

Presentamos tres textos del reconocido autor uruguayo.
Saúl Ibargoyen
Muertes
Morirán tres pollos mañana
tres hijos de una gallina
tal vez inmortal.
Sus alas de dedos disueltos
estarán en tu plato
y las salsas que ensabrosen
sus muslos no serán
los sémenes del emplumado amor.
Sus pechugas partidas
no darán raíz
a un brevísimo corazón
y sus tripas despreciadas
entrarán en los ciclos
de quién sabe qué vísceras
de quién sabe qué especies.
Tres pollos morirán:
pocos desperdicios
habrán de quedar
de los huesos de su sombra
en tu plato de mañana.
Regresos
Regresan las musas de sus viajes profundos:
en el rostro estallan mínimas arrugas y lunares.
Las pieles de cada mano retienen
el sabor de contactos súbitamente lejanos
el calor del pan tejido con harinas extrañas
el olor de otras manos que de golpe envejecieron.
Regresan las musas como estandartes
lastimados por la guerra
porque una especie de destino
las aleja de todos los lugares
las aparta de una oscura quietud
de un esperado reencuentro
las retira de una órbita de contactos transparentes
las impulsa hacia una dimensión
de palabras perdidas.
Regresan las musas a rescatar
pedazos de la saliva propia
trozos de los propios gestos como sombras
que nadie vio ni barrió ni quitó
de los platos y vasos desnudos
de las servilletas huérfanas
de las mesas en derrumbe
del esqueleto de las sillas desoladas
de los manteles como bichos solitarios
de los teléfonos ahogándose en medio
de un humo certero implacable.
Regresan las musas:
¿alguna vez se fueron
se apartaron en verdad de sí
y de aquí?
¿algún día acabarán de llegar?
Patria perdida
Ya no puedo volver
¿cuál es mi patria?
Me han pedido
que descanse el corazón
que resucite
la insistencia lograda
tenazmente
que reitere mi atención
por el perfume
de las pálidas estrellas imprevistas.
En el principio de las huellas
allá lejos permanecen
un símbolo enfermo
y una gastada bandera
sosteniéndose.
Mi punto de partida
fue el olvido
fue aquella pureza necesaria
con que a veces la memoria
se entretiene.
De distancia a distancia
por encima de piedras
de rotas arenas calcinadas
a través de la tierna
resistencia del trébol
del esquema carnal
de las caricias
del sostén transparente
de las lágrimas
a través de la pasión
que por descuido
convierte el tiempo
en formas derrumbadas
a través del abandono promovido
por leyes que rechazan
la esperanza
a través de todo hice camino
repitiendo conductas y palabras
tomando por la fuerza
el motivo de los besos
aceptando ver distintas
las cosas que no cambian.
Ya no puedo volver:
perdí mi patria
en cualquier esquina
de una calle sorprendida
o en el fragor de engaño
que ejecutan las campanas
o en la magia repetida
que suponen los crepúsculos
o en cuerpos roídos
que su sombra depositan
llegando desde oscuras
empresas de muerte.
Perdida está mi patria:
destrozados
su fresca latitud
de amplias raíces
y su prólogo de sueño
que aún se niega
a la ofensa brutal
de las mentiras.
Perdida en los altos
aullidos de la noche
en la tierra apagada
que apenas respira.
Pero el mar se acerca
y la define
con el secreto susurro
de la espuma
y los ríos proponen
que se extienda
hacia antiguas fronteras derrotadas.
¿Dónde está mi patria?
No puedo ya volver:
está conmigo.