Casandra y otros textos
ARTE POÉTICA
Cuando la palabra polen
golpea a mi puerta
y los objetos cotidianos toman matices amarillos
y un aroma como el sol se perfila en los utensilios mínimos
sé que las cosas no tienen nombre
sino un sonido oculto
como la piedra recién nacida.
Es que el verano con sus pedazos de espuma
No puede tener nombre sino esencia
Que la palabra que golpea las almas
Con su sello preciso
Reteniendo apenas trizaduras de memorias
Conteniendo apenas soplos detenidos
Apenas si toca el pulso loco del oleaje.
Así renacen los sonidos en mi boca
y ruedo manso vertiendo este eco indetenido
de lo que conoce su propia envergadura
del agua que se hace piedra y cáliz
y cuerpos derramándose en la medianoche fugitiva.
Así repito repitiendo sonidos que maduran
la textura del sueño y del deseo
y sé (aunque no parezca)
que las cosas no responden a su nombre
a la triste insignia que se les clava en el alma
sino que ruedan embrujadas, transparentes
labrando su propio ascenso
conteniendo el signo de su puro peso.
(de Fragmenta Memoriae)
CASANDRA
A Natalia Roa, que sabe
Atenta el cielo una conjura
La sombra aleve aleteando su mácula disipa
el sulfuro de su abrazo y de la nada se escurre una melancolía
Hasta el soplo primero del deseo regresa el viento del inicio
todo derramando un nuevo tiento la saliva toda de tu aliento el aroma de tu vientre
en el sueño desboca pájaros de niebla la sangre combando hasta tu centro
toda la luz debo decir iniciando un día que no cesa llamarada en el ojo del Auriga.
Cómo habitando tu volumen la dura ensoñación del mar el desmenuzado tiempo
de una derrota inmensurable la lucha con el otro ángel que cae y se empecina.
Y entre tanta mordedura el hueso quebrantas del silencio en que me agoto.
Vaticina tu piel otra geografía tu mirar desde las sombras que desentraña el cielo
tu palabra que aquieta la congoja el agua toda que te habita
en el bauprés de mis desvelos mece la garúa de mis días hacia adentro.
Sueña la tarde un pálpito de cielo
A tientas la arboladura deletreo de tu tacto.
(de Bitácora del Otro Mar)
Algo más debe haber
que susurran las palomas en el Roble.
Los calderos de bronce nos revelan ciegos
y no hay rama de laurel
no entraña de cordero
que en el ónfalo lustral del día
nos agite entre los remos.
Algo más debe haber
detrás de tanto verbo roto.
*
Tarde de sábado mojado.
Se repiten las montañas en el humo de los sacrificios
y dónde sino en el susurro las voces de las otras horas?
Toda la luz en el vórtice del alma
Tomillo seco y zarza inconsumible y manojos de laurel atrapando la memoria.
En el espejo una marejada como de muchedumbre trajo el candelero roto
y un cáliz que se derramaba todo sombra y ajenjo y vinagre.
Luego la voz y el espectro de mi carne
como atravesadas de guerra las pupilas
y escombros y derrotas y los muertos incontables
mirando desde el fondo del futuro.
Vi entonces lo cerros coronados adueñarse del destino y el candil de los años rotos se hizo llamarada
inextinguible que quemaba el tiempo y hablaron otra vez los muertos para conjuro de tanta peste,
tanta llaga, tanto cielo azufrado de lamentos.
Tanta noche derramando sangre en las historias de casernas.
(de Notas de viaje)
HOMEROU TAFOS
(esperando el barco a Patmos)
Para Natalia
¿Qué buscaban nuestros ojos
entre los asfódelos y el cielo?
Toda la soledad del tiempo
mirando el ponto interminable
la voz de Nadie hurgando en el infierno
Azotada por el viento
la piedra del misterio.
El ruido de las lanzas
Aquiles ciego
arrastrando el cuerpo del vencido
y sólo la voz del divino
murmurando en la memoria
Todo está aquí.
La misma sangre.
Todo siempre vuelve y se repite
entre los rosados dedos
de una aurora
que atardece.
La Rama de Mirto
Ἒχουσα θαλλόν μυρσίνης ἐτέρπετο
᾽Αρχίλοχος
Al final
todas las tintas
las manchas y las trazas
que uno deja en el papel
todos los diarios que uno escribe
todas las señas
las marcas en el muro
los pasos en silencio
son diarios de muerte.
La fatigosa lucha se desgasta
el insistente martillo
la duda impenitente
dejan su sombra en las cuartillas
en el garabato inane
en la raya absurda.
Solo esa rama de mirto
que juguetea airosa
y el pelo cayendo por la espalda
el eco de una voz en Sardes
caminando sobre el agua
aquello que uno ama
permanecen en el aire
en su rodar puro
sin propósito ni afán
en el tiempo
ignorando la sombra
la boca negra
de las sombras.
Cuarentena, abril 17 de 2020