

Presentamos algunos textos del destacado cantautor cubano.
Silvio Rodríguez
Acerca de los padres
Cuando venía de la escuela
y alguien le quitaba un medio al niño
su padre le pegaba haciéndolo salir
Tenía que romperle la cara sin llorar
Si se ponía a dibujar sus casas y soles le hacía trizas
Los machos juegan a las bolas y a pelear
Búscate un papalote y deja de soñar
No pudo decir que tuvo miedo
No pudo decir que le dolía
No pudo decir que era salvaje lo que hacía
No pudo llorar como pensaba
No pudo pedir ayuda alguna
No pudo sino tragar en seco su amargura.
¿Quién?
¿Quién tiene un hijo en las entrañas?
¿Quién le está dando el desayuno
para cobrárselo mañana?
¿Quién? ¿Quién? ¿Quién?
¿Quién?
¿Quién juguetea con alquimia?
¿Quién quiere fabricar cerebros
y sólo esta sembrando muertos?
Y la erosión le trajo un sexo
Y una presencia ante la vida
Sellados por un fuerte cordón umbilical
Pues por su filiación sexual le juzgarán
Hoy los archivos se desbordan
de psicopatías y prejuicios,
de mutiladas fantasías del horror,
de remendados en la frente y el amor.
De nada le sirve ser amigo,
de nada le sirve ser hermano.
El sexo es el juez universal del ser humano
Y si eres mujer no pidas ni agua
si cambias de hombre por semana.
El odio te sigue inevitable cama a cama
¿Quién?
¿Quién tiene un hijo en las entrañas?
¿Quién le está dando el desayuno
para cobrárselo mañana?
¿Quién? ¿Quién? ¿Quién?
¿Quién?
¿Quién juguetea con alquimia?
¿Quién quiere fabricar cerebros
y sólo esta sembrando muertos?
¿Quién? ¿Quién? ¿Quién?
¿Quién?
¿Quién? ¿Quién? ¿Quién?
¿Quién?
Emilia
Emilia, tus ruinas las leí con buena voz,
tienen puertas como tú.
Qué ridículas mis cartas,
Qué ridículas las sombras de mis sueños.
Qué bien te recuerdo llorando.
Emilia, has ido junto con cada canción,
escondida en un baúl
como un signo inevitable,
y hay anécdotas tirándome del ceño.
Qué bien te recuerdo llorando.
Qué dirá tu instinto cuando sienta esta
canción
y qué dirás tú, que te acercas
a la máxima distancia entre nosotros.
Quién conoce que un soldado moribundo te cantaba,
que hubo olores de una selva,
que había cines,
que llovía.
Vallejo así nos descubrió,
Byron estaba en su lugar.
Todo pasaba con nosotros.
Emilia, que horriblemente hermoso
era aquel tiempo.
Emilia, qué pasa,
cuál resaca nos llevó al silencio,
a recordar.
Algún viento nos ha dado
y en sus puntas discutimos con la muerte:
que no te sorprenda llorando,
Emilia.
El Mayor
A la memoria del Mayor General
Ignacio Agramonte y Loynaz,
en el centenario de su caída en
combate en la sabana de Jimaguayú,
el 12 de mayo de 1873.
El hombre se hizo siempre
de todo material:
de villas señoriales
o barrio margina.
Toda época fue pieza
de un rompecabezas
para subir la cuesta del gran reino animal,
con una mano negra
y otra blanca mortal.
Mortales ingredientes
armaron al Mayor:
luz de terratenientes
y de Revolución:
destreza de la esgrima,
sucesos como un preso,
Amalia abandonada
por la bala,
la vergüenza, el amor;
o un fusilamiento,
un viejo cuento
modelaron su adiós.
Va cabalgando
El Mayor con su herida,
y mientras más mortal el tajo,
es más de vida.
Va cabalgando
sobre una palma escrita,
y a la distancia de cien años
resucita.
Trota sobre la espuma,
seguido por un mar
de negros en machete
y sin encadenar.
Ordena a su corneta
el toque de a degüello,
y a un siglo de distancia
entona nuestra canción
y con recia garganta
canta,
espanta
lejos la maldición.
Va cabalgando
El Mayor con su herida,
y mientras más mortal el tajo,
es más de vida.
Va cabalgando
sobre una palma escrita,
y a la distancia de cien años
resucita.
Paula
Debiera bastar con inventar tus ojos,
debiera bastar con hacerlos vivir.
Tus ojos abiertos son como tu historia:
van solos contando mil cosas de ti.
Los veo cual si viera la esfera de un brujo,
les veo países y escenas de amor,
mas donde debieran quedar los jardines
yacen instrumentos de hacer la labor.
Paula,
pequeña hermanita, niña sin jardín,
por no tener flores sembraste una en ti.
Paula,
yo pudiera darte un inmenso jardín
si pudiera darte todo mi país.
Yo sé de las cientos de suertes que corren
las flores silvestres, la flor sin jardín,
pero también sé que sequías y piedras
no pueden con una razón de vivir.
Paula,
pequeña hermanita, niña sin jardín,
por no tener flores sembraste una en ti.
Paula,
yo pudiera darte un inmenso jardín
si pudiera darte todo mi país.
Sueño con serpientes
Hay hombres que luchan un día
y son buenos.
Hay otros que luchan un año
y son mejores.
Hay quienes luchan muchos años
y son muy buenos.
Pero hay los que luchan toda la vida:
esos son los imprescindibles.
Bertolt Brecht
Sueño con serpientes, con serpientes de mar,
con cierto mar, ay, de serpientes sueño yo.
Largas, transparentes, y en sus barrigas llevan
lo que puedan arrebatarle al amor.
Oh, la mato y aparece una mayor.
Oh, con mucho más infierno en digestión.
No quepo en su boca, me trata de tragar
pero se atora con un trébol de mi sien.
Creo que está loca; le doy de masticar
una paloma y la enveneno de mi bien.
Oh, la mato y aparece una mayor.
Oh, con mucho más infierno en digestión.
Ésta al fin me engulle, y mientras por su esófago
paseo, voy pensando en qué vendrá.
Pero se destruye cuando llego a su estómago
y planteo con un verso una verdad.
Oh, la mato y aparece una mayor.
Oh, con mucho más infierno en digestión.