

Presentamos tres textos claves de la reconocida poeta boliviana.
Vilma Tapia Anaya
La trapecista
La trapecista
sonríe
(el que la asistirá
en su muerte
percibe
su aliento)
una vez más
se cuelga
de un solo pie
badajo iluminado
roza de ambos los días
recoge las más tiernas fresas
y se canta
tañe
se ciñe el cinturón del deseo
aprieta
el gesto inmediato
los escenarios para el mañana
se mueven
Y es Tu voz
la que hace rodar
mi nombre
por mi columna
(La fiesta de mi boda, 2006)
Seré como el animal
El tren en el que viajo se despeñará
Caerá al fondo del barranco
muy abajo
y yo me quedaré para siempre
perdida en la selva
Seré como el animal
que amanece bello y húmedo
tendré ojos aún en la oscuridad
Tendré silencio
(Oh estaciones, oh castillos, 1999)
Una voz me llama
Una voz me llama
no sé desde dónde.
Es una voz que gobierna
el viento que me danza.
Es mi música al oído.
Vamos:
caminando, caminante.
A su ritmo voy oliendo
las profundas sustancias
de la tierra.
Tras su origen he tocado
máscaras
y también transparencias.
Me he desnudado en zonas peligrosas
y estoy ilesa. Sin daño.
Otra es esta crucifixión.
Desde antiguas certezas
una voz (que venero)
grita mi nombre.
(Oh estaciones, oh castillos, 1999)