Stamatis Polenakis

Canción nocturna

 

 

 

(Traducción al español de Virginia López Recio)

 

 

 

 

SALMO

 

El baile, todo baile, querida Irene Nemirovsky

es sobre esta tierra un baile de muerte.

Algo sucedió aquí y es tan irreparable

que hace que todos nuestros hijos nazcan muertos

o con un número imborrable grabado sobre la piel

Lo único que quiero decir es que nada cambia jamás

y el mundo sigue siendo lo que ha sido siempre:

Una enorme sala de torturas, pero esto es algo

que debería decirse de otra manera,

tal vez en una lengua distinta

que no conozco porque aún no existe

y he de inventarla ya que la lengua antigua

que una vez nos fue dada fue destruida

como abrigo hecho jirones

y ya no nos protege de la ola de frío;

como un viejo par de zapatos

que se deshace tras siglos

vagando inútilmente.

Obligación nuestra es hacer que suenen de verdad

las palabras como una vez sonó

el Discurso relámpago de Dios

atravesando las nubes.

 

 

 

 

ENFERMEDAD HACIA LA MUERTE

 

La vela que hoy sostienes

mañana se apagará para siempre, Regina.

Tu mano reluciente, tu rostro

en el espejo roto

es el poema que no escribirá nadie.

La última imagen tuya la recordaré para siempre.

Olas sobre las ruinas de Elsinor

lluvia de piedra negra de los volcanes.

La belleza no nos pertenece, Regina,

a ningún hombre pertenece ya la belleza

lo que tocamos pertenece directamente a la ceniza

pero eso es algo que tú no debes entender.

Adiós, Regina, el mundo se aleja,

el mundo es el poema

que no leerá nadie.

Adiós, Regina, mañana arrojaré tu anillo

al espumoso mar y todo

tomará de nuevo su camino.

Un día tiraremos todo sobre nosotros

y nos libraremos

de la insoportable carga del mundo.

Esta enfermedad no es hacia la muerte.

Yo Johannes Silentio

contraje matrimonio con el silencio.

 

 

 

 

ANIVERSARIO

 

Hoy 14 de abril, día del suicidio

de Vladimir Mayakovski

arrastro mi barca por la oscura agua

y remo completamente solo hasta el extremo del mundo

allí donde nos espera el que soportó

en sus enormes hombros su propia muerte

aquel que atravesó a paso rápido

las estepas heladas llegando allí

donde nosotros jamás logramos llegar:

al gran reino del proletariado del amor

y yo que escribo este poema

os confieso que una vez seguí

su funeral encaramado

en la rama de un árbol muy alto

del que fue imposible que me bajaran

y marcaba con piedras las cabezas de los ministros

que pronunciaban la oración fúnebre

y no consiguieron atraparme jamás

pero más tarde

me arrestaron por echar pan

a las palomas que morían de inanición

en la Plaza Roja

y hoy

después de tantos años me detengo de nuevo

ante la tumba de Vladimir Maiakovski

y dejo en la tierra húmeda

las escasas flores marchitas que compré

del cesto de la pobre florista enferma

me detengo bajo la lluvia y esparzo

mis últimas flores marchitas

en la tumba de Vladimir Maiakovski

únicamente

porque la barca del amor la destrozó la vida

y así esparciré hasta el final mis tristes flores

hasta que también a mí, de una vez por todas,

me lleve el diablo

junto con todos mis manuscritos a medio terminar.

 

 

 

 

CANCIÓN NOCTURNA

 

Mi querida Christine Delaney

quería que pudieras leer ahora

este poema que te mando

y que no es otra cosa que una respuesta inútil

a aquel otro poema de despedida

que habías escrito y que me regalaste una vez

hace tantísimos años en otra vida.

Yo era muy joven entonces y me iba aprisa

a otros lugares

y ni una vez miré hacia atrás.

Ahora es ya muy tarde para regresar

y no sé nada; ni siquiera

dónde se encuentra tu tumba.

Tal vez al lado de tu querida

mar de Irlanda

en las playas de arena gris de Donegal

entre las piedras

o incluso en la isla desierta Blasket

más lejos que la tierra de las lágrimas

allí donde una vez pescadores andrajosos

vieron en una noche de densa niebla

a Jesús pasar andando

sobre las olas.

Ahora ya es muy tarde para regresar

pobre amiga, Christine Delaney

y no sé ni dónde se halla tu tumba.

De ti no ha quedado más

que esta triste nana

que se escucha alguna vez

en la noche oscura

y una pequeña cruz

con un epígrafe medio borrado

que alguna vez leerá casualmente

algún caminante solitario

o alguien que perdió para siempre su camino.

Imagen pasajera de la vida

te guardé cuanto pude.

 

 

 

 

MANUSCRITO
DE UN ESCRITOR DESCONOCIDO

 

Incluso así, la Historia podría

transformarse en el lugar de nuestra felicidad

cuando aquella noche expulsados para siempre

del paraíso

fatigados y empapados por la lluvia

encontramos refugio, amor mío

en una posada medio derruida

que por un extraño juego del destino

era la misma en la que pasaron la última

noche de sus vidas

Kleist y Henriette Vogel

hace muchos años

y subimos la misma oscura escalera

que crujía bajo nuestros pasos

pero ahora la posada estaba totalmente desierta

y no había nadie más que

tú y yo

fatigados y empapados por la lluvia

Y así como Kleist había agarrado entre sus manos

llorando el rostro de Henriette

así también agarré yo tu rostro

entre mis manos

y lloré con lágrimas de amargura

porque sabía que apenas amaneciera

te perdería para siempre

y te perdí realmente,

ya que poco antes del amanecer

nos despertó bruscamente del sueño

aquel fatídico pistoletazo

que llegaba del otro lado del lago

y lo único que alcanzamos a ver

antes de que nos cubriera la eterna oscuridad

fue una bandada de pájaros negros

que se iban aterrorizados

y desde entonces empleé mi vida

en intentar inútilmente encontrarte de nuevo

y jamás supe nada de ti

ni tan siquiera tu nombre.

 

 

 

 

ASILO

 

Rápido o lentamente, llega siempre el momento

en que el poeta ve su rostro

en el espejo de la locura.

Pero yo, hijo bastardo

de la desgraciada Camille Claudel,

cincelo en la oscuridad su busto fúnebre

con poca tierra y estas mínimas palabras.

No quiero recordar nada más

salvo la última imagen de mi madre;

su cabello radiante que ondea suelto

en la eternidad mientras ella permanece inmóvil

en el patio nevado

entonando con dulzura entre sus brazos una nana

a un gato muerto.

 

 

 

-Del poemario La piedra gloriosa (2016).

 

Stamatis Polenakis (Grecia, 1970). Poeta, dramaturgo, novelista y traductor, nacido en Atenas. Estudió en el Departamento de Literatura Española de la Univer ... LEER MÁS DEL AUTOR