De los amores de a pie
NUEVAS VOCES DE LA ARGENTINA
Por Luis Benítez
La poesía de Patricia Díaz Bialet, autora de una extensa obra dentro del género, se caracteriza por el refinado tratamiento discursivo que le brinda a sus composiciones. Si bien el manantial de donde surgen sus composiciones proviene de las instancias cambiantes del deseo, lo vivencial directo, la pasión amorosa o su contrario, entre otras fuentes asimismo disparadoras del verso en su primera versión, la poeta porteña no da por finalizada su labor de orfebrería hasta alcanzar el pulimiento último, flauberianamente hablando. Resultado que bien se aprecia en cada una de sus piezas.
Luis Benítez
Poemas de Patricia Díaz Bialet
SALTAR
Saltar desde la certeza de los misales
los altares
la cuerda de los reglamentos
las tareas mediopelizantes
los cenáculos los festejos los dogmas de toda clase
Saltar desde el reptil estival que anida en el raciocinio
cuando beso al consorte astuto para monedas de cambio varias
Saltar desde los miembros juveniles
que se enfilan como palitos chinos en su estuche de prudencia
Saltar y arrojar las dotes al vacío
las suertes urbanas a la deriva
los púlpitos esperanzados en la futura lechigada
Los complacientes barajan las alianzas desde que tengo doce años
Hay que saltar desde lo seguro
los trabajos los vecinos los hijos las madres
los jardines de pañales
las infidelidades venideras
No lisonjeo al marido de tres clubes
al escribano
al empresario con su tatuaje obligado y dolorido
Saltar sin inducir las consecuencias
se quitan las redes una a una
y se salta
sin más
ni siquiera el amante acompaña
él también se extirpa de mí
[del libro La noche a cualquier hora, Buenos Aires, En Danza, 2019]
HUIR DE LA BODA
La magia encerrada como un canario
Diana Bellessi
Un poco más
y a lo mejor nos comprendemos luego.
Un poco más
Álvaro Carrillo
Eduardo baila como hace el amor
Estriba su pierna izquierda entre las mías
La confundo con una viga de titanio
Eduardo se ríe
El hombre es visiblemente fibra y ganas
Su piel lo frena escasamente
Su cuello dirige el movimiento
Eduardo canta como un crepúsculo caliente
Su voz retumba en mi abertura indispensable
Bailo con Eduardo el día de su casamiento
Todos despliegan excitación y buen augurio
Me adhiero a su pierna
Lo nuestro no acaba todavía
Huelo levemente la nuca de Eduardo
Usa un corte al ras de todo
La espina dorsal envía una señal y yo le obedezco
La novia danza caucásica como un barrilete
Apoyo el canto de mi mano en el pecho de Eduardo
Que late como un canario asustado
Se cierra su pulmón cada vez que estoy tan cerca
Como en este bolero en esta sala en esta boda
Eduardo es un cristal y yo lo esmerilo a mi antojo
una fiesta de casamiento
Buenos Aires, 1990
[del libro La que va, Buenos Aires, Atuel, 2015]
LA SALA DE LOS ESPEJOS
intrascendente tiempo
prodúcete a tu gusto
en tanto yo camino por la avenida abajo
avanzo te traspongo y vuelvo a entrar en ti
pasando impunemente tu límite de agua
César Fernández Moreno
el baile recibe a las alumnas de sexto grado
mariposas primigenias que acuden a derretirse ante los chicos
todas lucimos las prendas adecuadas
las colas de caballo
las polleras de tablas escocesas
los pendientes besos esporádicos
en esta sala de espejos veteados
nuestras siluetas diminutas deponen los escudos paternos
al son de los discos de moda
y todos las zapatos despegan de su niñez gradualmente
es una suerte que nos conozcamos a través de oscilaciones
que probemos de esto y de aquello
