Salvador Medina Barahona

Elegías del agua

 

 

 

Elegías del agua
(fragmentos)

 

Puedo hablar del agua
como de una costra en los labios.

Todo es sed y de la sed huyen rencores,
vértigos, gritos.

Sé que el agua es apenas una alucinación,
un horror en la ausencia.

Sé que en su fluir se ha volcado en las distancias,
llevando musgos, troncos escindidos,
puestas de sol, cadáveres.

 

*

 

Alguien impone esta sed.

Alguien le quita a los pájaros y al aire
su cuerpo de agua.

Alguien decreta sequías
donde los labios abundan y se cierran.

Lanzo a su rostro mi saliva de polvo
como una maldición.

 

*

 

Enemigo del agua y de sus cauces,
ánima aciaga,
sabrás medir el peso
de esta imprecación:

Lo que nos quitas te lo quitas. Serás
fuego maldito y arderás en la sed.

 

*

 

Hubo un día verde de cuyas manos tomábamos el agua.

Hubo en las calles y los recintos
una espiral de huellas húmedas
que eran el testimonio
de la vida.

Hubo regiones transparentes
donde mirar nos daba el paso a la sabiduría
y los corazones vivían desde adentro.

Me pregunto si será posible la sangre.

 

*

 

Recuerdo del agua:

Luz, resplandor viviente que hacía menos espesa
la armonía de los flujos, que daba a cada cosa
su exacta medida, que era en las venas una daga
contra los coágulos amargos.

 

*

 

En el agua fluían peces dulces,
celebrábamos el bautismo de los sexos
y las impudicias del espíritu veían su hora.
Lavábamos la muerte de la piel de nuestros difuntos
y con su oxígeno prendíamos hogueras
entre la turbiedad.

 

*

 

En las selvas, el agua ardía
como un relámpago omnipresente.
Eran de ver las lujosas magnitudes de su influjo.
Todo lo poblaba el agua, todo lo ardía,
todo buscaba la oscuridad ante
su fulminante industria.

El agua era tanta como los insectos.
Ilímite, acechaba
el corazón de las plantas
y lamía las extremidades dolorosas
de los pequeños
seres.

 

*

 

Un desgarrón de inviernos, el agua.

Tumultuosa, decía su fuerza en todas las estaciones.
El verano era solo su callada amenaza:
corría sin hacerse notar
como
un
enorme
dios
subterráneo.

Solo bastaba con poner los oídos junto a la tierra
para temer su intensa, oscura, posibilidad.

 

*

 

¿Quién la ha podido? ¿Quién se ha creído
un dios superior a su fuerza oscurísima?
¿Quién se atreve a negar su furia
en las bocas de los sedientos?

 

*

 

Para el agua habrá siempre cruentas memorias,
genocidios que jamás pudo lavar,
pestilencias insalvables en la oquedad del mundo.

El agua no lavó los crímenes,
no borró las sangrías de las manos de sus ejecutores,
no ultimó los placeres de los escualos
y los corruptos. Tal vez, con todos ellos, callada,
se ha perdido.

 

 

¿Dónde la busco?

¿Qué infames enemigos debo sortear para encontrarla?

¿En las bodegas de qué aciagos señores
se halla después de su vendimia,
a punto,
terriblemente a punto de amargarse?

 

*

 

Supremo dios, el agua, divinidad
que se ha dejado arrebatar de las bocas,
minucia de dios que apenas se resiste al plagio,
agua de los niños enfermos y las flores;
desata tu furia,
tu abierta tempestad rompa donde te esperan.

 

 

Yo me demoro en tu silencio como buscando tu hora.
Yo hago súplicas desde mi vientre de animal herido
y desde mi sexo desertado por las lubricaciones.
Yo navego en el vientre de mi madre en recuerdo tuyo,
turbulencia soledosa y triste,
dolor líquidamente lejos, sangre aplastada.

 

 

Recuerdo del agua:

Hacia una luna fría subían las corrientes.
El ascenso era el presagio.

El agua lanzaba entonces su hermosa enemistad
sobre la tierra.

 

*

                                  

En la cintura del desierto
copulan mitos, historias pasadas, líquidas
iluminaciones, sueños insepultos, hálitos
muertos. Se frotan unos contra otros
como piedras invocando el fuego,
para que arda el agua.

 

*

 

Van abandonando el diccionario estas palabras:

Lago,
manantial,
vísperas,
hombres.

 

 *

 

Sépanlo bien: Los que hayan jugado con el agua
y mercadeado con la sed,
los que hayan dejado al hombre
en el equilibrio de una cuerda floja
y roto impunemente la suave entereza de los niños,
verán sus cabezas hervir
en el fondo del tormento carcelario
de un agua impura.

 

*                                   

 

Sin el humedal anclado en la memoria,
ya habríamos poblado la extinción. Pero
hay luz en sus reservorios,
tenaz aguacero de la espada.

 

 *

 

¡Cómo es posible que las orquídeas vibren,
que los venados salten con la energía de una esperanza,
que las perdices se obstinen en sus canciones!

¡Cómo es que sobreviven sin agua y sin memoria!

 

 *

 

Recuerdo del agua:

En los afluentes, senos, curvas, nalgas.

Cuesta abajo,
el hondo rito de las pieles.
Cuesta arriba,
la erección procaz y sus pesares.

 

 

 

Hecha nubes, sostén para los veleros y las norias,
cauda de olas transparentes,mar cuando te hacías río,
río cuando volabas en la imaginación
de los límites,
nos dibujaste un designio
en el cuerpo,
una salvedad en las espumas.

 

 *

 

Fugaz era el sonido de tus tambores.

Sobre las piedras caías
con el rigor de una declinación final.
Horadabas la piel robusta de los cantos.
Ondulabas los quicios de las laderas
y emprendías una verdad que no me atañe.

Siempre escapando, agua,
como el que huye de un suelo, perseguido.

 

(De Pasaba yo por los días)

Salvador Medina Barahona (Panamá, 1973). Poeta, editor, gestor cultural. Por su libro Pasaba yo por los días (poesía) recibe el Premio Nacional de Litera ... LEER MÁS DEL AUTOR