Primavera en Forest y otros textos
Traducción al español de
Stefaan van den Bremt y Marco Antonio Campos
Breve descripción
Tras la Segunda Guerra Mundial, la urgencia de renovación temática y formal expresaba la premura de hacer tabla rasa de los horrores de la guerra y de volver a empezar. En Bélgica la poesía experimental pisa los talones al movimiento internacional de COBRA en las artes plásticas, a la vez que puede ser considerada como una asimilación tardía del surrealismo francés. Su punto final es el libro Oostakkerse gedichten («Poemas de Oostakker», 1955) de Hugo Claus, cuya poesía de entonces –que entretanto se ha vuelto clásica– se sitúa en el filo de la tensión entre un vitalismo muy terrestre, «animal» y una inteligencia erudita. El brote del experimento reactivó un ímpetu de restauración y resultó en los años sesenta, con sus reivindicaciones internacionales de democratización, un regreso a la realidad cotidiana, a unos temas más tradicionales y a una forma más directamente accesible. […]
En Flandes, esta poesía de la «nueva mirada» fue practicada sobre todo por Roland Jooris […]. Como en otras regiones de Europa, el movimiento neorrealista flamenca estaba estrechamente vinculada a las artes plásticas. El poeta Jooris es el portavoz de los pintores de la «Nueva Visión», como Roger Raveel, Raoul de Keyser, Etienne Elias o el holandés Renier Lucassen. Como la «nueva pintura», la «nueva poesía» se caracteriza por su manera intensa de mirar, registrar y anotar, al tiempo que paulatinamente fija su atención en unos cuantos temas: paisajes y bodegas, fotos y cuadros. Sin embargo, la reproducción «objetiva» de lo que es registrado por la mirada poco a poco dejará el campo libre a una óptica más personal, a una mirada más tendenciosa. El poema de la mirada se vuelve poema con visión, en el cual el poeta, además de evocar lo que se ve, sugiere lo que no se presenta, lo que se fue, lo que ha desaparecido. […]
Un desarrollo parecido, alejándose del neorrealismo, es lo que caracteriza la obra de Stefaan van den Bremt, un poeta que no sólo es muy activo como traductor (entre otros de Bertolt Brecht, Nicolás Guillén y Octavio Paz) y ensayista, sino también como dramaturgo y como autor de textos de cabaret y letras de canciones. Esta obra pone de manifiesto un fuerte compromiso social, pero revela asimismo una evolución que deja ver a su autor como hijo de su tiempo: gradualmente el compromiso de los años sesenta se combina con y se sustituye por una mayor conciencia del propio yo. En su poesía han prevalecido más y más los elementos personales y claramente autobiográficos. En el contexto de la poesía flamenca este poeta tiene una voz personalísima, a la vez que se siente unido a una tradición internacional de poetas como Rilke, Valéry, Max Jacob, Aragon, Neruda u Octavio Paz. En una compilación de reseñas y ensayos sobre literatura latinoamericana, titulada Mijn verbeelding is jouw slaaf niet («Mi imaginación no es tu esclava», 1982), expresó acertadamente su compromiso «personal»: el escritor, el poeta, que quiera contribuir a la emancipación humana sólo lo logrará «mediante una conciencia agudizada de la ambivalencia que hace del lenguaje, del sueño, del amor, del juego, de la imaginación, sendas fuentes de desesperación para todos los espíritus unidimensionales.» A continuación concluye que la relevancia social de un texto, en última instancia, es una cuestión de creación formal. La poesía de Van den Bremt continúa debatiéndose entre lo individual y lo social, entre emoción e intelecto.
Anne-Marie Musschoot, catedrática de literatura neerlandesa moderna en la Universidad de Gante, en «La poesía en Flandes», prólogo a Más allá de mis manos / Siete poetas flamencos, Ediciones Colibrí, México, D.F., 2006
METAMORFOSIS
Al inclinar los amantes su rostro
con fuego el uno hacia la otra,
sus huesos se volvieron ingrávidos;
liberados del peso específico
de lo humano,
anduvieron a planear en el espacio
que abrazaban en su juego amoroso.