que ondulemos nuestros cuernos de marfil espantadesventuras
es una suerte que el tembladeral de los flirteos nos traspase de repente
en este atardecer festivo
porque ahora somos elixires inexpertos y felices
ya habrá ocasión para la derrota segura
para fijar nuestros pies en el espacio
y evaporarnos
una fiesta en una sala de espejos veteados
Gorostiaga y Villanueva, Buenos Aires, 1973
[del libro La noche a cualquier hora, Buenos Aires, En Danza, 2019]
DE CUANDO APRENDÍ A NO AMAR
Ya no estoy aquí
No he cambiado de lugar
Pero ya no estoy aquí
Vasko Popa
y entonces los demás me atraen me cobijan me gobiernan
pero bien internado en mi muslo hay algo de avestruz que huye
algo de vértigo profundo de malabar equivocado
por eso algo de mí
no todo
algo de mí se despedaza se quiebra se anquilosa
y regresa serenamente con sus escombros a su lugar de animal doméstico
y también algo de mí se yergue en caja de bestia
y me lanza estrepitosa hacia tu cuello erguido
hacia tu siemprenunca transparente en la promesa
algo de mí se evapora cuando me atraen me cobijan me gobiernan
cuando en este mismo sillón el dedo infame me corrompe
cuando justo debajo de tus glúteos se desenvuelve la parsimonia exacta
cuando entreveo vellos en septiembre
hombres duchas jabones diezmados en fricción tremebunda
por eso declaro que algo de mí
no todo
se repone a sí mismo el coto de ciervos malheridos
algo de mí se fuga envuelto en palabras
mientras miento felizmente en descaro de ahogo
y vuelvo a abofetear el aire
y me elevo desierta de mí
como se eleva el alma de celofán de los niños cuando mueren
[del libro Agualava, Buenos Aires, Atuel, 2009]
DE SIETE A NUEVE
a mi hermano Juan Martín Díaz Bialet
in memoriam
Who is the third who walks always beside you?
T. S. Eliot
Danza junto a tu vida que danza
Junto a todo lo que falta
Si no se puede hacer más
Danza
Ivano Fossati
desata hebras de traumas ancestrales
bailar embellece
dentro de mí
mi hermano baila bachata merengue salsa
elonga su placer frente al espejo
la barra nos aúna
lo llevo conmigo de siete a nueve
hablamos en secreto
bailar cicatriza
una explora el aire
y dónde sino está el alma
casi ni me esfuerzo
ondulo su vértebra
le enseño los ademanes que se hacen de puro gusto
zarpamos juntos de nuestro balde de hipos
flotamos bajamos flotamos bajamos
nada pesa
nada ata
la pelvis es la clave
allí sucede la esfera que nos traslada a la música
ahora nos conocemos bajo la ruptura con la historia
en el movimiento no hay recuerdo
desprendemos esternón y espalda
empeine y diafragma
vivimos en el aire
sobre el aire
y allí nos reanudamos
en la sala seguramente hay otros pares
cada una invita a quien más desea
la cita certera no es ésta
sin embargo
una clase de baile en la calle Montevideo
Buenos Aires, 2011
[del libro La que va, Buenos Aires, Atuel, 2015]
EMBARCARSE
Para surcar mi cuerpo
sobre iluminadas autopistas,
despójate de medidas de seguridad
y avanza
cuan largo eres
sobre mí
Gioconda Belli
después vendrá la sucesora
la castración
el divorcio
vendrá el creerse radiante
el pelotón de aniversarios
pero lo que desea Eduardo es despegarse del mundo
embarcarse en abundancias óptimas
que alguien franquee las claraboyas del diluvio
que no lo importune con su agria grapa amarillenta
con sus ubres que expulsan porvenires
sus salarios quejumbrosos
sus matronas de agobio
Eduardo anhela el mensaje que gotea en el letargo
las papilas sedientas de un burdel en la ribera
y no la opereta de gaseosa tibia en el comedero de su pueblo
