Velimir Jlébnikov

Dios, fue cosa tuya

 

(Versiones al español de Javier Lentini. Barcelona, 1929-1995)

Selección y notas de Albert Lázaro-Tinaut

 

 

Dios, fue cosa tuya

Dios, fue cosa tuya
Habernos creado mortales.
En revancha te lanzaremos
El dardo envenenado de la tristeza.
El arco está presto.

 

 

El alimento del palomo

Bebisteis el entibiado aliento del palomo
Y, entre risas, le llamasteis insolente.
Para él, que curvó el pico entre vuestros labios pintados,
Las alas palpitantes ¿erais vos su paloma? ¡Es difícil!
Una bandada de oropéndolas sobrevoló
El cuerpo como un triángulo de alba,
Ocultando con el crepúsculo de sus ceños
Los espejos matutinos de los mares.
Cayeron tan bajo como el canto de los zares.
Detrás de esa paja resplandeciente,
Como el viento cuando el tiempo es de oro,
Quizás el vuelo lanzado desde la colina
Tenía su conocido estremecimiento.
Y las patas purpúreas del palomo
Se hundieron en su cabello.
Regresó volando, helado de otoño,
Junto a los suyos en desgracia.

 

 

Criatura

¡Criatura!
Si los ojos se han cansado de ensancharse,
Si aceptas el nombre “fraternal”,
Y yo el de los ojos azules, juro
Llevar muy alta la flor de tu vida.
Es que soy como tú, he caído de una nube,
Me he sometido a muchos males,
Por no ser conveniente,
Siempre insociable,
Por todos inamable.
Si quieres seremos hermano y hermana,
¿Acaso no somos gente libre en una tierra libre?
Nosotros hacemos las leyes, las leyes no hay que temerlas,
Y moldeamos la arcilla de los actos.
Lo sé, eres preciosa, una flor azul celeste,
Y me siento tan bien, y tan de repente,
Cuando hablas de Sochi
Y se ensanchan los tiernos ojos.
Yo, que he dudado tanto tiempo y de tantas cosas,
De pronto creo para siempre
Lo que está allí grabado,
En vano tala el leñador…
Escaparemos a muchas palabras inútiles.
Servirte, simplemente, la misa matutina,
Como el peludo pope de larga melena,
Beber los arroyos azules de la pureza.
Y no temeremos los nombres terribles.

 

 

Histrión solitario

Y mientras sobre Tsárkoie Seló
Resbalaban el canto y las lágrimas de Ajmátova
Yo, deviniendo la madeja de una bruja,
Como un cadáver, somnoliento me arrastraba por el desierto
Donde agonizaba la imposibilidad:
Histrión fatigado
Avanzando pese a los obstáculos,
Y durante ese tiempo la frente ensortijada
Del toro subterráneo de las cavernas sombrías
Masticaba y comía hombres ensangrentados
Entre el humo de amenazas obscenas.
Y arropado en la voluntad de la luna,
Como el vespertino errante con su abrigo de sueño,
Saltaba en mi pesadilla sobre los abismos
De roca en roca.
Caminaba ciego mientras
El viento de la libertad me impulsaba
Y golpeaba con su lluvia oblicua.
Y arranqué la cabeza de toro con mi carne y poderosos huesos
Y la colgué del muro.
Como el guerrero de la verdad, la sacudí sobre el mundo.
¡Mirad!
¡En la frente ensortijada por la que antes quemaron a las masas!
Y con espanto
Comprendí que nadie podía verme,
Que había que sembrar ojos,
¡Que el sembrador de ojos debía llegar!

 

 

Aquí vagaba hechizado

Aquí vagaba hechizado
Aquí vagaba asediado
Por la jauría de perros de las palabras impresas
Que soñaban con morder mi cadera de azur.
Yo era la única grieta
Por donde el futuro
Caía en el cubo de Rusia.
Mi propia embriaguez
Era la gárgola para el mañana,
Para la cesta de lágrimas del mañana.
Nadie se alzaba durante las noches.
Lo que me consumía y torturaba –¡será, sí!
Como perro salvaje
Recorro la pista sagrada
Entre los viejos mares gigantes.
Sobre el sendero estelar,
Al resplandor del estelar refugio nocturno,
¡Oh espléndido tabique negro!

 

 

Exorcismo con risa

¡Ah, sonreíd, reidores!
¡Ah, engreíd, risueños
Que reís con risotadas! ¡Qué hazmerreír ridículos!
¡Ah, reíd risiblemente!
¡Ah, sonrisueños rientes – risoteos de irrisorios risibles!
¡Ah, risibilidades, ridícula rísica de irrisibles rientes!
Ristoleros, ristoleros,
Risos irrisorios, risadas reidoras,
Irrisorios, irrisorios
¡Ah, sonreíd, risueños!

 

 

-Los poemas seleccionados se han tomado del libro Velimir Khlebnikov. Antología poética y estudios críticos. Selección, traducción y presentación de Javier Lentini. Editorial Laia, Barcelona, 1984.

Velimir Jlébnikov Nacido en un asentamiento de calmucos budistas a orillas del mar Caspio, Víktor Vladímirovich Jlébnikov (1885-1922), conocido como Velimi ... LEER MÁS DEL AUTOR