Canción nocturna
(Traducción al español de Virginia López Recio)
SALMO
El baile, todo baile, querida Irene Nemirovsky
es sobre esta tierra un baile de muerte.
Algo sucedió aquí y es tan irreparable
que hace que todos nuestros hijos nazcan muertos
o con un número imborrable grabado sobre la piel
Lo único que quiero decir es que nada cambia jamás
y el mundo sigue siendo lo que ha sido siempre:
Una enorme sala de torturas, pero esto es algo
que debería decirse de otra manera,
tal vez en una lengua distinta
que no conozco porque aún no existe
y he de inventarla ya que la lengua antigua
que una vez nos fue dada fue destruida
como abrigo hecho jirones
y ya no nos protege de la ola de frío;
como un viejo par de zapatos
que se deshace tras siglos
vagando inútilmente.
Obligación nuestra es hacer que suenen de verdad
las palabras como una vez sonó
el Discurso relámpago de Dios
atravesando las nubes.
ENFERMEDAD HACIA LA MUERTE
La vela que hoy sostienes
mañana se apagará para siempre, Regina.
Tu mano reluciente, tu rostro
en el espejo roto
es el poema que no escribirá nadie.
La última imagen tuya la recordaré para siempre.
Olas sobre las ruinas de Elsinor
lluvia de piedra negra de los volcanes.
La belleza no nos pertenece, Regina,
a ningún hombre pertenece ya la belleza
lo que tocamos pertenece directamente a la ceniza
pero eso es algo que tú no debes entender.
Adiós, Regina, el mundo se aleja,
el mundo es el poema
que no leerá nadie.
Adiós, Regina, mañana arrojaré tu anillo
al espumoso mar y todo
tomará de nuevo su camino.
Un día tiraremos todo sobre nosotros
y nos libraremos
de la insoportable carga del mundo.
Esta enfermedad no es hacia la muerte.
Yo Johannes Silentio
contraje matrimonio con el silencio.
ANIVERSARIO
Hoy 14 de abril, día del suicidio
de Vladimir Mayakovski
arrastro mi barca por la oscura agua
y remo completamente solo hasta el extremo del mundo
allí donde nos espera el que soportó
en sus enormes hombros su propia muerte
aquel que atravesó a paso rápido
las estepas heladas llegando allí
donde nosotros jamás logramos llegar:
al gran reino del proletariado del amor
y yo que escribo este poema
os confieso que una vez seguí
su funeral encaramado
en la rama de un árbol muy alto
del que fue imposible que me bajaran
y marcaba con piedras las cabezas de los ministros
que pronunciaban la oración fúnebre
y no consiguieron atraparme jamás
pero más tarde
me arrestaron por echar pan
a las palomas que morían de inanición
en la Plaza Roja
y hoy
después de tantos años me detengo de nuevo
ante la tumba de Vladimir Maiakovski
y dejo en la tierra húmeda
las escasas flores marchitas que compré
del cesto de la pobre florista enferma
me detengo bajo la lluvia y esparzo
mis últimas flores marchitas
en la tumba de Vladimir Maiakovski
únicamente
porque la barca del amor la destrozó la vida
y así esparciré hasta el final mis tristes flores
hasta que también a mí, de una vez por todas,
me lleve el diablo
junto con todos mis manuscritos a medio terminar.
CANCIÓN NOCTURNA
Mi querida Christine Delaney
quería que pudieras leer ahora
este poema que te mando
y que no es otra cosa que una respuesta inútil
a aquel otro poema de despedida
que habías escrito y que me regalaste una vez
hace tantísimos años en otra vida.
Yo era muy joven entonces y me iba aprisa
a otros lugares
y ni una vez miré hacia atrás.
Ahora es ya muy tarde para regresar
y no sé nada; ni siquiera
dónde se encuentra tu tumba.
Tal vez al lado de tu querida
mar de Irlanda
en las playas de arena gris de Donegal
entre las piedras
o incluso en la isla desierta Blasket
más lejos que la tierra de las lágrimas
allí donde una vez pescadores andrajosos
vieron en una noche de densa niebla
a Jesús pasar andando
sobre las olas.
Ahora ya es muy tarde para regresar
pobre amiga, Christine Delaney
y no sé ni dónde se halla tu tumba.
De ti no ha quedado más
que esta triste nana
que se escucha alguna vez
en la noche oscura
y una pequeña cruz
con un epígrafe medio borrado
que alguna vez leerá casualmente
algún caminante solitario
o alguien que perdió para siempre su camino.
Imagen pasajera de la vida
te guardé cuanto pude.
MANUSCRITO
DE UN ESCRITOR DESCONOCIDO
Incluso así, la Historia podría
transformarse en el lugar de nuestra felicidad
cuando aquella noche expulsados para siempre
del paraíso
fatigados y empapados por la lluvia
encontramos refugio, amor mío
en una posada medio derruida
que por un extraño juego del destino
era la misma en la que pasaron la última
noche de sus vidas
Kleist y Henriette Vogel
hace muchos años
y subimos la misma oscura escalera
que crujía bajo nuestros pasos
pero ahora la posada estaba totalmente desierta
y no había nadie más que
tú y yo
fatigados y empapados por la lluvia
Y así como Kleist había agarrado entre sus manos
llorando el rostro de Henriette
así también agarré yo tu rostro
entre mis manos
y lloré con lágrimas de amargura
porque sabía que apenas amaneciera
te perdería para siempre
y te perdí realmente,
ya que poco antes del amanecer
nos despertó bruscamente del sueño
aquel fatídico pistoletazo
que llegaba del otro lado del lago
y lo único que alcanzamos a ver
antes de que nos cubriera la eterna oscuridad
fue una bandada de pájaros negros
que se iban aterrorizados
y desde entonces empleé mi vida
en intentar inútilmente encontrarte de nuevo
y jamás supe nada de ti
ni tan siquiera tu nombre.
ASILO
Rápido o lentamente, llega siempre el momento
en que el poeta ve su rostro
en el espejo de la locura.
Pero yo, hijo bastardo
de la desgraciada Camille Claudel,
cincelo en la oscuridad su busto fúnebre
con poca tierra y estas mínimas palabras.
No quiero recordar nada más
salvo la última imagen de mi madre;
su cabello radiante que ondea suelto
en la eternidad mientras ella permanece inmóvil
en el patio nevado
entonando con dulzura entre sus brazos una nana
a un gato muerto.
-Del poemario La piedra gloriosa (2016).