Roberto Sosa. La eternidad y un día

 

Presentamos tres textos claves del gran poeta hondureño.

 

 

 

Roberto Sosa

 

 

LAS SALES ENIGMÁTICAS

Los Generales compran, interpretan y reparten
la palabra y el silencio.

Son rígidos y firmes
como las negras alturas pavorosas. Sus mansiones
ocupan
dos terceras partes de sangre y una de soledad,
y desde allí, sin hacer movimientos, gobiernan
los hilos
anudados a sensibilísimos mastines
con dentaduras de oro y humana apariencia, y combinan,
nadie lo ignora, las sales enigmáticas
de la orden superior, mientras se hinchan
sus inaudibles anillos poderosos.
Los Generales son dueños y señores
de códigos, vidas y haciendas, y miembros respetados
de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana.

 

 

 

BAJO UN ÁRBOL

Este hombre sin pan, ese sin luces y aquel sin voz
equivalen al cuerpo de la patria,
a la herida y su sangre abotonada.

Contemplen el despojo:
nada nos pertenece y hasta nuestro pasado se llevaron.

Pero aquí viviremos.

Con la linterna mágica del hijo que no ha vuelto
abriremos de par en par la noche.
De la nostalgia por lo que perdimos
iremos construyendo un sueño a piedra y lodo.

Guardamos, los vencidos, ese sabor del polvo que mordimos.

Junto a esto
que a veces es algo menos que triste,
bajo un árbol,
desnudos si es preciso, moriremos.

 

 

 

LA ETERNIDAD Y UN DÍA

Se hace tarde, cada vez más tarde.
Ni el viento pasa por aquí y hasta la Muerte es parte
del paisaje.

Bajo su estrella fija Tegucigalpa es una ratonera.

Matar podría ahora y en la hora en que ruedan sin amor las palabras.

Solo el dolor llamea
en este instante que dura ya la eternidad
y un día.

¿Qué hacer?
¿Qué hacer?

Alguien que siente y sabe de qué habla
exclama, por mejor decir, musita – hagamos algo pronto,
hermanos míos, por favor muy pronto.