 kg
cebolla — 3 kg
número de Ketino — 22-27-39
y del lado opuesto,
había una nota confusa y tachada:
“Mis manos estaban tan a gusto sobre tus pechos,
pero ahora están helados otra vez;
habré de estirármelos frente a la chimenea del Infierno
para liberarme de este escalofrío y este dolor”.
Las palabras estaban tachadas y acompañadas de un boceto
de un hombre risueño con una nariz graciosa…
Eso es todo.
Ah sí, Artusha fue la que embalsamó el cadáver;
Kolla, Murman y Jora se encargaron de cavar la tumba;
su madre, mientras arreglaba su mejor suite
y hurgaba en los bolsillos con sus manos trémulas,
descubrió que tenía a un hijo fumador…
La noticia del obituario fue publicada el 28 de diciembre;
y para la música del funeral, eligieron a
Chopin, Mozart, Beethoven y Phaliashvili;
el entierro tuvo lugar a las tres y media del día 31;
cien personas asistieron al velorio
(sirvieron caviar rojo porque el negro estaba más allá de su alcance) y
los que se quedaron, se apuraron en irse,
porque estaban tentados por otras fiestas
con champán, pasteles y dulces…
¡Qué lástima, todas estas sepulturas en la Nochevieja!
Qué lástima…