La flecha del tiempo y otros poemas
Zhao Lihong, el poeta de la naturaleza
por Enrique Solinas
Si pensamos en la poesía china contemporánea, resulta complejo encontrar un panorama concreto que colme nuestras expectativas. Esto quizás se debe a que la mayoría de las veces, se mira la literatura oriental con ojos occidentales. Por esta razón, sostener que los mejores poetas chinos son aquellos que no viven en China y hacen una poesía que cuestiona el sistema político, económico y social del país, es caer en un error frecuente, en el cual suelen caer un buen número de críticos contemporáneos. Bei Dao o Duo Duo son excelentes poetas de origen chino que, al salir del país e instalarse en el mundo occidental, han construido una poesía diferente a la que se hace en el continente asiático. Por esta razón, hablar de la poesía china contemporánea es un tema mucho más profundo y complejo, ya por las diferentes voces y estilos que existen en distintas partes del extenso país, ya por la escasa circulación que hay en occidente con respecto de la poesía china.
En oriente, Zhao Lihong es el poeta más importante de la actualidad. Los lugares sociales que ocupa nos hablan de un poeta respetado y apreciado en su contexto. Su producción literaria nos indica que se trata de un escritor constante y diverso en sus obras. Él no intenta romper esquemas existentes, por el contrario, escribe desde una tradición y se alinea a ella, de esta manera podemos encontrar en su universo poético marcas propias características de la literatura oriental.
Generacionalmente, pertenece a la camada de poetas de la generación brumosa, aunque no formó parte de ese movimiento poético. Bei Dao, Gu Cheng, Shu Ting, Jiang He y Yang Lian inauguraron una nueva forma de hacer poesía y el reconocimiento desde el mundo occidental no tardó en llegar. Zhao es amigo y compañero de estos poetas y sus poéticas dialogan y discrepan.
El centro de su universo poético es la naturaleza por excelencia. Allí él encuentra el origen del mundo y de todos los aconteceres que le suceden al hombre antiguo y contemporáneo. La relación entre naturaleza y ser humano es fundamental para que la sociedad halle un destino grupal y, a su vez, individual. De esta manera podremos encontrar el amor, y así acceder a la belleza y a la verdad de la historia.
Dijo el poeta sirio Adonis sobre su poesía:
“La poesía de Zhao Lihong nos coloca en el centro de la existencia. Sus poemas son olas que chocan contra las rocas; que cuestionan la experiencia de la escritura y se preguntan por los dolores de la existencia. Sus poemas son como mariposas que vuelan sobre los caminos y las heridas de la historia”.
–Las traducciones y versiones fueron realizadas y revisadas por Enrique Solinas, Jorge Paolantonio, Nora Delgado, Hao Ming Fang y Karmia Chan Olutade.
EL DOLOR ES LA PIEDRA ANGULAR
El gozo es cáscara externa.
El dolor es la esencia.
El gozo es neblina y rocío del océano.
El dolor es el río que se llena por completo.
Buscar el goce a través del dolor
es como ir al campo después de la cosecha
a espigar el rastrojo.
Buscar el goce a través del dolor
es como ir por un cañón cubierto de nieve
en busca de flores.
Es hora de aprender a martillar hondo,
usar el dolor como piedra angular.
Apisonar y apisonar el dolor en el corazón como tierra compactada,
hondo y más hondo.
Si, el dolor es la piedra angular,
sobre ella se levantan las mansiones del goce.
CICATRICES
Al desnudarme
encontré cicatrices,
laceraciones grandes y pequeñas
en todos los rincones de mi piel.
Me he caído muchísimas veces.
He sido golpeado, tironeado,
filosas navajas,
contundentes ladrillos,
hicieron lo suyo en toda mi desprotegida piel.
Brotó la sangre en flores de
conmocionantes rojos,
insoportables rojos.
En los rojos, el cielo y la tierra primordiales,
Luego, la oscuridad hasta donde el ojo alcanza.
Las flores se marchitan al instante.
Luego de caer los pétalos, se forman cicatrices como frutos
de un cuerpo herido,
preñado de secretos.
Son ojos afligidos,
son aflicciones listas para propagarse.
En cada cicatriz
nacerán alas,
me elevarán hasta convertirme en un ave
que peina las corrientes del tiempo perdido,
para encontrar la vida otra vez joven.
ASOCIACIÓN
Al apretar un lápiz en mi mano
pienso en el árbol que le dio origen.
La madera
aún debe recordar el bosque,
el zumbido de la vida en él
Al tomar una sopa sabrosa
pienso en la sal disuelta en el caldo.
Esos granos
aún deben recordar el mar,
las olas despiadadas, los bancos de peces en libertad.
Hay diez mil formas de hielo florido en una copa,
pienso en el viento norte que aulló toda la noche.
En la oscuridad viajó hasta el fin del mundo
sin pensar que su brutal recorrido
dejaría huellas tan delicadas.
Al observar un barrilete zigzagueante en el cielo
pienso en niños que corren en la tierra.
El niño que aclama su propio barrilete
nunca sabrá que el débil hilo que sostiene en sus manos
remolca a un hombre viejo hacia su infancia.
Al tocar la bufanda de seda en mi pecho
pienso en los gusanos que escupieron la seda en la morera.
Esas criaturas encerradas
soñaban con romper el encierro y volar
en vez, pero por la seda terminaron hervidas.
Al escuchar esta endecha
pienso en el cantante
triste y solitario,
que bebió de un trago los años amargos
y tejió con esa historia, bondad.
RADIOGRAFÍA
Un rayo invisible
penetra la piel,
atraviesa el hueso,
escala cada arteria,
investiga cada nervio.
