Xoán Abeleira

Materia oscura

 

 

(Traducidas del gallego al español por el propio autor)

 

 

 

MATERIA OSCURA

 

Nazco, como en la mano la cerilla

Nimbada de penumbra,

 

Surjo de la materia oscura

Que engendra en la conciencia un fogonazo atroz,

 

Y lo que se desprende de cada alumbramiento

Son estas ascuas negras clavadas en el blanco.

 

 

 

 

ANÁLISIS

A Gonzalo Abeleira Suárez

 

Toqué la sangre de mi padre

Abierta como un cuadro

Clínico, un grabado imposible

De Miró o una luna

Estrellada contra el techo.

 

Toqué la sangre de mi padre,

Hurgué en ella,

Desgrané sus coágulos

Uno a uno y mil a mil

Buscando… no sé, algo,

Algún dato, alguna voz

Que me diese

Razón de mí

Desde muy lejos.

 

Pero solo vi sangre

Muy vieja, quizás la sangre de otro

Padre más viejo, pues

 

Al llevarla hasta los labios

Y diluirla en la lengua constaté

Todas las muertes de mis vidas,

Todas las vidas de mis muertos.

(Ambos, de Pan de Ánimas)

 

 

 

TONANTZIN[1]

A François Davo

 

Renovado por el humo del copal

Entro en el círculo

Concertado por las 7 direcciones

Donde el mundo deviene

Nuevamente en Sí Mismo

 

Este es mi movimiento

El impulso que fui en origen

El gatillo que me dispara

Al Allá más allá de mí

 

Este es mi nacimiento

Mi inacabado nacimiento

El útero que me procrea

Sin dejar de concebirme

 

Y yo danzo danzo danzo

Como antes de mi existencia

Sabiendo que el gran espectro

De seres que me rodea

Anima una sola vida

 

Los pies golpean el suelo

Invocando su sustrato

El humus vindicativo

Que rezuma lo interior

 

Las manos enhebran el aire

Conforman todas las formas

Aprehendiendo por un instante

La humildad de su fluir

 

Y yo danzo danzo danzo

Como antes de mí mismo

Sabiendo que igual que todo

Cuanto alienta en este espacio

Soy el centro de lo creado

 

Soy el centro de lo creado

 

Mas de pronto las semillas

De las maracas se hielan

Las pieles de los tambores

Se destensan de espanto

 

Y una mano más poderosa

Que la embriaguez conjurada

Lanza a los danzantes

Por el firmamento

(Inédito en libro)

 

 

 

PAUL KLEE
(1879-1940)

El equilibrista

 Soy incomprensible en este lado.

 

El corazón es un funámbulo:

 

Viajando en intervalos claros

De un lado del torrente al otro lado

Transporta de manera clandestina

La carga de misterio que le toca.

 

Providente y desapasionado,

Atento siempre al centro

De gravedad fijado en su interior,

Realiza en lo invisible su acrobacia

Sin esperar aplausos.

 

De aquí parte sonámbulo,

Sopesando su propia oscuridad

En el inesperado balancín

Que surge entre sus manos.

De allí vuelve despierto,

Fascinado por la revelación

Que, sabiamente, le permitirá

Seguir sobre el alambre.

 

Y solo así encuentra su equilibrio.

(De Identidades)

 

 

 

IGUANA IGUANA
(El cielo de las iguanas)

 

Entonces

Cuando aún yo no sabía

La longitud desmesurada que cobraría mi lengua

Ni hasta qué punto las palabras podrían crecer en ella

 

Digo que el cielo era un pequeño

Techo de uralita

Y que los samanes y los frutales que allí lo limitaban

Se erguían ditirámbicos mucho más allá

Hasta el lugar en que ellos mismos se perdían de vista

Gritando a dios adiós a dios

 

Y allí estaban las iguanas sus gravísimas

Frutas prehistóricas

Precipitándose de noche contra el techo de la chabola

Resonando en el ranchito

Las iguanas

 

Digo porque era un niño

Que el miedo tenía entonces la forma de un gran pavo

Huyendo sin cabeza

La del filo de la navaja de mi abuelo Manuel

Y la cuchara de misia Elvira

En los que ya resplandecía la postrera

Sonrisa de la Azafata Muerte

 

Digo porque sigo siendo

Un niño

Que el miedo era

Un animal

 

