¿Adónde van los árboles?
Por Berta Lucía Estrada Estrada
Crítica Literaria
En diciembre de 2011 le fue otorgado el Premio Goncourt de Poesía a Venus Khoury-Ghata, quien ha ganado innumerables preseas literarias; como el Premio de la Academia Francesa (2009), el Premio Apollinaire o el Premio Mallarmé.
Venus Khoury-Ghata nació en 1937 en el norte del Líbano, en un pequeño pueblo llamado Pshery, el mismo que vio llegar al mundo al poeta Jalil Gibran. Desde 1975 vive en París. Inicialmente trabajó para la revista Europa, dirigida en ese entonces por Louis Aragon, a quien ella, en compañía de otros colegas, tradujo al árabe. Es novelista y poeta, ha publicado poco más de cuarenta títulos. Es de anotar que el New Yorker, al referirse a esta insigne poeta y novelista, escribió la siguiente frase: “Venus Khoury-Ghata es a la poesía lo que Gabriel García Márquez es a la novela”.
Su libro Où vont les arbres? (¿Adónde van los árboles?) Mercvre de France 2011, indaga en su tema predilecto, la muerte. Ante nuestros ojos desfila la patria herida, violada, devastada por el fuego inclemente de la guerra. La Patria que tiene mil, un millón de amantes, la Patria que se casa todos los días con alguien diferente y a la que la autora llama madre:
“Se casa con guerreros y soldados de plomo
La casa se hundía a medida que ella se casaba de nuevo y que
Las lágrimas corrían por nuestras mejillas”*[1]
Es una progenitora que a pesar de estar muerta sigue engendrando hijos de hombres desconocidos que la violan en el patio trasero de un cementerio. en realidad ella representa a la muerte:
A veces es una madre que ama a sus hijos, pero otras:
“La madre quería vender a sus hijos pero ningún camino los aceptaba”
“Entre la madre y nosotros estaba la sombra del invierno”
“La madre nos quería con brazos largos… para introducirnos en su sueño”
La madre, con cara de fuego, se pierde en las colinas o detrás de los árboles, es esquiva, a veces amante, y en general violenta. Es una trashumante en un “paisaje sedentario”. Cree partir cuando en realidad es el camino el que avanza.
Cuando hace referencia a la casa, describe su techo como una tumba, y al mismo tiempo como un hueco que entierra el sol:
“La casa le dio la espalda
Ella cavó un hueco dentro de otro hueco y cada noche enterró un sol”
La madre, eterna lavandera, lava la sangre de la tierra mientras que las manos de sus hijos se transforman en piedras.
Al final se pregunta quienes somos para contar la vida de nuestros padres mientras morimos con cada lámpara que se extingue.
Nota: La lectura de este libro me hizo sentir que en vez del Líbano, arrasado por guerras intestinas, la poeta hablaba de Colombia y de nuestros ríos de sangre; un país muy diferente a aquellos que se empeñan en mostrar sus habitantes, marcados por el signo de la violencia y de la pobreza, como el más feliz del planeta.
Nota
(1) La traducción de los poemas, o de sus fragmentos, es responsabilidad de la autora del presente artículo.
Poemas de Venus Khoury-Ghata
FUE AYER
(Où vont les arbres? _ ¿Adónde van los árboles?)
Fue ayer
hace mucho tiempo
la cólera del padre derribaba los muros de la casa
nosotros nos escondíamos detrás de las dunas para apagar sus gritos
El Mediterráneo giraba en torno nuestro como un perro gira delante de un mendigo
Madre nos llamaba hasta el crepúsculo
Lo que debía ser hermoso solo era triste
los jardines morían más lentamente que los hombres
nosotros nos comíamos nuestra pesadumbre hasta la última miga
y luego la asábamos en un chuzo bajo el sol
Fue hace tiempo
cansada de llamarnos
Madre dejó la tierra para entrar en la tierra
vista desde arriba parecía un guijarro
vista desde abajo parecía un montón de piñones de pino desperdigados
a veces lloraba y sus quejidos hacían temblar las hojas
la vida, le gritábamos, es una línea recta hecha de ruidos
la muerte un círculo vacío
afuera está el invierno
la muerte de un gorrión oscureció la nieve
nada la consolaba
Cuál es la noche dentro de todas las noches le preguntaba al búho
sólo que el búho no piensa
el búho sabe
nosotros lo recordábamos todos los días
luego una vez por semana
luego una vez por año
en una foto sus cabellos son de color sepia
los muertos envejecen como el papel
ERA NOVIEMBRE
(Où vont les arbres? – ¿Adónde van los árboles?)
Era noviembre de todas las vacilaciones
El crepúsculo no alumbraba las lámparas de aceite
Las manos tendidas para robar un poco de luz a la oscuridad
recogían el batir de alas
Madre abría los troncos de madera húmedos con sus tijeras como si fuesen vientres
de aves para rellenarlos de estallidos
de la misma forma nosotros escurríamos el umbral y el lienzo
nos inventábamos vecinos grandilocuentes con fuegos charlatanes
y les inventábamos rostros y una vajilla con campanilleos solemnes
el estupor nos invadía apenas declinaban sus nombres grabados en las piedras y en el cementerio
como lugar de reunión
CUANDO UN ÁRBOL LLORA TODA SU SAVIA
(Antología personal)
Cuando un árbol llora toda su savia
cuando golpea toda su albura para mostrar su dolor
cuando se pone de rodillas alrededor de su corteza
hay que hablarle en el lenguaje de abril
decirle que el otoño sólo es un invento.
PUESTO QUE SUS NOMBRES ERAN DEMASIADO LARGOS
(Antología personal)
Puesto que sus nombres eran demasiado largos para sus cuerpos de extranjeros
ellos se tallaron sus propios nombres de viajeros en la tela rústica de los caminos
Nombres tatuados bajo la piel
Por las ciudades cuya humareda sale de los altos hornos para olvidar las praderas asfaltadas
Las pestañas de la luna y del polvo, dicen
mientras golpean a las puertas de las mujeres para reencontrar una patria.