Rosario Castellanos. Asentamiento de un hecho

 

Presentamos tres textos claves de la legendaria poeta mexicana.

 

 

 

Rosario Castellanos

 

 

ASENTAMIENTO DE UN HECHO

¿Morir? No. Es demasiado bello para ser cierto.
Ya vas a comprobar cómo, después del tránsito
(que no es, a fin de cuentas,
más que uno que otro espasmo muscular, “amor grande”,
si al sexo te permites llamar “muerte chiquita”)
la cosa sigue igual en algún otro lado.

Con más o menos frío, quizá; con hígado,
con pulmones, con pies, con narices, con hambre,
con años, con fatiga,
con olvidos, con ese tábano memorioso
que alrededor te zumba.

Lo continuo no cesa, así que cálmate.
Deja ya de sentarte al borde de las sillas,
de mirar el reloj
y de hojear las revistas de la sala de espera.

 

 

 

DE MUTILACIONES

Un día dices: La uña. ¿Qué es la uña?
Una excrecencia córnea
que es preciso cortar. Y te la cortas.

Y te cortas el pelo para estar a la moda
y no hay en ello merma ni dolor.

Otro día viene Shylock y te exige
una libra de carne, de tu carne,
para pagar la deuda que le debes.

Y después. Oh, después:
palabras que te extraen de la boca,
trepanación del cráneo
para extirpar ese tumor que crece
cuando piensas.

A la vista del recaudador
entregas, como ofrenda, tu parálisis.

Para tu muerte es excesivo un féretro
porque no conservaste nada tuyo
que no quepa en la cáscara de nuez.

Y epitafio ¿en qué lápida?
Ninguna es tan pequeña como para escribir
las letras que quedaron de tu nombre.

 

 

 

HIPÓTESIS DEL SOLITARIO

Una cotorra, un timbre postal, un gato, un perro,
algún espantapájaros cualquiera,
alguien que, si recibe una dosis de amor,
no segregue anticuerpos, no cree resistencias
sino que simple asimile. Asimile
sin intoxicaciones peligrosas
y sin alteración de su naturaleza.

Y luego, limpiamente,
elimine los rastros de la sustancia extraña
que el otro le inocula.