Aniversarios
de Ciudad Gótica:
ALICIA EN LENCERÍA DE LÁTEX
De momento sigue a salvo
mi secreto mejor guardado.
Soy mi propia droga. Disfruto hablar solo
como el tímido bailando cuando nadie lo mira,
como Hemingway leyendo en secreto a Faulkner
o Faulkner leyendo en secreto a Hemingway.
Mi boca es un rifle con silenciador.
No invento amigos imaginarios,
invento mi doble de acción.
Hablo conmigo mismo,
me cito filosóficos clásicos,
muy a menudo yo mismo me ofendo.
Yo pregunto. Yo respondo.
No sé cómo cerrarme la boca.
Hablar solo es un pequeño placer
que me evita grandes crímenes.
De mi sombrero saco cualquier conejita Playboy.
Quien aprenda a leer labios
sabrá lo mucho que disfruto
en el País de las Maravillas dentro de mi cabeza;
yo y Alicia desnudos frente al espejo,
ambos derritiendo hongos con la lengua
para modificar nuestros cuerpos.
Las mentes creativas
pueden saborear los frutos prohibidos
que nunca caen del árbol de la realidad.
ZOSO
Lo que yo necesito son largas vacaciones
en un lugar embrujado como la casa Boleskine.
Cuentan que en sus pasillos se escucha
una cabeza rodando y oraciones de los monjes
que sin enterarse murieron quemados en el interior
mientras gozaban de una orgía ocultista.
Me vendría bien perder la cabeza,
convertirla en lámpara para los lunáticos
como hizo Bertrán de Born,
relajarme estrellando mi cráneo contra la pared
al estilo del suicida Pedro Desvignes
o jugar con el monstruo del Lago Ness
como si mi cabeza fuera una rama y él un sabueso.
Lo que sea con tal de silenciar
el monólogo de Hamlet dentro de mí.
La última expresión del decapitado
nunca es peor que la mirada del hombre vivo
incapaz de ignorar la duda existencial:
ser o no ser.
de Alter Mundus:
POEMA CONFESIONAL DE SYLVIA PLATH
Lee cuentos de hadas a sus hijos
para que se duerman temprano.
Prefiere desvelarse a solas
quemando esquinas de fotografías,
tomarse su tiempo
cuando modela frente al espejo
vestidos para funerales.
El insomnio lo atraviesa distraída
como quien bosteza ante un paisaje
que mira a diario,
no tiene nada que hablar
con su almohada de piedra.
Sus hijos fingen dormirse
para que ella se marche rápido,
sienten miedo cuando ella pregunta
si también pueden ver por la ventana
a los amantes de pícnic en la luna,
no entienden por qué ella sonríe
cuando se corta con una página.
Ante lo que es mejor no conocer
les protege la cara con la mano
pero los deja mirar entre dedos.
En la mesa donde sus hijos
juegan a tomar el té
ella invita a sentarse a la muerte.
VOCES DE GRIMSCRIBE
Mi insomnio no es tan grave
comparado al de la monja atea
que espera la llegada de su salvador
como los niños esperan a un padre alcohólico,
pero no sé qué más quiere de mí el silencio.
¿Finjo que no estoy rodeado?
¿Me atraganto con papel?
Mi corazón late al ritmo de los párpados inquietos
de alguien que murió con rencor y mi habitación es asfixiante
como el saco del secuestrador de niños.
¿Intercambio el licor de los altares por un vaso de tinta?
¿Brindo por los días cortos y las noches eternas?
Luego del exorcismo la vida me gusta menos.
KAUYUMARI
El venado en la carretera
de paso o descansando
(simplemente siendo venado)
¿de verdad fue culpable del accidente?
Algunos necesitan encontrar culpables
como otros necesitan dioses para adorar.
¿Yo a quiénes he culpado
por mis prisas y distracciones?
¿Provoqué un caos
entrando o saliendo de repente
de la vida de alguien?
ANIVERSARIOS
Mi pasado es un museo sin cuadros.
El anciano que pronto seré
no tendrá nada que contar a la enfermera
que amablemente fingiría escucharme.
El viento abre al azar
el libro en blanco de mi vida
y el jurado bosteza, no soy sospechoso de nada.
Un día como hoy no aproveché una oportunidad.
Mis clones creados por el arrepentimiento
me esperan ocultos en casa
para darme una fiesta sorpresa,
hoy es el aniversario de lo que no ocurrió.
METEMPSÍCOSIS
Podemos leer nuestras iniciales
en lápidas de cualquier época.
En algún cuadro del renacimiento
podemos estudiar nuestro propio rostro
mejor que en un espejo.
Aún sin la reencarnación
cargamos con muchas vidas pasadas,
si sabes buscar conocerás dioses
que han estado en tus zapatos.
Como un reloj que se detuvo
en el instante que acertó la hora,
alguien murió justo cuando encontró las palabras
para describir lo que sientes en este momento.
La obra siempre es la misma,
improvisar es lo único que nos salva:
vivir como si fuésemos un sueño
soñado por alguien a punto de despertar.