La ira del lenguaje
Obra: Algunas conjeturas – “ بَعْضُ الظَّنِّ “. El Cairo: Afaq Bookshop&Publishing House, 2006.
(Traducción del árabe al castellano por Khédija Gadhoum)
Moldeando llaves
Desaparecen los nombres y las llaves
atrancadas permanecen las puertas
Entonces no sabes cómo entrar y
abiertas permanecen las puertas
Entonces no sabes si entrar o no
Permanecen los verbos y tú los guardas
Persistes en tus intentos de recordar y
Ejerces una profesión con la que serás paciente
Para moldear las llaves
Cuando acabes de darle forma a la primera
Abres las primeras puertas cerradas
Para encontrar un montón de nombres gastados
Letras que nadie colecciona
Entonces desaparecen los nombres de las sobras de tu memoria y
Contemplas la utilidad de tallar llaves
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Pero tú
No sales de la habitación
Excepto para sonreír
(En el camino de Graz a Viena, 1-12-2006)
Café con canela
Repartes tu café a los invitados ilustres
Luego vigilas cómo se amargan las comisuras de sus labios
Y la psicosis
Y tu charla que pensabas que era tan dulce
Se vuelve espuma con gusto a jabón maloliente
Sin embargo sigues delirando
Y ellos obedeciendo
Era imprudente que pensaran
Que era su deber dar el pésame
Quién les informó
Ellos no lo saben
Y tampoco se atreven a dar ninguna señal de ese día
Lo más extraño:
Sigue repartiendo su café ilustre
en silencio
Los viernes sábados y domingos
Le añadió canela cuando en fila las mujeres aclamaban las sillas
(Viena, 1-3-2002)
La ira del lenguaje
Cada vez que escribía una palabra
Se caían algunas de sus letras exhaustas
Y en vigilia de cada línea seguía el lenguaje soberbio
Como un perro rabioso o una hiena
En un rincón de la página se acumula la soberbia
Del lenguaje que arrastra algunas letras exhaustas
Como si fueran presas mansas
Sin dejar ni letra ni punto
Y cuando acabe con todas ellas
Se acomoda en lo ancho de la página
Feo truncado haciendo eructos
De noche tiene hambre
Y allí no quedan letras
Brillan los ojos de las hienas en la oscuridad y
Se alejan melancólicas las voces
Y poco a poco se contraen los ojos
Hasta que desaparezcan
Vuelvo a escribir
Construyendo una por una las líneas
Conservando sus letras exhaustas
De la soberbia y el amansamiento
Y las digresiones agitadas
Y la ira del lenguaje
(Viena, 10-2-2002)
Consejos de mi abuela
Cuando era chico mi abuela me aconsejaba:
“¡Come bien para que crezcas!”
Y crecí
“¡Bebe mucha agua!
¡No trasnoches y no fumes;
Para que vivas más!”
Trasnoché y fumé
Y nunca morí
Pero en el ocaso de mi vida
Me senté una vez frente al televisor prendido
Para mirar zapatos pesados
Allanando el mundo
Para escuchar números infinitos
De los que acaban de conquistar el cielo
Apostando por su vivo entierro
A partir de ese momento
No logro conciliar el sueño
En otro canal
Me encontraba catando lo que había visto en otra lengua
Luego en otra lengua
Entonces tragaba todo con mis ojos
Mi cara se convirtió en destellos alterados
Y no dormí
El anuncio que arruinaba las transmisiones
Me seguía advirtiendo que alimentara bien el estómago
Y refrescara el estado de ánimo
Entonces, ¿cómo voy a dormir?
Abuelita
Crecí a última hora de la noche
Más de lo que esperaba
Para darme cuenta que los titanes insignificantes
Vinieron a esculpir todo lo que había en la tierra
Y arar el espacio
Para deleitarnos con noticias de zapatos pesados
Recién elaborados
Con tal de allanar el mundo
Abuelita
Ya no duermo ahora:
Por comer en exceso acá
Con tanta hambre que hay acá
Por beber en exceso acá
Con tanta sed que hay acá
Y tantas noticias que hay en exceso
Acá y allá
Abuelita
Nadie quiere entender la noticia
Los rostros irrumpen como fieras
Contra el cristal de las vitrinas
Y se aferran como péndulo de reloj
Rostros
Aún en busca
De zapatos idóneos para transmisiones instantáneas
(Viena, 28-3-2005)
No desperdicies
No desperdicies tus árboles
Entonces te encontrarás sin sombra
Y sin esencia
No desperdicies tu sombra
Entonces te desechará el cuerpo
Y sin rumbo te dejará el alma
(Struga, Macedonia, 26-8-2004)
Y “cómo” permanecieron
¿Cómo purificarme el alma ahora, rechazando las máscaras y reconquistando al
niño que está estudiando
La lección de la arena y metiendo el dedo como un alfiler en cada burbuja,
para dormirme
Con una cara serena y un corazón manso, y para elegir mi sueño en cada sueño?
Mi intención era purificar mi alma con agua tibia, pero estaba helada, y sin embargo
lo hice.
Con esto quería que mi sombra tal vez fuera como yo
Y no lo conseguí.
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La intención era rechazar mil máscaras extendidas por las manos para que participara en la celebración
– el carnaval.
Pero cada vez que me negaba, volvía a ponerme una nueva máscara de rechazo
Mientras sacudía la cabeza y escondía las manos.
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La intención era que mi niña memoria me enseñara a reír de nuevo;
Y a arrojarles a las personas preguntas con espinas.
Pero me volví cómplice de la dignidad.
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La intención era reventar estas burbujas que rodeaban a cada persona móvil e inmóvil. Pero el sonido
explosivo resultó alarmante fuera del calendario navideño.
Se convirtió en un delito menor contra la paz.
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La intención era colocar las preguntas como castillos de arena en la playa o como muñecos de nieve,
para que volviera a construirlos varias veces. Pero me convencieron para que formulara preguntas
de hierro.
No les importó mi pánico mientras se oxidaban.
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La intención era…
Y la intención era…
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Treinta y siete años en un mar de intenciones totalmente marchitas
Se volvieron como hojas de otoño, doradas, delicadas, a punto de
Gravitar por decreto del tiempo o premura de la ventisca
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Y “cómo” permanecieron
(Viena, 9-1-2020)