Sharon Olds

Oda con un silencio

 

 

(Traducción al español de Elvira Sastre y Juan José Vélez Otero)

 

 

 

 

ODA A MI HERMANA

 

Sé por qué dicen que el corazón está en

el corazón. Cuando piensas en la gente que quieres,

se calienta justo ahí. Quiero dar las gracias

a mi hermana por quererme, que es quien me enseñó

a querer a mí. No sé qué es lo que amaba de mí,

además de mi amor por ella —quizá

es que era una copia suya, la mitad,

después tres cuartos, finalmente entera. En las

fotografías, se la puede ver

con un ojo puesto en mí, yo era un poco salvaje

y decía tonterías, y ella soltaba una carcajada seria

de las suyas. Mi hermana sabía cosas,

a veces lo sabía todo,

como si hubiera nacido sabiendo. Y yo

no sabía nada, mi asombro venía

conmigo a donde quiera que fuese,

como si lo llevara en un cinturón de herramientas,

no entendía casi nada y me

encantaba predecir, y me encantaba ir al

jardín y bailar con las flores, que bailaban

conmigo sin apenas mover sus piernas

verdes, como si hubiera una cajita de música

en mi cabeza. Y era mala,

pero no creo que mi hermana pensara que era mala

de verdad, era un poco como su pequeña

compañera, ni que necesitara

mi maldad para crear su bondad. Y era

preciosa, con una belleza moral, se deslizaba

por el pasillo como una reina

en una lancha en el Nilo, tenía el pelo negro y liso

y lo movía como una cascada oscura, como

si fuera sólo una cosa, como una falda de seda negra.

Era la humana. Yo aspiraba a ser ella.

Y ella se quedaba entre el dios y yo.

Y su pelo (predicía) era como el ala

de la noche, y en mi sueño lo sostenía

por encima de mí y me escondía. Por supuesto,

al llegar el día, si el dios te quería para algo,

ella te cogía. Creo que si el dios hubiera sabido cómo

quitarme los rizos de la cabeza,

ella lo hubiera hecho. Y creo que no había nada que mi

hermana

me hubiera quitado. ¿Por qué

lo haría si tenía todo?

En nuestra habitación controlaba la puerta,

cerrada o abierta, y la luz,

apagada o encendida. Y si me hubiera

pasado algo, creo que mi hermana

no hubiera sabido quién era, yo era casi

tan esencial para ella como ella para mí.

Si le hubiera pasado algo a ella,

creo que no estaría viva hoy

y nadie me recordaría,

como si no hubiera existido.

 

 

 

 

ODA AL TAMPÓN

 

Ropa del revés,

capa de reina,

obrero de jersey blanco que limpia la mesa

preparada para el festín que será desperdiciado,

celador de hospital, camisa de fuerza

que lleva en sus alas plegadas

el espíritu de los incapturables,

chaqueta de soldado,

dique seco para el barco retirado,

rastreador de la luz roja de las estrellas

que han dejado de existir antes de que las veamos,

sabueso,

deshonrado, sepulturero,

guardián de secretos,

tú, que en la muestra representativa del diagrama,

ante los ojos de una niña,

te deslizas por el espacio potencial

por fuera del segundo ciclo del cohete de cartón

más allá de la atmósfera,

donde nadie ha ido antes,

tú, que comenzaste la vida como una semilla en la tierra,

tú, que floreciste en el aire como el vapor del agujero de

la ballena,

tú, que te comprimieron en un cáliz denso,

calígrafo mudo: te dejamos aquí escrito.

 

 

 

 

ODA CON UN SILENCIO

 

El cielo rosa de la mañana—el cielo de una niña.

Poco a poco los árboles se hacen visibles,

igual que los espacios entre ellos. Imagina ser

capaz de caminar en el bosque

sin miedo. Si no se hubieran llevado

a mi compañera de clase y—

 

guarda silencio–

y no la hubieran asesinado, y enterrado en los bosques

próximos a nuestras casas,

¿tendría tanto miedo? Es violación una violación

que siempre cambia por momentos

o a distanciarse en la distancia tiende. «Violación

legítima», dijo el político —viola al nacido para violar

a sus padres legales. Violación del padre,

violación de la familia, violación de la pareja,

violación de un grupo, violación de un cura

y un rabino, violación del entrenador, violación

de personas de ochenta años, de ocho años,

de ocho meses, violación por la mañana,

violación de media tarde, violación nocturna,

violación en primavera, violación en verano,

violación de otoño, violación de invierno,

violación del ejército, violación de la armada,

el cielo rojo de la mañana,

violación de la fuerza aérea, violación de los marines,

violación del mundo —cuántas, por minuto—

el fin de la violación del mundo, la primera

violación. ¿Violan todos los primates? ¿Todo el sexo

entre los simios es consentido?