Era el caballo de aquel indio emponzoñado

Que me acosaba en sueños

Trotándome trotándome

Y su gañán infeliz

 

Eran los murciélagos sedientos

Que bajaban a beber la tarde de mis ojos

 

Eran los perros de los militares y los propios militares

Perros

 

Era la serpiente tragavenados

En cuya tripa flotaba

Yo el universo

Como en un charco de orina

Eran los monos invisibles

En los ramajes invisibles

Y sus chillidos de agonía acongojando el valle

 

Pero era sobre todo

El miedo sobre todo

Eran las iguanas

 

El siseo de las iguanas

El silbido de las iguanas

El crepitar menudo de las iguanas

En las ramas de los samanes

Chamanes

 

Allí tuvo lugar

Mi primer nacimiento allí

Ya sé que un día

La madre iguana abrió la boca

Y vomitó un huevo moteado

Que a duras penas rompí

 

Y del que aún hoy

Sacudiéndome la cáscara

Continúo alimentándome

(De Animales Animales)

 

 

 

IGUAL QUE UN BECERRO
CUANDO SE LE VEN LAS PATAS

 

Las cuatro o las cinco de la mañana

Un frío exterminador

Tu padre a sacarme de la cama

 

“La vaca va a parir”

 

Muy temprano demasiado temprano para cualquier

Veterinario

 

Tu hermano no estaba

Así que era yo

El otro hombre de la casa

 

“La vaca está a punto”

 

El viejo metió las manos

En la vulva dilatada inmensa

A mis ojos pasmados

Ante la boca de la noche vomitando su sol

 

Rebuscando en el útero

Encontró las pezuñas anudó los dos cabos y

 

“¡Tira!

¡Tira!

¡Tira!

¡Tira

Fuerte

Carajo!”

 

Pero ¿cuánto hay que tirar

Para no desmembrar un becerro

Para no desgarrar una vaca?

 

“¡Tira fuerte carajo!”

 

Y yo tiré como no lo había hecho en el parto de mi hija

 

Tiré tiré tiré hasta sudar la hiel y

 

De golpe igual que un becerro tras asomar las patas

Vi salir cuajo a cuajo cada uno de tus

 

Poemas entreverados con la placenta con las hilachas de sangre

 

En la cascada del amnios que me caló

Justo encima de los testículos

 

 

 

 

NABOS

 

La tarde toda ella cosechando

Nabos

 

La familia todos nosotros cosechando

Nabos

 

Gruesos enormes de un color flameante

 

Violetas como mujeres

Tras la Liebre de Marzo

 

También aquello era para mí

Una novedad

 

Estar allí en el agro bajo la lluvia dorada

De lo Real empapado hasta los genes

 

Un pasado mío que yo desconocía

 

Un presente indicativo de la luz que yo ignoraba

 

Los nabos

Las risas las chanzas iban y venían aleteando

Se amontonaban en el carro del tractor

Medraban a medida que menguaba el día

 

Con la misma alegría con el mismo embeleso

Increíble

 

Nunca fuiste tan bella

En ninguno de tus actos

Nunca eres más hermosa

Que ataviada de ti misma

 

Descalza casi desnuda vestida únicamente con tu falda de niña

Labriega

 

Aquella tarde mis ojos como los nabos

Cruzaban el aire extasiados veían todo sin ver nada

Que no fueses Tú

 

Tú en cada uno de aquellos surcos

Recorridos junto a Ti

Tú en cada una de las cabezas

De las nabizas segadas a espuertas

Tú en cada terrón desmigajado

Transformado en simiente

Tú en cada una de esas flores

Las primeras que cogí en un huerto de Santiago

Sin saber ni qué eran para Ti

 

En cada uno de tus gérmenes

Tus vástagos tus renuevos               Aventada en lo tuyo

En la tierra y en el cielo                   En la piedra y en el agua

Allende y aquende                            En todo y por todo

 

Cubriendo mis manos con tu lama

Primigenia Tú

 

Al volver a la Casa acostada a mi lado

Sobre aquel otero de nabos que acarreaba el ocaso

 

¿Viste como yo por un instante escampar

La Eternidad?

 

¿Sentiste como yo en tu Ser plenamente

La Felicidad?

(Ambos de Nuestras sombras en el Jardín de Serralves)

 

 

 

Nota

1.Este poema fue escrito a partir de y con el ritmo de una danza chamánica homónima.