El origen del mundo y otros textos
EL ORIGEN DEL MUNDO
Ahora duermes en tu pequeño cuerpo
como ceniza de una hoguera extenuada
y es hermoso contemplarte así,
tan pura y limpia,
blanca de luz
bajo la negra bóveda de la noche,
miel para estos ojos míos
que acarician tu sueño
de temprana luna encendida.
Pesa en el aire esta madrugada,
ya descuelga sus sombras,
su páramo
engulle todo lo que obró el día
y ahora es humo de nada.
Y así,
en este silencio transido
de entumecida lengua,
agotada de estar lamiéndote la piel
durante horas,
así te sigo amando,
con el pulmón manchado de sombras
a la espera de verte amanecer
en brazos de un nuevo día.
Eres el origen del mundo,
la gruta húmeda y aseada
donde nace esa luz
que otorga vida a las cosas.
Pero ahora, dormida en el descanso,
como una luciérnaga dulcísima
que inverna su gracia y su vuelo,
incubas el beso de la mañana
para poner tu sol sobre mis labios.
De Contemplación (Vitruvio, 2009)
EL MINUTO INTERIOR
He prendido las ascuas
y ya me siento a descansar un poco.
Una ligera bruma
ocupa los espacios descuidados
visibles entre encinas,
y sólo el frío,
que desciende del norte,
traspasa las paredes del silencio.
El cielo pinta
un paisaje nublado,
el aire desdibuja los caminos,
la luz flaquea
y estremece las formas.
No obstante,
parece la mañana
un apacible oasis alejado en el tiempo.
Nadie vendrá
–es enero profundo,
la gente no abandona sus hogares–,
y es mejor que así sea:
quiero pensar a solas
al lado de este fuego que enardece
los instintos del hombre.
Necesito escuchar mi propio pulso
como si fuera mío de verdad,
vivir este minuto prodigioso,
este tiempo interior en la quietud,
donde todo respira a través de mi cuerpo.
Y sospecho un fervor
que fluye de mis manos e ilumina,
en un lugar remoto de la Tierra,
la vida y sus asuntos.
De El minuto interior (Rialp, 2010)
PRELUDIO
Si algo te asombra, entra. No declines
estar
en eso que deseas.
No lo mires. Contempla. Date a ello.
Ten por seguro
que habrá estado esperándote
antes de que llegaras.
Si el bosque te respira,
abre el pulmón. Sé árbol.
Si la piedra entorpece tu camino,
entonces cógela,
hazte piedra en tu mano
y prolonga tu cuerpo en la distancia
cuando la arrojes.
Si es la isla que te observa desde lejos,
piénsate en ella;
incluso el agua cambia
todos sus átomos
llegada al barro que limita
la orilla.
Si es la llama
que vertebra la bóveda del aire,
crece en el fuego. Cumple sus designios.
Si el animal se asusta,
entra en su miedo. Dale paz. No vayas
tras él.
Y si es la luz
que unta de otoños este mirador
desde el que observas,
déjala cruzar
tu cuerpo
y que en él se ilumine con justicia.
De El mirador de piedra (Visor, 2012)
RESPIRACIÓN DEL ÁRBOL
I
Respira el árbol. Lo estoy viendo ahora,
en plena desnudez de su ramaje,
lo veo darse al aire igual que el aire
penetra en él hinchando su madera,
haciendo más profunda su raíz,
naciéndose en el centro para darse
–aliento de árbol que en el bosque expira–
de nuevo a su naciente forma. Círculo
de vida, ciclo natural de un Todo:
respiro sobre el bosque, como el árbol,
desde un antiguo mirador de piedra.
II
Lo veo hincharse en su madera áspera
de luz celeste recorrida. Abre
su prieta nervadura y se desfonda,
da al bosque su alimento masticado
y espera recibir el mismo aliento
que yo recibo del paisaje. Tiene,
porque se filtra entre las ramas secas,
desnudas, de los árboles, más luz
el otoño, y es suyo este aire denso
que penetra en la savia, siendo bosque,
para inventarse árbol. Respirar
la nueva luz que asciende amanecida,
recién purificada, hecha aire,
y desnudarse al sol, que es manantial
de un incendio que vuela en equilibrio
sobre el páramo abierto de mis ojos.
De El mirador de piedra (Visor, 2012)
CONTEMPLACIÓN DEL CIERVO
El mundo está en los ojos de ese ciervo
que desde el mundo observa y se contempla
en él. También nosotros lo miramos,
comprendemos el mundo en su inocencia
ingenua. Viejo y algo decaído,
parece ser un alma prejuzgada,
va dando tumbos sin porqué ni adónde
y ha debido perder hasta el olfato
pues no distingue al hombre de unas ramas
cansadas de legar su sombra al suelo.
La vida le huye al respirar. Jadea.
Sabe que el tiempo pierde su razón
de ser, que el miedo no es un buen aliado
y que esos que se esconden tras las ramas
no desean su mal, sino aventar
su espíritu, cantar de propio asombro
lo hermoso de la vida y su destino,
aunque se cierre el párpado y el mundo
se apague con el ciervo para siempre.
De El mirador de piedra (Visor, 2012)
MADRUGADA EN UN CUARTO DE HOTEL
En un cuarto de hotel, la madrugada
se vierte por las páginas del libro
como un sueño en la noche
o un acero afilado entre las flores marchitas de silencio.
Porque nadie me piensa, no sé si existo
sentado a esta mesa indefinida que se presta al poema
o si, henchido de sombras, soy la propia poesía
naciéndome palabra desde el fondo del cuerpo.
El mundo está intimando con el mundo
y todo cuanto en mí se nombra fluye
con tal intensidad y tal justicia
que es exacta al volumen del vacío que me piensa.
Al fin y al cabo, yo estoy en las cosas
y me pienso al pensarlas.
De Fracturas (Nausícaä, 2016)
YO ESCRIBO PARA SER UN HOMBRE LIBRE
Yo escribo para ser un hombre libre
que muere en un poema.
Tú mueres
para que yo lo escriba,
para que muera en el poema escrito
con la palabra exacta: libertad.
Tú estás muerta y yo muerto;
el poema se cubre con la sábana negra
de tinta y luto
o el blanco que, de fondo,
lo niega.
Sin poema no hay nadie que confirme
la realidad de la que estamos hechos.
No somos. No existimos. Por lo tanto,
quien escribe al poeta es el poema.
Y nunca lo contrario.
De Fracturas (Nausícaä, 2016)