Soledad Álvarez

Después de tanto arder

 

 

 

 

 

Bodegón

 

La mujer casada

se levanta todos los días a la misma hora

del mismo lado de la cama.

Sin hacer ruido

espanta a los pájaros del sueño

—su sed de cielo su hambre

de entrañas—

y atados los pasos a la tierra

atraviesa el umbral

del cuadro que la espera.

 

Sobre la mesa de la cocina

el sol de verano ilumina la fuente de frutas

la barra de pan el queso impávido.

 

La mujer casada no ve la belleza del bodegón:

viene y va sin pensamiento de las ollas al horno

fríe los huevos cuela el café.

Antes de que entren a la escena los niños

y el ojo del marido eche a andar el reloj

habrá puesto el mantel tenedores platos

y en los labios insomnes

mordidos por el vacío

la mejor sonrisa.

 

 

 

 

Muchacha enamorada

 

Después de la cena

de dormir a los niños y dejar cabeceando

al marido en su sillón mullido frente al televisor

la mujer casada lava los platos

y en el agua de jabón

en la espuma del cansancio

la muchacha enamorada que fue

regresa del olvido al inicio del camino:

 

entre la loza muda la risa

la cabellera al aire que no es el aire

sino la ventada del deseo

la alegría de correr con los brazos abiertos

a los brazos que la esperan

desbocado el corazón a los brazos del hombre

que dice querer vivir solo para quererla

mirar por sus ojos oír tocar lo que ella

hacerla feliz.

 

Música del cielo la declaración de amor

postal romántica los dos embelesados en el banco del parque

(mirándose algo que no conocen entreabre las puertas a la inmensidad)

él le entrega como sacramento el anillo de compromiso

ella dice que sí al arrebato de seguirlo sin cláusulas

sin preguntar hacia dónde hasta cuándo

¿hasta que la muerte nos separe?

 

Al fondo los árboles insaciables de pájaros

y amores núbiles

testigos tantas veces de la ficción.

 

 

 

 

Aniversario

 

Han pasado veintidós años

y sigo olvidando la fecha del aniversario

perdida en el círculo extravío las gafas

las llaves del carro cuando vamos a salir

 

tú olvidas mi cumpleaños

acuciado por la prisa de tus fantasmas

dejas la ropa en el suelo el baño mojado.

 

Cada vez más somos nosotros mismos.

Cada vez el amor

como gota de agua sobre una roca

sigue su curso.

 

 

 

 

Contradicción

 

Si digo blanco tú dices negro

si sumo tú restas

si me desvisto te vistes

si abro puertas tú las cierras

 

si vuelo aterrizas

si ardo te hielas

si florezco languideces

si lluevo te resguardas

bajo la capa impermeable del silencio.

 

Así de contradictorio es el amor

de los casados:

su posibilidad de ser y no ser

al mismo tiempo.

 

 

 

 

Vete de mí

 A Minou Tavárez Mirabal

 

Tengo las manos tan deshechas de apretar
que ni te puedo sujetar.
Vete de mí.
Homero y Virgilio Expósito

 

Otra herida en las manos

otra vez el cuchillo como el adiós

te sorprende.

Pasa por descuidar el filo

por no querer ver el presagio

en los ojos del pez muerto

en el bar las aristas del final.

Tonta, queriendo bordar el aire

te equivocaste de nuevo

y sangrarás te coserán la pena

dolerá.

 

Escóndele la sutura

que no vea la cicatriz de la infancia

la cicatriz de la noche suicida

del escorpión escondido

entre los tréboles de la fortuna

todas las batallas muertes vividas en las manos

por los dedos largos tendrías que haber

sido pianista —como quería la abuela—

esposa con el anillo de la paciencia

en el anular —como quería la madre—

y no llegaste ni siquiera al ornamento

a entretejer la corona pintarte las uñas

de rosa ilusión

 

ahora cómo mostrarlas rotas

cómo extender en la mesa las manos de mendiga

tan deshechas de apretar

no podrían sujetar al que se va:

escriban la herida en el poema.

 

 

 

 

-Soledad Álvarez
Después de tanto arder
XXII Premio Casa de América de Poesía Americana
Colección Visor de Poesía
España, 2023

 

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Soledad Álvarez (Santo Domingo, 1950), poeta y ensayista, Premio Nacional de Literatura de su país en 2022, se sumerge en la intimidad de la mujer para ext ... LEER MÁS DEL AUTOR