Fue cuando un ángel descendía en picada,
en sigilo, con las alas abiertas.
No les hizo caso. Y toda la piel
se le volvió negra como pan quemado
al unirse la pareja.
Y un momento quedó
inmóvil: ángel caído
del cielo, súbitamente
enviado a la tierra.
(De Una trampa en las nubes, 1971)
LA MEDALLA Y SU REVERSO
No lo que el panadero comenta sobre el clima,
sino lo que su pan dice en el desayuno.
No lo que el párroco predica como verdad en el púlpito,
sino adonde irá a pastar su rebaño.
No lo que difunde el matutino o el telediario de la tarde,
sino todo lo que se pasa por alto.
No lo que los poetas poetizan en poemas,
sino lo que se lee entre las líneas.
No el libro de memorias del general,
sino el punto de vista del soldado.
No la declaración después de la catástrofe
–pero no vayamos a repetirnos–.
Y nada de lo que los políticos
suelen sostener.
Pero tampoco los tapabocas
proverbiales (de antaño).
No la inauguración del monumento,
sino la tela que lo cubre.
No la sentencia de Su Señoría,
sino lo que calla
y por qué.
PRIMAVERA EN FOREST
Respirando más lento o más de prisa
entre muros que a veces se contraen
o de pronto pueden ensancharse,
y sin embargo resisten la presión.
Afuera
algo que se parece a la primavera
desafía este punto de vista
abstracto e irrumpe
en el momento preciso.
Cristal y rejas y astillarmiento en
lágrimas. Aprendemos vocablos nuevos,
inauditos como nosotros, afuera, libertad.
(De Primavera en Forest, 1976)
VISITA A LA CASA DE RUBENS
En esta casa-monumento el Maestro moró.
Cuando habitaba aquí, trabajó
–aun sin pintar–
por el embellecimiento del siglo
para mayor satisfacción de
gobernadores y prelados.
Este fue su taller:
aquí la pintura entró en
la época de la manufactura.
Muchas obras suyas fueron obra
de muchos. Él corregía los planos
de obras que le eran encargadas,
instruía a sus discípulos en el arte
de la ejecución, corregía
otra vez y ponía su firma.
Por la mano de este diplomático
aun la desnudez se volvió vestimenta,
el descendimiento de la cruz una hazaña,
el sufrimiento un triunfo –una vieja
creencia que encarna voluptuosamente
en el combate contra la duda–. Con justicia
hoy se le festeja entre los nuestros
como el más sensual de los pintores.
Con los más modernos medios
instruía a su pueblo cómo
rendir homenaje al modo de ver
de los soberanos.
ODA AL GORRIÓN
Chusma entre los pájaros,
chusma que sale silbando y
vuelve a ráfagas como
polvareda que trina,
granuja que pelea por
cada migaja, plebe
bañándose en polvo,
vagabundo muy casero,
golfo desviviéndose
por su amigote,
insolente que hiede
los cagajones, canalla
que emprende el vuelo.
(De Otros poemas, 1980)
Medita sobre el amor, musa.
Estas son las palabras.
Canta el amor, poeta,
canta. Inventa de nuevo
la más vieja música.
Canta el amor
sin sonsonetes,
sin tonitos.
Gime de amor.
Y canta.
*
Vagando sin rumbo,
tomé el estrecho
de ceniza y espuma,
de aurora y rocío.
De ceniza y miga,
de vereda y pavo,
de vara y pulgada,
de garra y gato.
Vagando sin rumbo,
tomé el estrecho
de ceniza y espuma.
Quería a una mujer.
(De La pareja impar, 1981)
Tocaré la trompa desde lo alto de la torre. **
Lejos sonará. Escucha: lejos, perdido.
