

Presentamos tres textos del reconocido autor cubano.
Severo Sarduy
Isabel La Católica
El coro de sopranos pintarrajeados
entona tu loa:
“Te comiste un Zohar
te comiste un Corán.”
Y de tu mano de azogue
bendijiste las cabezas cortadas con tu mano de azufre
y plantaste jazmines en ellas.
Te goteaba la rodilla de San Ignacio,
diste el zapatazo de Santa Teresa.
Te retorciste toda, te rompiste los huesos,
pintada de oro, incrustada tu piel de joyas diminutas
para formar la inicial de un evangelio.
Saltaban a tu alrededor
-cofias de ojillos verdosos-
tus hidrocéfalos, tus mongoles,
tus negros y eunucos:
“Te comiste un Zohar
te comiste un Corán.”
Que ardas per secula seculorum,
con tus biblias y tus brújulas.
L’enfant a l’oie
La menta y las alhajas funerarias, el gallo blanco y
los últimos children pets. Combate cernido:
la música del río respirante, arrastrando hierros;
de las grúas mohosas el estrépito y el verde de la herrumbre
van creciendo entre cacharros y laterío.
Ya donde el sueño de los hermafroditas y el coro.
El niño le retuerce el cuello. El agua sube.
Cada uno en su río.
La cuarta noche
Oye, qué acordeones falsos.
La lucidez, el muro blanco,
(la voz gangosa del disco)
rayado, un leopardo arisco
preso entre los hilos rojos.
(las agujas de sus ojos
me miran). La hoja en blanco,
la mano que escribe, temblando.