Rossana Camarena

Disparo y otros poemas

 

 

 

 

 

Ventana

 

Esa ventana

cuando está abierta

deja entrar una ventisca

que custodia el miedo

 

Esa ventana

cuando está cerrada

deja ver a través de una transparencia

que se revela sin dejarme ciega

 

Esa ventana

si tan solo pudiera ser

no solo un hueco

ni un muro cercenado

sino una puerta

que abriera ancha la libertad

 

Mucho mejor sería, aún

no tener ventana, ni puerta

ni miedo.

 

 

 

 

Disparo

 

La primera bala la dirigiste al cuerpo

por los ojos

sin cálculo y con prisa

atravesó el espacio

susurrando en mi oreja cosas

tan repetidas

que no puse atención

 

La segunda bala la dirigiste al cielo

con los ojos cerrados

sin atinar pero sabiendo

que ahí habitan los pájaros

y una nube

podría resultar herida

 

La tercera fue aquella bala

que dejaste en el cilindro

a ojos abiertos

esa que no disparaste por no hacer daño

y que al mover el arma de sitio

se impactó contra tu sien

 

Yo quería y tú no,

jugar

a la ruleta rusa.

 

 

 

 

Lo sé

 

Hay un pájaro sin nombre

que nadie escucha,

lo sé porque cuando despierto

me mira

y va tirando una a una las ramitas

con las que deconstruye su nido

 

Hay una vereda de hormigas

que nadie ha andado,

lo sé porque existen muy pocos

que gustan caminar descalzos

para albergar tierra y cicatrices.

 

Soy un derrumbe sin pausa

y aun así

en el camino

la piedra me sostiene.

 

 

 

 

Antes de que me toques

 

Tócame, uno, dos, tres: sigue tocando

surca, delinea, hazme crecer

monta, multiplícame como pan

dilúyeme, conviérteme en vino

deshilvana, teje, toca

vuelve a tocar hasta que te abra

la puerta, los brazos, las piernas

viértete, lávame, hagamos comunión

de estos cuerpos ácimos

entra y tócame

en infinito compás: uno, dos, tres

como único instrumento.

 

 

 

 

Instantes (con precisión y redundancia)

 

Y en el preciso instante que nace la duda

nace también una certeza

de esas que hereda el tiempo con desinterés

entonces por instancia me pongo a unir los poros de la piel

como los diagramas numerados que se hilvanan con tinta

para que aparezca algo,

y aparece mi figura de cuerpo entero

me tiendo, me hago carpa, te doy sombra

y entonces

en el instante que entras me trasluces.

 

Y allá en el parque

en el preciso instante que un niño juega a las canicas

yo subo al bimbalete donde los latidos alcanzan su algidez

y en el lugar que dejas caer la caricia

la tomo como pañuelo para guardarla en el bolsillo

por si acaso.

 

Y en ese preciso instante que falta

sal en la mesa provoco a la mañana

para desayunar palabras dulces con leche

y horneo recuerdos que satisfacen al cuerpo de bondades.

 

Y me detengo, precisamente un instante

para comprobar que también es preciso

dejar morir las flores en el jarrón

sin remordimiento

a veces se necesita dejar crecer el preciso instante

para que alcance estatura.

 

Y es preciso, y abrupto, y necesario también

el tiempo donde se comprende

que es la misma tierra con la que se juega a los pasteles de lodo

que está bajo las uñas y sobre los muertos.

 

Y llega el día que por un instante

no sé cómo

se confunde la Vía Láctea con los quarks

las palabras con el barullo

el celular con un rostro

y cambias los ojos por pantallas multicolor.

Y en ese preciso instante que nace otra duda

nace también la certeza que siembra el sabor

que deja un beso recién robado

que asegura

que si el tiempo se pierde

también hay manera de encontrarlo.

 

 

 

 

Otoño

 

Me deshojo

quedo ciega de tacto

con las manos huérfanas

mientras hojas y ojos

se recrean.

 

Ojo a hoja

caigo sin pudor,

me desnudo

como hace cualquier árbol

en otoño.

 

Me deshojo

labio a labio

sobre un tronco

mudo de trinos.

 

 

 

 

Nunca y siempre

 

Yo nunca y yo siempre

Nací mujer y no hombre

(como mi padre quería)

mi nombre se ahogó

en el naufragio de una esperanza

y dio inicio a la tormenta

Yo siempre

Impulsiva e irreverente:

Niña baja la voz

Niña no toques a la gente

Niña pide perdón

Niña no ves que molestas

Y la niña en protesta se pinta la cara

para ser otra que no juega con muñecas:

Bájate del árbol

No camines por las bardas

No seas confianzuda

Deja de decir bobadas

Y yo devorando colores

Y yo viendo cada detalle

como si todo fuera mi familia.

Y no paro de atraer miradas

de cualquier cosa

en cualquier cosa

por cualquier cosa:

No seas metiche

No andes descalza

Siéntate bien

Cierra las piernas

 

Yo siempre haciendo

Yo nunca quieta

Descubriendo debajo

de todas las curiosidades

Indagando arriba

de todos los comentarios:

¿Por qué hablas tanto?

No uses falda tan corta

Abróchate el botón

No beses en la boca

 

Yo siempre bajo advertencia

Yo nunca en reconocimiento

así debe ser

mirada a rastras

boca cerrada

pensamiento limitado

en búsqueda de imposibles:

¿Y tú porqué?

¿Y tú cómo?

¿No te da vergüenza?

¿Siempre eres así?

 

Yo nunca delicada

Yo siempre provocando

Viendo el dedo acusador

que señala en una sola dirección

el dedo que advierte

que hay que bañarse de falsa pureza

que hay que comprar

una doble moral:

No dudes

No contradigas

No debatas

No trasgredas

Reglas de sangre

imponiéndose en mi sexo

 

Yo siempre y yo nunca

pero siempre

o nunca

una, solo una, una sola

mujer, más de una

sobreviviendo

en la violencia discreta

de los siempres

y los nuncas.

 

 

Rossana Camarena (Guadalajara, Jalisco, México). Escritora, tallerista y promotora cultural de escritores nacionales e internacionales. Sus textos han sido ... LEER MÁS DEL AUTOR