Sara Teasdale

El encuentro y otros textos

 

(Versión al español de Isaías Garde)

 

 

El encuentro

Estoy feliz, feliz,
hoy vi a mi amor.
Vino por calles atestadas
de damas alegres,
y, oh, me sonrió y me habló a mí
antes de seguir su camino.
Mi garganta se apretó de felicidad,
no pude decir una palabra,
mi corazón latía rápido, tan rápido,
que él tiene que haberlo oído, estoy segura:
y cuando pasó quedé temblando como
un pájaro asustado.
Me gustaría ser la florista
que espera al costado del camino-
Le daría todas mis flores a él
y lo vería todos los días;
me gustaría ser la florista
que espera al costado del camino.

 

 

Coney Island

¿Para qué me trajiste hasta aquí?
La arena blanquea con la nieve,
Sobre las copas de los árboles
Sopla el viento marino del invierno-
No hay ningún refugio cercano,
Vámonos de aquí.

Con espumas de encaje helado
Se arrastra el mar sobre la arena,
El viento parece una mano
Que nos golpea la cara.
Hace mucho que se cerraron
Las puertas que junio había entreabierto;
Es inútil que lo intentemos-
Por desgracia, no puede haber
Para nosotros una segunda primavera:
Vámonos de aquí.

 

 

La invisible

La muerte iba pasillo arriba
Invisible a todos,
Arrastrando sus mantos de crepúsculo
Pasó ante la enfermera y la monja.
Se detuvo en cada puerta
A escuchar el aliento
De aquellos que no sabían
Lo cerca que estaban de la muerte.
La muerte iba pasillo arriba
Sin ser vista por la enfermera ni por la monja;
Dejó atrás varias puertas
Hasta que entró por una.

 

 

La anciana doncella

La vi en un coche en Broadway,
La mujer que yo podría llegar a ser;
Sentí que mi amado la miraba
Y después se volvía de repente hacia mí.

El pelo de ella era opaco y sin luz y,
No obstante, del color del mío;
Sus ojos extrañamente parecidos a mis ojos
Salvo que el amor nunca los había hecho brillar.

Su cuerpo era una cosa adelgazada,
Hambrienta de un amor que nunca vino;
Su alma helada en la penumbra
Jamás entibiada por el llama del amor.

Sentí que mi amado la miraba
Y después se volvía de repente hacia mí.
Sus ojos mágicos desafiando
A la mujer que nunca seré.

 

 

Vendrá la lluvia suave…

Vendrá la lluvia suave y el olor de la tierra,
y golondrinas, en círculos, con sonido plateado;

y ranas en las fuentes cantarán por la noche,
y ciruelos silvestres de blanco tembloroso;

los petirrojos, silbando sus caprichos sobre los alambrados,
lucirán su plumaje de fuego;

ninguno sabrá de la guerra, ni a ninguno
le preocupará cúando termina.

A nadie le importará, ni al pájaro ni al árbol,
si la humanidad fue arrasada por completo;

La primavera, despertándose al alba,
apenas notará que nos fuimos.

Sara Teasdale (1884 - 1933). Fue una gran poeta norteamericana poseedora de una voz lírica única que volcó principalmente en composiciones de temática ... LEER MÁS DEL AUTOR