La hija insolente de Neruda
NUEVAS VOCES DE LA ARGENTINA
Por Luis Benítez
La hija insolente de Neruda
Aquellos que esperan leer una poesía inocua, carente de contacto con lo contemporáneo y plagada de lugares comunes, una que perpetre sonetos de índole adormilante, deben renunciar de inmediato a abrir las páginas de cualquier poemario de los ya publicados por Sandra Flores Ruminot, porque así se ahorrarán la frustración de no encontrar en ellas lo que buscan. Valientemente, Sandra Flores Ruminot se suma a la rebelión generalizada ya en Occidente y todavía más peligrosamente en el Oriente archipatriarcal, contra la supervivencia a ultranza de un canon que arroja a la mujer fuera de nuestra especie, lo mismo que a las disidencias sexuales, particularmente en su segundo título, que ya va por la segunda edición: Eva en barricada (2020 y 2022).
POEMAS DE SANDRA FLORES RUMINOT
II
¿nunca pensaste en ser otra?
una ramera rubia
de labios cosmopolitas
irte de cumbia y tajo
abandonarte en brazos de los desconocidos
hacer el amor en baños públicos
pasarte por la tanga
los comentarios de las vecinas
los sermones de la abuela pentecostal
los años de marido
plancha cocina platos
una Medea con urticaria a los pañales
las libretas de calificaciones
el ibuprofeno cada ocho horas
¿nunca lo pensaste?
tengo una revolución
en los intestinos
en cualquier momento
la bomba
tengo una revolución
ardiendo en la mirada
V
No te perdonarán
no te perdonarán
los labios abiertos
los cuchillos de las palabras
los gritos cuando quieran callarlas
no te perdonarán
la sencillez de raíz
la pobreza insolente
la cabeza bien alta
no te perdonarán
lo frágil que te habita
la risa franca el agua clara
la ventana abierta de tu mirada
no te perdonarán
el sexo sin tibieza
la pasión sin mordaza
la brisa libre de tus sábanas
no te perdonarán
la búsqueda
la sed de río
lo niña lo vulnerable
no te perdonarán
no sabés cocinar como tu abuela
limpiar como tu madre tejer como tu tía
no sabés ser la esposa madre novia que deberías
no te perdonarán
no cabés en su molde
sos inmensa
no necesitás el perdón de nadie
XXV
si puse las llaves
de mi cuerpo
en tus manos
entrá en él
como quien entra
a una casa deshabitada
no busqués fantasmas en los espejos
sombras chinas sobre la cama
velas bajo la alfombra
cartas detrás de la puerta
no bajes al sótano
donde habitaron otros
tiré los muertos por la ventana
enterrá tu animal
en pleno comedor
inaugurame
como quien entra
a una casa deshabitada
a estrenar
con los muebles del amor
XXXIII
voy a escuchar a la Violeta
cuando riegue los jazmines
desmalece las palabras
al cortar la lechuga
en el pan con manteca
en la humareda de la sopa
diré gracias a la vida
bicicleta nubes niño
calesita abrazo hermana
¿qué he sacado con quererte?
patria de muertos resucitados
si te vas de shopping
si querés Mc Donald’s
glamour de celofán
besos de siliconas
maldeciré tu mall
tu primavera de plástico
tu pubis hipócrita
dioses acusadores
que señalan el perfume
de mujeres sin miedo
sacerdotes que condenan
a mis amigos mariposas
voy a escuchar a la Violeta
para no olvidar
que los pobres no tienen
más que la palomita de sus sueños
el infierno
antes de que desmiembren la poesía
le nazcan gusanos a las guitarras
humillen las plazas populares
para recordar las flores
brotar la caricia
soltar la paloma
voy a escuchar a la Violeta
en la metralla de un libro
en la alameda de tus manos
XXXVIII
no quiero que celebren mis caderas
que escriban sobre el encanto de mis tetas
me celebro a mí misma
de mis defectos hago una fiesta
de mis virtudes poemas
antimusa
antimustia
antípoda
la hija insolente de Neruda
no me callo
no quiero estar ausente en este mundo
sino festejar la locura
morder inocencias
flagelar la tierra
no sé de santos ni profetas
mi oración es carne
viento
herida
grito
hasta por vos
que masticás el discurso del amo
abrís las piernas a la derrota
me decís le decís
la puta
que viste como se viste
que no es trigo limpio
que sale con medio barrio
una matemática de las sábanas
la yegua
no quepo en la cuadratura del teorema
en la hipótesis de los obtusos
me queda estrecha tu moral de cenicienta
la libertad
se escribe con el cuerpo
a la intemperie
me habita una culebra
XXXIX
tan intensa
tan arisca
enamorada de los reflujos de la luna
de las bifurcaciones
alevosa en la mordedura
tan loba
aventurera
en vaivenes de la carne
hermana del viento
golondrina
tan insolente
cosmonauta de utopías
tan semilla
sobreviviente
hechicera de las estaciones
jardín en penumbra
la desobediente
la hermosa mal aprendida