Walt Whitman. Y en cuanto a ti, Muerte

 

Presentamos algunos textos del célebre poeta estadounidense pertenecientes a Canto a mí mismo en la traducción al español de León Felipe.

 

 

 

Walt Whitman

 

 

XLIX

Y en cuanto a ti, Muerte,
y a tu amargo abrazo destructor…
es inútil que pretendas asustarme.
A tu lado trabaja sin cesar, y más líbero, el comadrón.
Veo su mano experta y diligente
apretando,
recibiendo,
sosteniendo…
Yo estoy reclinado en el umbral flexible de ambas puertas y marco la entrada y la salida de la vida.
Y ¿qué es un cadáver, después de todo?
Estiércol,
buen estiércol para fecundar las tierras.
Y no me repugna,
no me repugna porque puedo oler las rosas blancas que crecen y embalsaman,
porque puedo tocar los labios de los pétalos
y los senos pulidos del melón.
Y en cuanto a la Vida…
¿No es la vida el desperdicio de muertes infinitas?
(Yo mismo he muerto ya mil veces).
¿Qué decís vosotros? ¿Qué decís,
soles profundos,
estrellas de la noche,
hierba de las tumbas? ─¡Oh cambios perpetuos y evoluciones incesantes!
Si vosotros no decís nada ¿qué he de decir yo?
Destellos del día y del crepúsculo,
destello de las turbias charcas que duermen en los bosques otoñales,
y de la luna que desciende y se hunde en la penumbra sollozante,
caed sobre los negros troncos que se pudren en el fango
y sobre las ramas secas que danzan gemebundas.
Asciendo desde la noche
y me encumbro desde la luna.
Sé que su resplandor lívido y vacilante no es más que el reflejo de los rayos del sol
Y que yo, viniendo de lo grande o de lo pequeño, desemboco en el centro firme del universo.
 

 

L

Todo esto está en mí.
No sé lo que es, pero sé que está en mí.
Angustiado me he retorcido por sacar de mi corazón todo cuanto poseía…
Ahora mi cuerpo está tranquilo y quiero dormir… dormir… dormir.
No sé qué es esto.
Es algo que no se ha dicho nunca….
Algo sin nombre que aún no está en el lenguaje ni en el símbolo.
Es algo que gira más que la Tierra en que yo giro
y me anuncia que la creación es el abrazo del amante que nos despierta.
Tal vez pudiera decir más.
Acaso este poema no es sino un expediente en que he abogado por todos…
en el que he dicho, por ti y por mí,
que la muerte no existe,
que el mundo no es un caos…
que es forma,
unidad…
plan… Vida Eterna… ¡Alegría!

 

 

LI

El pasado y el presente se marchitan.
Y los he llenado y los he vaciado a los dos
y prosigo llenando lo que me espera en el futuro.
Y ahora vosotros, los que me habéis escuchado,
levantaos. ¿Qué tenéis que decirme?
Miradme a la cara, mientras respiro por última vez bajo las sombras de la tarde.
(Hablad sinceramente, nadie os escucha y sólo dispongo de un minuto.)
¿Qué tenéis que decirme?
¿Qué me contradigo?
Sí, me contradigo. Y ¿qué?
(Yo soy inmenso…
y contengo multitudes.)
Me dirijo a los que están cerca
y espero en el umbral de la puerta.
¿Quién ha terminado su trabajo?
¿Quién ha concluido de cenar?
¿Quién me acompaña?
¿Quién viene conmigo?
O ¿vais a hablar cuando ya me hay ido y sea demasiado tarde?

 

 

LII

El gavilán manchado desciendo sobre mí para acusarme de gárrulo y vagabundo.
Yo también soy indomable e intraducible,
y sobre los tejados del mundo, suelto mi graznido salvaje.
Los últimos celajes del día se detienen para esperarme,
lanzan mi figura corporal, con las demás imágenes, hacia el mundo callado de las sombras
y me hunden suavemente en el vapor y en el crepúsculo.
Huyo como el aire.
Sacudo mi guedejas blancas con el sol fugitivo,
vierto mi carne en los remolinos
y la dejo marchar a la deriva entre la espuma de las ondas.
Me doy al barro para crecer en la hierba que amo.
Si me necesitas aún, búscame bajo las suelas de tus zapatos.
Apenas sabrás quién soy
ni qué significo.
Soy la salud de tu cuerpo
y me filtro en tu sangre y la restauro.
Si no me encuentras en seguida,
no te desanimes;
si no estoy en aquel sitio,
búscame en otro.
Te espero,
en algún sitio estoy esperándote.