Ružica Cindori

De mañana en la ciudad

 

(Traducción del croata Željka Lovrenčić)

 

 

 

DE MAÑANA EN LA CIUDAD

(Gradsko jutro)

 

Llevando la mañana

como indeseada

carga,

sacudiendo la niebla

con movimiento de perro congelado,

como vacilando

antes de declarar

su entrega

a la personificación de la mala gana.

 

 

 

INTIMIDAD

(Intima)

 

La cercanía

hace imposible

el destierro.

 

Olas invisibles

me siguen.

 

Ni en la Tierra de Fuego,

ni entre los bosquimanos,

ni en la Isla de Pascua

los pájaros logran esconder

sus nidos.

 

La transparente cáscara del huevo

es el último límite.

 

Después de ella

nos aísla

un rojo crepúsculo más,

arrugado como la cara

de un marinero anciano.

 

 

 

EL TREN DE LAS AFUERAS DE LA CIUDAD

(Prigradski vlak)

 

Hombre,

de nuevo estás solo.

Sobre los rieles

buscas tranquilidad,

porque no la hay

ni en la casa amarilla,

ni en el libro negro.

No conoces otros refugios.

La crueldad te atemoriza.

Afuera, bajo el sol,

no te quitas ni la gorra

ni el abrigo.

El verano fue impaciente,

Y el otoño ya se muere.

Mira, ya viene la muerte:

tiene las mandíbulas

del tren de las afueras de la ciudad.

 

 

 

INSTRUCCIONES PARA COCINAR

(Upute za kuhanje)

 

Preparen la entrada

después de una profunda

meditación,

como corresponde

al comienzo.

A veces eso son sólo

palabras de bienvenida:

el origen.

Que la sopa se cocine

lenta y largamente

como la originaria.

Sigue el pescado,

ancas de rana y pájaros:

hay que tener en mente

que la carne de cisne no es

comestible,

y la de los albatros demasiado

amarga.

Al que llora

sobre el destino de los conejos

y los lechones,

que piense y en el destino

de los avestruces, las tortugas

y los inocentes rinocerontes.

Además, es necesario

volver al medio ambiente natural:

mucha clorofila, frutos

coloreados y flores

azucaradas.

Que la salsa se condense lentamente

como el tiempo

que hemos pasado con amigos queridos.

Eviten el café,

sus torbellinos son

oscuros como el olvido.

En vez de él, cuezan

chocolate blanco,

lujo de las cumbres de los Alpes

bajo el glaciar de la lengua.

 

 

 

OLIMPÍADA

(Olimpijada)

 

Desde siempre hemos sabido

que no somos nada más

que follaje

condenado a la espera del

otoño.

Altivamente exigimos

prórroga,

concertamos contratos,

acordamos los años para

un mayor interés de

la juventud.

Por capricho

buscamos la salvación,

como si sólo por existir

la mereciéramos.

 

Con la sonrisa

restregada en la piedra

para una suposición posterior.

Por todas las calles del mundo,

no sólo por Atenas,

pasan los cortejos triunfantes

de vivas estatuas.

 

 

 

LA ISLA

(Otok)

 

Eso no soy yo:

la isla es

un lunar en la piel.

No, eso no soy yo,

dijo alguien otro,

quisiera que yo

fuera nube,

la espuma

en la bañera.

Sólo anoto aquello

que pasa

a través de mí

como por un canal

que conecta

la tierra y la isla.

 

 

 

MUJERES ISLEÑAS

(Otočke žene)

 

Puedo hablar mucho,

pero el domingo en la mañana

me callo,

las campanas cuentan

sobre las ancianas

isleñas,

sus voces

generosas

y sus manos lentas

que, sin embargo, dan a cada planta

de igual manera

su medida de agua.

El día es su rostro,

cansado verano otoñal,

y la noche es su

falda,

con un grillo en el faldón.

El mar sube

hasta sus ojos

y se queda allá,

manso y modesto.

 

 

 

-De la colección poética: Ciudad, bosque, isla/Grad, šuma, otok

Ružica Cindori Nació en Ludbreg en el 1961. En la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zagreb se graduó en la literatura comparada y filo ... LEER MÁS DEL AUTOR