Tomás Segovia. Partición

Presentamos algunos poemas del reconocido autor nacido en España y que vivió gran parte de su vida en México.

 

 

 

Tomás Segovia

 

 

Partición

 

XXII

Si del Amor, como Platón enseña,
nace en las almas el conocimiento,
en los cuerpos en cambio un mutuo y lento
conocer da al Amor su mejor leña.

Ésa fue tu enseñanza, oh mi pequeña:
con su ternura y su consentimiento,
ni ruin, ni avaricioso, ni violento,
tu goce yergue el mío y lo domeña.

Más dentro estallo cuanto más te entiendo,
poco a poco mi verga va aprendiendo
cómo excavar tu espasmo, aún invicta

cuando gimes mi nombre con locura;
y mi lengua a la larga se hace adicta
a tu vulva y su férvida textura.

 

XXIII

Sean dadas las gracias al sofoco,
al estertor, al hipo, a la ronquera,
a los ojos en blanco, a la bizquera,
a la turbia visión fuera de foco.

Con lealtad agradecida evoco
esa carne que vi por vez primera
retorcerse en su gloria, diosa y fiera,
y húmeda de sudor y baba y moco.

Aprendí para siempre, esa hora ardiente,
qué a gusto se revuelca el alma altiva
entre la piel, los pelos, la saliva,
y abolida y violenta y dependiente,
gime de gozo de acallar su empeño
y no ser reina, y célibe, y sin dueño.

 

XXIV

Qué bien bailabas cuando oscuramente
te sentías fundada en mi mirada.
Y a la vez, bien lo sé, yo no era nada
en tu ritual salvajemente ausente.

Ni yo ni nadie ni remotamente
te poseerá jamás ciega y borrada
como te poseía desalmada
la ola sola en tu viudez demente.

Duele saber que hundida en una cama
nunca darás lo que intocable alcanzas,
y yo no sé soltarme solo al pasmo;

mas lo que digo aquí, ¿dónde se trama?
¿dónde sabes que miro mientras danzas?
¿dónde tenemos juntos este orgasmo?

 

XXV

Hay una fantasía que a menudo
me hace temblar como una fiebre aguda:
tú yaces junto a mí toda desnuda;
yo yazgo junto a ti también desnudo.

Y pegado a tu flanco, ungido y mudo,
islas en ti mi piel cubre y escuda,
y su ritual las marca y las saluda,
y a un talismán con cada mano acudo:

una mano litúrgica en tu sexo
de vello montaraz; la otra en un pecho
y si pensara que me falta una,

tu otro pecho, lo sé, figura el nexo
con tu parte intocable, tu derecho
a un libre curso de remota luna.