De cabeza
(Traducción al español de Elisa Díaz Castelo)
De cabeza
Không có gì bằng cơm với cá. Không có gì bằng má với con.
Proverbio vietnamita
¿Acaso no lo sabes? El amor de una madre
ignora el orgullo
como el fuego
ignora los gritos
de lo que incendia. Hijo mío
incluso mañana
tendrás el día de hoy. ¿Acaso no lo sabes?
Hay hombres que tocan pechos
como tocarían
cráneos. Hombres
que cargan sueños
y atraviesan montañas, con los muertos
sobre la espalda.
Pero sólo una madre puede andar
con el peso
de otro corazón latiendo.
Niño tonto.
Puedes perderte en cada libro
pero no te olvidarás de ti mismo
como dios olvida
sus manos.
Cuando te pregunten
de dónde eres,
diles que tu nombre
fue arrancado de la boca sin dientes
de una mujer de guerra.
Que no naciste
sino que te arrastraste, de cabeza
hacia el hambre de los perros. Hijo mío, diles
el cuerpo es una daga que se afila
cortando.
El regalo
a b c a b c a b c
Ella no sabe qué sigue.
Así que volvemos a empezar:
a b c a b c a b c
Pero puedo ver la cuarta letra:
un cabello negro, desatado
del alfabeto
se escribe
en su mejilla.
Ni siquiera ahora la abandona
el salón de manicure: acetato de isopropilo,
acetato de etilo, cloro, lauril sulfato
de sodio y sudor
tras minan de su camiseta rosa
de I NY.
a b c a b c a b c a –se quiebra el lápiz.
El abdomen de la a revienta
mientras un aire oscuro sopla
a través de un cielo a rayas azules.
No te muevas, dice, mientras saca
un grafito delgado como el hueso de un ala
de la carcasa amarilla y lo desliza de nuevo
entre mis dedos.
De nuevo. Y de nuevo
Aparece: el cabello alzándose
de su cara… cómo cayó
sobre la página. Y vivió
sin sonido. Como una palabra
Aún puedo escucharlo.
Rompe hogares
Y así fue como bailamos: arrastrando los vestidos
blancos de nuestras madres, agosto
nos teñía las manos rojo oscuro. Y así amamos:
medio litro de vodka y una tarde en el desván, tus dedos
acariciando mi pelo, mi pelo un incendio. Nos cubríamos
los oídos y los arranques de tu padre se convertían
en latidos. Cuando nuestros labios se tocaron el día se cerró
como un ataúd. En el museo del corazón
dos personas sin cabeza construyen una casa en llamas.
La escopeta siempre estuvo sobre la chimenea.
Siempre hay tiempo para matar, –sólo para rogarle a un dios
que te lo devuelva. Si el desván no, el coche. Si el coche no,
el sueño. Si el chico no, su ropa. Si vivo no,
cuelga el teléfono. Porque el año es una distancia
que hemos recorrido en círculos. Es decir: así
bailamos: a solas en cuerpos dormidos. Es decir:
así nos amamos: en la lengua un cuchillo que se vuelve
lengua.
Ocean Vuong
Cielo nocturno con heridas de fuego
Traducción al español de Elisa Díaz Castelo
Vaso roto ediciones, 2018
https://americas.vasoroto.com/products/cielo-nocturno-con-heridas-de-fuego