

Presentamos tres textos de la reconocida autora estadounidense en la traducción al español de Eduardo Moga.
Tess Gallagher
SI ME QUEDO MUCHO RATO JUNTO AL RÍO
Si me quedo mucho rato junto al río
en noches de luna,
no creáis que mi atención obedece
a lo meramente estético, aunque
eso salve a la luz del día.
Sólo lo que alguna vez llamamos adoración
tiene los pies lo bastante ligeros como para transportar
a los vivos por esa brecha de fulgor.
Y quién dirá que no he cruzado el puente
porque lo haya utilizado como testigo,
para que el agua siguiera siendo agua
y las incongruencias de la luna cartografiaran
la unión de la que estaba segura.
DEJO DE ESCRIBIR EL POEMA
Dejo de escribir el poema
para doblar la ropa. Sin que importe quién vive
y quién muere, sigo siendo una mujer.
Siempre tengo muchas cosas que hacer.
Pongo juntas las mangas de su camisa.
Nada puede detener nuestra ternura. Volveré
al poema. Volveré a ser
una mujer. Pero por ahora
hay una camisa, una gigantesca
camisa en mis manos, y en alguna parte
una niña pequeña de pie junto a su madre
observando para aprender cómo se hace.
SECUESTRADOR
Me hace señas con una pregunta.
Está perdido. Le creo. Parece
que pronuncia mi nombre. Me
acerco. Vuelve a decirlo, el nombre
de alguien que ama. Retrocedo fingiendo
no escuchar. Sospecho
que la calle que busca
no existe, pero me alegro de señalar
lejos de mí. Mientras se vuelve
me quito el reloj, y así dejo un rastro
para los que deban encontrarme
volcada como un coche abandonado
en el barranco. Yazgo
sin aliento durante días, entre helechos.
Agujas de pino se amontonan
sobre mi cara y mi pecho
como manecillas
de reloj. Pasan los coches.
Imagino que es él
de regreso. Mi muerte
no es necesaria. El sol vuelve a subir
para todos. Me levanta
como a una novia
y de los hombros me caen las hojas
en billetes de veinte dólares.
“Has debido pasar frío— dice
cubriéndome con su pañuelo—.
Has debido darme por perdido”.
Habiendo perdido el futuro con él
Habiendo perdido el futuro con él,
estoy dispuesta a amar a quienes
no me ofrezcan futuro – la forma
que tiene el corazón de extraviarse
en el tiempo -. Él me lo dio todo, hasta
el último y jaspeado instante, pero no como un exceso,
sino como si un propósito oculto fuese
una fuente junto al camino
a la que pudiera acercar mis labios y saciarme
de recuerdos. Ahora el amor en una habitación
puede hacer que me pierda con suma facilidad,
como una niña que hubiese de volver deprisa a casa
ya de noche, y tuviera miedo de
encontrarla vacía. O sólo miedo.
Dime otra vez que esto sólo va a durar
lo que dure. Quiero ser
frágil y verdadera, como quien prolonga
el momento con su muerte intacta,
con su corazón, demasiado sabio,
limpio de los desechos que llamamos esperanza.
Sólo entonces podré volver a visitar al último superviviente
y saber, con la alborotada exactitud
de una ventana rota, lo que quería decir,
con todo el tiempo ido,
cuando decía: «Te quiero».
Y ahora ofréceme de nuevo
lo que pensabas que no era nada.