ya no le basta el tenue cálculo de antaño
o la cónyuge adiestrada como una foca perezosa
cuando entra en mi departamento
Eduardo fractura su generosa descendencia
y la comparte
un departamento en la calle Posadas
Buenos Aires, 1994
[del libro La que va, Buenos Aires, Atuel, 2015]
DE LOS AMORES DE A PIE
al hombre de flecha de imán húmedo
Cartas de amor que se queman
Flores negras en el viento
Le dejan al que ha querido
El corazón ceniciento
Cartas de amor que se queman
Manuel Castilla / Gustavo Leguizamón
Cuando antes hacía los amores de a pie en julio y en enero
Mi adorador era vena que emergía del mar con su branquia de succión aventajada
Que picaba la cholga espléndida del acantilado
Lucía prolongaciones de horma catastrófica
Estocada de textura de alga que aún hoy retrasa mi decadencia
Yo me transformaba en aspaviento de niña malcriada
En capricho de burguesa chillona
Y en un pliegue de mi adorador lograba inmiscuirme
Hendía la cisura ineludible para permanecer allí una temporada
Entre sus escotillas y sus cáñamos
Depositaba por ejemplo poemas incendiándose
Esbozos de vigilia guarecidos entre sus mandíbulas
Mi escondrijo
Mi antro de rancias intenciones
Mi perforación clandestina
Todo eso mi adorador me autorizaba
Cuando antes hacía los amores de a pie
Y me hamacaba en su puntal como una cúpula indecisa
Cuando antes
Cuando la casa de envoltura de madreperla inextinguible
un pueblo en el Sur
[del libro La que va, Buenos Aires, Atuel, 2015]
CUCHARAS DE SÉMOLA
a mi abuela materna Pura Rosa Torres de Sáenz*
in memoriam
Me parezco a tu ausencia y te pareces
a mí resucitada.
María Elena Walsh
Mi abuela Pura Rosa no logra disiparse
Ni su sillón de cobre ni su tez de aguamarinas
Ni su voz de fruto aguado
Ni su implacable espejo ceniciento
Es mástil en la ausencia
Cigarro iridiscente que restituye lo extraviado
El pellizco en el anverso de su codo
Y la seriedad con que me hablaba
El rumor de su tintura malva
Mi abuela Pura Rosa es mi salvoconducto
Cuando la encuentre en la precisa hora
Cuando la tienda en su mantel de pétalo
Cuando nos guarde el mundo en su baúl de círculos celestes
Y nos cobije la entraña de titanio de los ángeles
Ella será historia macerada en el frasco de mi agalla
Fiordo en la escarcha
Un cofre de pompones en el espacio secreto
Ella -para quien soy princesa velada en la retina-
Dispensará sus bondades
En mi gota de herencia peñascosa próxima al polvo
* Pura Rosa Torres de Sáenz [Córdoba, Cir. 1891 – Buenos Aires, 1977]
el departamento de mis abuelos
Güemes y Virasoro, Buenos Aires, 30 de marzo de 1976
[del libro La noche a cualquier hora, Buenos Aires, En Danza, 2019]
LA PUNTADA PENETRANTE DE LA POESÍA
De una vez por todas hagamos algo de valor.
Arrojemos al fuego el traje inservible de poeta,
los anteojos opacos de la literatura de molde,
las estupendas manoplas de la estupidez.
Que nos perfumemos solamente con el aire.
Que nos arranquemos la sudorosa piel de los halagos.
De una vez por todas hagamos algo de valor.
Un canto que reanime a los muertos
y pase su llamarada por sobre el letargo de los escritores.
Algo de valor.
La lucidez de la poesía.
La intuición de las palabras arrojadas desde la garganta del misterio.
Basta de las rondas nocturnas
en donde se lucen las ropas más que las genialidades.
Estoy cansada de los pobres lectores confundidos.
Ante el poema
quedar encorvados como el cuello de un cisne.
[del libro El hombre del sombrero azul, Buenos Aires, Dunken, 1996]