¿Violan los perros? ¿Violan las arañas?

El sexo entre las partes de una flor

tiene tanta ternura, la abeja

limpia lo que coge desde la antera

hasta el pistilo. Dónde más sino con nosotros, la política

de violaciones, de embarazos por violación,

de nacimientos por violación. ¿Cuál es la palabra

más tierna? ¿Es consentimiento la palabra más dulce

del mundo? Lleva la palabra miento en ella,

la espiral propia del universo de una niña.

 

 

 

ODA A LOS ÚLTIMOS TREINTA Y OCHO
ÁRBOLES DE NUEVA YORK QUE SE VEN
DESDE ESTA VENTANA

 

Mil ventanas los miran por encima.

Una de las copas se parece a las capas de una montaña

de granito que se van pelando, mil respiraciones

al día. Otra se parece, desde arriba, a una bomba,

un artefacto que explota, mil pétalos.

Otra es como una colonia fértil de hormigas

verdes obreras, mil trabajadoras,

otra es como un enjambre de crisálidas que se retuercen,

otra, como unos petardos de color verde amarillento con un

ideograma chino afilado

en cada parte, mil palabras,

y otra es como mil pajaritas de papel,

de color esmeralda y amarillo. Hace cientos de años,

aquí, se utilizaban los fresnos para hacer

un azúcar más amargo, más tarde para construir

bates de béisbol, y al otro lado del Pacífico

los estadounidenses dibujaban cuerpos humanos

con las cenizas en las calzadas. Las acacias de tres púas

se usaban como alfileres y puntas de arpones,

las acacias negras como vallas, y la liebre americana

y las tórtolas se comían

las semillas. Los robles dan bellotas para comer

y para cebar a los cerdos —«la ley contempla

que cualquiera que dañe o destroce sin motivo

un roble será multado de acuerdo al tamaño del

árbol y su habilidad de dar fruto».

Lo que ahora hacen la mayoría de árboles

es respirar con nosotros, darnos aire natural

boca a boca.

Los talarán a todos por la cintura, meterán a todas las ramas

con las piernas y los brazos de siempre en la trituradora

de madera.

El olmo, que una vez dio de comer a las perdices y a las

comadrejas,

se está marchando por su cuenta mientras puede,

no se quedará para presenciar la masacre,

murió la semana que el juez dictó sentencia.

Muchos dirigentes viven con vistas

a estos seres ancianos, y uno de ellos,

que ve esta arboleda cada día, tiene

el poder de evitar la pira, de reforzar

la tutela de este árbol, de esta tierra,

y del aire, del agua, del fuego verde.

 

 

 

 

ODA AL ESCOTE MUSTIO

 

Cuando lo vi por primera vez,

me desconcertó que cualquiera pudiera salir por la

puerta

enseñándolo, ¡las enredaderas, las serpientes,

las ondas, el nido de los pollitos!

Y pensar esto sobre un antepasado:

si el escote mustio es

un descendiente de los pechos jóvenes y frescos.

Pasé las primeras horas de mi vida

aprendiendo a venerar las curvas de la luna

de color crema. El deseo de mi madre de que la tocaran,

al final de su vida, era tan intenso que casi podía

oírlo, como un gemido de los cientos de

bolsitos de cada pezón, cada uno como un

borrador rosado que cobra vida y tiene hambre.

Y ahora mi propio declive es

como un arroyo, y si viviera lo suficiente

mi pecho sobre el esternón se parecería

a un órgano interno, un corazón que sigue el rastro de sus

arterias y venas. Quiero elogiar

lo que va en una sola dirección, lo que nunca se recupera.

Quiero llegar a una edad en la que apenas parezca

humana, quiero amar por

igual al nacimiento y a su hija y madre, la muerte.

 

 

 

 

-Sharon Olds
Odas
Traducción al español de Elvira Sastre y Juan José Vélez Otero
Valparaíso ediciones, 2019

http://valparaisoediciones.es/tienda/233_olds-sharon

 

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Sharon Olds Es una de las voces más destacadas de la poesía norteamericana contemporánea. Ganadora de varios premios prestigiosos, entre ellos el Pre ... LEER MÁS DEL AUTOR