En jaque me ponen con la torre. Juego
con fuego frío –el de la ira de marfil–.
***
Entre taludes, detrás de dunas,
al paso estrecho y al huerto
lleva la palabra, hacia
el reino de vara y pulgada.
Al reino de gato y garra,
al huerto y al paso estrecho
lleva el camino inmisericorde.
Donde un hombre toma a una mujer.
(De Enjambradera, 1986)
ACTAS
Auténticas, civiles, privadas, públicas.
Dando fe del nacimiento. De la denuncia. Actas
de notoriedad, de deferencia, impedimento, anuencia.
Partida de matrimonio. De compra. De venta. De defunción.
1
Flores, frutas, aves y caza menor,
enseres domésticos, armas, etc., arreglos florales,
piezas de caza mayor, escenas de cocina, hortalizas,
desayunos o pasteles, bodegones de la vanidad,
naturaleza muerta con pez, copas verdes
y redondas de vidrio soplado, lo que al pasar
se para, el tintineo de cristales,
lo que se para y pasa, la taza de estaño,
el platón que respira, la cesta ebria, la suma
del déficit, el agitado mantel, la tela
tensa, la luz instantánea, la ilusión
duradera, el fulgor fastuoso del vino,
el peso justo, el equilibrio arisco,
un siglo de oro, el llamado metrónomo,
ser o no ser, una capa de barniz,
exactitud notarial, la recolección
nunca satisfactoria.
2
Éste es el almacén de las herramientas.
He aquí todas las herramientas del hombre:
la vajilla de cerámica, la rueda, el arado y
la escritura, el mecanismo del reloj, el telar,
el mapa y la brújula. Aquí no faltan
el sílex –que guarda rencor al hierro–,
el percusor, la recámara del primer fusil,
la camisa de fuerza y el escudo, el reloj registrador,
el potro de tortura, la medida y el peso. Y he
aquí la palabra, la adjunta de la cosa,
que representa y guarda todas
las viejas herramientas.
(De Con ojos llenos de olvido, 1989)
EL CAMINO
Cuando Confucio muestra el Camino
al misionero errante en el Imperio Central,
y frunce las cejas por la predilección
de los guías indígenas de aquel extranjero
por senderos nocturnos y veredas sinuosas,
el jesuita comenta: “Hay un solo Camino,
pero muchas maneras legítimas
de recorrerlo.” –“¡No se ande con rodeos!”
advierte Confucio. –“¿Qué son rodeos?”
pregunta el descaminado y se explaya
sobre casuística, necesidad y Providencia,
y sobre el desvío, a veces necesario, para llegar
al Fin Último. Confucio calla. Observa
cómo el otro, con su razón incomprensible,
en un círculo siempre más ancho, regresa
a su punto de partida.
CABEZA EN ESTACA
(de Giacometti)
Así, con la boca abierta por
la sorpresa, quedaremos
aturdidos, como
el pez que, queriendo tragar aire,
se dejó pescar por el anzuelo;
tendrán que cerrarnos la boca,
sujetarnos las mandíbulas
que ya ceden, que se descomponen,
reacias, que no comprenden – como
cabeza terca en una estaca.
(De Salteador y viajero, 1992)
ESPECTRO DE TÍA ABUELA
Está de regreso, mírala: por allá va
rumbo al camposanto, arrastra una pierna.
Si fijo en ella la vista, mira de reojo,
si no la llamamos, si yo solo, sólo yo,
no corro a su encuentro y grito y la beso
en la mejilla gélida con la mancha parda,
y la arrastro a casa como antes, cuando
todavía no era espectro y enloquecía
de amor por mí. Ha pasado; inmóvil miro
atrás en el tiempo, y no sé qué hacer
con ella, y conmigo, y con mi autorreproche.
Y lo que hubiera querido gritarle,
lo escribo: así distingo con más nitidez
lo que no puedo decir y lo que calla.
