

Presentamos un texto clave del renombrado poeta y ensayista uruguayo.
Saúl Ibargoyen
Carta a propósito del mundo
Hijo mío:
cada día es todo más difícil y oscuro.
Quién sabe si mañana
tocaremos el mar con estos dedos
si podremos sentir
el olor de la hierba que nace
si veremos la sombra
que las hojas dejan caer en el suelo.
Debes por lo tanto
cuidar de las enormes maravillas del mundo:
los elementos secretos
que forman tus horas
los peces rojos que te siguen
hasta el agua profunda del sueño
las gotas de lluvia
saltando en el polvo.
Debes cuidar de todo eso:
regresa tu breve camino
de risas de gritos de flores de llantos
y verás cómo tu perro de lana
todavía se encuentra nuevo e intacto.
Descubre después las raíces
que nadie imagina debajo de las piedras
cuenta los pasos que dan los caracoles
y el silencio de los grillos por la noche.
Defiende las pequeñas semillas
que puse en tu mano y protege la luz:
que no se pierdan los colores
y por favor no olvides
recoger las plumas de lo pájaros.
Pero apúrate hijo mío apúrate.
Ahora no puedo explicarte:
todo es
tan difícil
y oscuro.
Ciertas lágrimas
Una muchacha arroja sus lágrimas
a través de los nervios negros
del teléfono.
¿Dónde ha nacido
el origen de esas aguas
desesperadas que manchan
la acidez de la sal?
Una muchacha simplemente
expulsa respiraciones floraciones
dulces mocos
y oxígenos oxidados.
Hay palabras sin alcohol
en la oreja derecha
de su nuevo corazón:
esas palabras
son casi las mismas
que usa cualquier distancia de aire
para sentarse junto al dolor
ahora cerrado de sus ojos.
Esos sonidos tienen
una silenciación que el vacío mastica
un idioma que sólo dos lenguas comprenden.
Esos sonidos soplan
sobre piel y pelos
y requemados párpados.
Una muchacha recoge sus lágrimas
como simples objetos de sales y agua
y las ordena en un rincón
de su recámara:
allí donde cruje el mundo
allí donde los ángeles
se peinan las plumas
después de orinar.