Antonia Pozzi

Abandonada en los brazos de la oscuridad

 

 

(Traducción al español de Roberto Bernal*)

 

 

Pudor

Si alguna de mis pobres palabras
te gusta
y me lo dices
aunque sea sólo con los ojos
yo me abro
en una sonrisa santa
pero tiemblo
como una madre joven y pequeña
que todavía se sonroja
cuando un transeúnte le dice
que su bebé es hermoso.

1° de febrero de 1933

 

 

Confianza

Tengo mucha fe en ti. Me parece
que podría esperar tu voz en silencio,
por siglos de oscuridad.
como el sol,
sabes todos los secretos:
podrías hacer florecer
los geranios y la zágara salvaje
al fondo de las canteras
de roca y las prisiones
legendarias.
Tengo mucha fe en ti. Estoy quieta
como el árabe envuelto
en un manto blanco,
que escucha a Dios cultivar
la cebada alrededor de su casa.

8 de diciembre de 1934

 

 

Certeza

Tú eres la hierba y la tierra, la sensación
cuando uno camina con los pies descalzos
por el campo arado.
Por ti anudo mi delantal rojo
y ahora me inclino hacia este fuente
muda, inmersa en el vientre de la montaña:
sé que de repente
—al mediodía, cuando se multipliquen los gritos
de los jilgueros— surgirá tu rostro
en el espejo sereno, junto al mío.

9 de enero de 1938

 

 

Acostarme

Ahora la suave aniquilación
de nadar bocarriba,
con el sol en la cara
y la mente penetrada de rojo
a través de los párpados cerrados.
Esta noche, sobre la cama, en la misma postura,
la ilusión cándida
de beber,
con las pupilas dilatadas,
el alma blanca de la noche.

Santa Margarita [Génova, Italia], 19 junio de 1929

 

 

Amor a distancia

Recuerdo que al estar en casa
de mi madre, en medio de la llanura,
había una ventana que asomaba
hacia los prados; al fondo, el muro boscoso
escondía el Tesino, y, todavía más al fondo,
había una franja oscura de colinas.
Entonces no había visto el mar
más que una sola vez, pero conservaba
la áspera nostalgia de una enamorada.
Hacia la tarde veía el horizonte;
cerraba un poco los ojos; acariciaba
los contornos y colores entre las pestañas,
y la franja azul de las colinas se extendía
temblorosa: a mí me parecía que era el mar
y me gustaba más que el mar verdadero.

Milán, 24 de abril de 1929

 

 

Ofrenda para una tumba

de A.M.C.

Desde lo alto me señalaste,
un poco afuera de la franja de las casas en ruinas,
un punto negro de cipreses
—a través del azul encendido—
que custodiaban
los mármoles blancos del cementerio.
Pensé en una tumba
que nunca había visto
y en ese instante pensé en ponerle,
con la flor en la mano y el corazón tembloroso,
la luz viva de los claveles rojos.

17 de abril de 1929

 

 

Abandonada en los brazos de la oscuridad

Abandonada en los brazos de la oscuridad
montañas
me enseñan la espera.
Al amanecer, iglesias
se convertirán en mis bosques.
Arderé: vela sobre las flores de otoño
golpeadas por el sol.

[Sin fecha.]

 

 

Los hermanos

Si dudas todavía, te diré
que para mí nuestro cariño
es como un ramo de flores púrpuras
llevadas por la noche
a una habitación que entristecía.

8 de septiembre de 1933

 

 

Grito

No tener un Dios
no tener una tumba
no tener ninguna certeza
tan sólo cosas vivas que se escapan.
Estar sin ayer
estar sin mañana
y estar en la nada
―ayuda―
para la miseria
que no tiene fin.

10 de febrero de 1932

 

 

Infertilidad 

Oh, no quiero que vuelvas
a sufrir
por mi vida:
¿no sabes que sería
como querer sembrar
trigo en un cementerio?

¿Y quién quieres que coma
mañana
de un pan semejante?

Ni un niño hambriento,
créeme,
ni un perro maltratado.

Porque no existe ser vivo
que no sienta su vida
envenenada
del olor a muerte.
Oh, concede
que sólo las pálidas
hierbas
adornen la tumba,
sólo deja que la esencia de algunas margaritas
pinte de blanco
el umbral desierto.

¡Oh, no vuelvas a sembrar
el trigo
en esta vida mía!

24 de enero de 1933

 

 

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*Roberto Bernal. Nació en Villa Madero, en el Municipio de Tlalchapa, en la región de la Tierra Caliente, Guerrero, en el año 1975. Sólo cursó la escuela primaria. También cocinero, ha publicado notas, traducciones y textos narrativos en las revistas El Poeta y su Trabajo (fundada y dirigida por el poeta argentino Hugo Gola), Crítica de la BUAP, Este País, Mula Blanca, Malatesta, revista M y en el suplemento Letra Viva del Periódico el Imparcial. Ha dedicado más de veinte años de investigación sobre el trabajo de Jesús Gardea, y coordinó, junto con Daniel Samperio, el libro Casi toda la luz, textos críticos en torno a Jesús Gardea, editado por la Universidad Autónoma de Querétaro.

Antonia Pozzi (Milán, Italia, 1912-1938). Fotógrafa y poeta que permaneció inédita hasta su muerte, ocupa un lugar destacado dentro de la poesía ital ... LEER MÁS DEL AUTOR