(De Acervo imaginario, 1995)
MOTIVO VIAJERO
(sobre una pintura de Solange Abbiati)
El motivo estaba harto
de sólo ser un patrón
en la alfombra. Anhelaba
descubrir el ancho mundo, y se fue
como zarcillo de hiedra en el
vacío. Se estiró, en busca
de una relación que no existía
más que en la alfombra. Valeroso,
el motivo se encabrita contra
el cielo, como una pluma de casco.
Echa una mano y envuelve
de colores y sonidos cálidos
aquella rama pendiente.
(De Una mosca de alas de oro, 1997)
VÍSPERAS
Alto y agudo como ángulo de escuadra,
el repique de la campana por las vísperas,
que ahuyenta a los grajos del campanario.
Más agudas, más allá de los grajos,
las golondrinas habitan en el azul;
allá recogen viandas aladas
y giran, y jalan, y largan como
grumetes el cordaje inalcanzable.
FÉLIX, POR PAUL
(Klee, 1906)
Un padre como primo segundo de Dios.
Irreversiblemente un cráneo calvo cubre
la mirada gélida, un escepticismo
que se atenúa en el lecho de una barba.
Un padre como príncipe elector, insobornable,
que elige al emperador. No por propia mano
que descansa: hecha está la obra. Las manos
de su hijo han de coronarla.
Un hijo como un suizo en la llanura
de una página blanca, un hijo sin
otra arma que el ojo indefenso, cuya mano
no empuña otro cetro que la pluma, un hijo
que muere en cada rasgo:
en su obra crea a su padre.
(De Mareas del habla, 1999)
CUENTA ATRÁS
El hombre que nació viejo y murió niño: la edad para atrás.
(César Vallejo, Contra el secreto profesional)
Contando desde la vejez a la infancia
–otro niño problemático, nacido viejo,
muerto joven, más solo que nunca
en esta multitud que casi lo deshace,
mientras uñas idiotas, pelo y barbas
siguen creciéndole–. ¡A cortar y a afeitar
al que no pueda largarse a tiempo!,
se dice el empleado dentro de su levita
por orden del jefe con hocico de puerco.
Un dolor más, y se vuelve al regazo.
Se acaba la cuenta para quien no quiere
oír y no llega a viejo: experimentará
cómo la suma disminuye a menos que cero
de ese tiempo que se ha vivido al revés.
(De Voces de la llanura, 2001)
MADAME CHIANG
En sombra de mallas finas
se encamina Madame Chiang,
como si llevara el paso,
pasito de pie de verso,
de la baldosa a la losa;
su pekinés corretea
del olor al hedor,
de la meada a la caca;
su padre arrastra los pies
de Bruselas a Pekín
en sus recuerdos
–y en ocasiones a Tokio,
ya que Madame Chiang
tenía madre japonesa
pero no marido chino–.
Bajo las flores del tilo
camina Madame Chiang,
y a lo chino ella planta
ambos pies en la tierra,
como si a cada paso
solicitara perdón
por no ser tilo
ni gingo ni cerezo,
por levantar los pies,
por tomar sedativos,
arrástrase en tierra extraña,
vuelve hacia un inicio
que no es menos extraño
que en ese tiempo y allá lejos,
va de aquí para allá,
de planta a planta del pie,
y tropieza con una sombra
que no resulta la suya.
(De Junturas, 2009)
* El 4 de febrero de 1974, por una supuesta complicidad con la resistencia palestina, el autor de este libro fue trasladado a un centro de detención en una división administrativa de Bruselas, que en francés se llama Forest (en neerlandés “Vorst”, palabra que quiere decir ”monarca” o, en un otro contexto, “helada”).
** Escrito en la torre llamada “Alte Hauptfeuerwache”, un antiguo parque de bomberos –cuyo emblema era la trompa– en la ciudad de Mannheim (Alemania), donde pude residir en la segunda mitad del año 1983.