Solamente se oye un leve sonido
como de Dios golpeando una puerta,
huella dactilar de la luz,
el toque de la luz
satura mi cuerpo y mi alma.
Un negativo transparente
delante de una lámpara muestra
los secretos de la carne y el espíritu,
blancos y negros
se fusionan en una sombra con manchas.
Abro bien mis ojos,
dejo que mis pupilas se diluyan en el negativo,
pero no puedo ver más allá de este mundo monocromático,
órganos que se retuercen han sido congelados.
La sangre caliente se ha consolidado.
El doctor dice,
Este es tu retrato más fiel.
CABELLO
Mi cabello
solía ser negro azabache, suave,
cascada brillante al sol. Una refracción
del arco iris en el borde del cielo
grama silvestre, desbordante en el viento
que saluda a la tierra con su danza salvaje.
Acumulación de color,
la vida y todos sus matices.
Negrura, que despide al día
empeñado en perseguir el alba, siempre atrás.
Cabello negro que crece, despreciando
cada largor como si fuese
corto.
¿Cuándo sucedió
que el negro se hizo blanco?
Blanco como la ceniza, blanco como nieve vieja.
Blanco, áspero, huero.
Un suspiro que surca un glaciar.
Esas hebras remanentes
en mi cabeza
cada día más finas:
cuando hay viento flotan todavía.
El viento dice, tu tierra aún está viva
mi aliento no puede quebrarte.
LA FLECHA DEL TIEMPO
Imparable disparo a través
de la oscuridad de la nada.
Un silbido viaja a través del
Silencio.
Una estampida va detrás
del estancamiento.
Los cielos y la tierra
están perforados,
los glaciares se hacen agua,
los bosques se reducen a viveros.
Toda la vanidad de los seres humanos
aniquilada en pedazos,
esparcidos por el cielo,
hojas que caen a causa de un viento otoñal.
El sonido irrumpe por mis oídos.
Puntos de luz vienen
volando desde la distancia.
Cuando llegan a mis ojos
me parece que puedo atraparlos como presas,
pero ellos pasan brillantes
y se convierten en estrellas invernales en el horizonte.
CUERDAS VOCALES
Mis cuerdas vocales sonaban
claras como una cuerda afinada
que sostuviera la música
de las gotas del rocío.
Yo creía que las cuerdas vocales existían para cantar.
Una exhalación de la tierra
podría hacerlas resonar.
Cualquiera podría ser un compositor.
Las cuerdas persiguen una melodía celestial
de la cual derivan todas las armonías.
Pero hay momentos de silencio
en la cacofonía del planeta.
Mis cuerdas se crispan
Aprisionan mi propia voz
que se torna invisible,
decepcionantemente estrecha.
La muerte extiende una red de silencio a mi alrededor.
Mis cuerdas no hacen más que temblar
y gritar hasta que mi corazón y pulmones se desgarran.
El sonido truena hasta que parte en dos
a este mundo taciturno
que no admite ecos.
OJOS
Las ráfagas del tiempo
han volado mis últimas pestañas.
Mis ojos están indefensos.
Enfrento al Leviatán del tiempo
con mis ojos abiertos sin pestañas.
Bajo la fuerza de mi mirada, el tiempo
abre su ropaje.
Veo la larga cicatriz que atraviesa su cuerpo
y esa insondable caverna.
En la penumbra
centellea la luz de un esqueleto de plata.
Una polilla, horrorizada, sale volando de la grieta,
las alas agitan un viento
directo hacia mis ojos.
A CONTRACORRIENTE EN EL RÍO TIEMPO
El tiempo corre hacia atrás.
Pasa mi cabello gris
Yo regreso, regreso,
la escena gira.
Las aves vuelan en círculo, en lo alto,
caen en el dosel.
Su suntuoso plumaje se desarma
y por debajo de él, la plumas bebés asoman,
Aletean con muñones desplumados
y claman a gritos por comida.
Sin que cese su clamor,
desaparecen en unos pocos ruborizados huevos
y yacen silencios en nidos tejidos.
El nido se desarma. Ramitas y hojas caídas
circundan el árbol
como mariposas danzarinas, como lenguas verdes
se deshacen dentro de las ramas.
Las ramas se van dentro del tronco
como brazos, mientras el tronco se hunde en la tierra
La corona del árbol pierde el verde
y el árbol vuelve a ser un retoño.
El retoño, una semilla
transportada por el viento.
La semilla es recogida
por un transeúnte.
Los demás transeúntes apurados
se convierten en magos.
El cabello de los más ancianos se pone negro azabache,
sus arrugas se desvanecen como relámpagos.
Sus inseguros pasos se agilizan.
Los hombres viejos se han convertido en mozos.
Las mujeres viejas se han convertido en doncellas.
Los jóvenes se hacen infantes.
Sus llantos despedazan el mundo
y lo arrancan del ensueño.
La pesadilla es una taquillera película de ciencia-ficción
que fusiona antiquísimos glaciares y manantiales palpitantes,
empuja los campos de jade hacia un poderoso mar abierto.
Las olas van y vuelven hacia el fin del cielo.
El fondo seco del océano se eleva y se transforma en picos montañosos,
y las montañas se agrietan y colapsan en una llanura agreste.
La llanura se desliza por debajo de una violenta marea
La marea lentamente lame el bosque interminable.
El bosque transforma sus suspiros en cascadas de hierba
y en la hierba corre un pequeño arroyo.
En ese arroyo, un pez nada hacia mí.
El pez dice: yo soy tu ancestro.