Risto Lazarov

Zapatos para mi padre

 

Poetas macedonios contemporáneos
(Traducción al español de Igor Popovski)

 

DAISY: LA NIÑA CON GÓNDOLAS EN LA MIRADA

Me llamo Daisy y me alegra mucho que son de Europa
– nos recibe una niña menor que atiende a los invitados
en el restaurante Juan del Mar en la plaza Santo Domingo en Cartagena.
Lo aprendimos en el colegio, pero también he leído mucho sobre Europa,
amo tanto, tanto a París, pero todo el tiempo sueño con Venecia.
Si quieren, les podría cantar algo en italiano, en color,
Góndolas, góndola, góndolas, Arrivederci Roma, O sole mio,
también me sé una sobre la luna de plata que se ahoga en el mar.
Saben, sé hacer una ensalada muy rica de pepinos mariscos,
y a veces me suceden cosas raras –
sirvo vino, pero los vasos se quedan vacíos,
tragados hasta el fondo del ojo sin siquiera ser servidos.
A veces sorbo con una cuchara las promesas de los dioses
y en eso no veo nada malo – todos tienen derecho a sorber con todo tipo
de cucharas,
todos tienen derecho a buscar su parte del paraíso en lo que han sorbido.
A veces también me pasa
que me tope con una góndola rellena en la que, desafortunadamente,
no caben mis sueños.
Entonces vuelvo a casa con un ramo de lágrimas, de color lila,
y las tiro por el camino una a la vez, como en los cuentos infantiles.
Mañana – cada día trae su propia suerte: en el barco a Venecia
meteré una canción alegre, atravesando nueve mares
enviaré a escondidas un manojo de sonrisas caribeñas
– solo que no me cruce el camino un gato negro
al regresar a casa, muerta de cansancio y pensando
que de verdad vendo violetas
en la plaza de San Marcos de Venecia.

 

 

A CASA DE GARCÍA MÁRQUEZ EN CARTAGENA:
LA PUERTA CERRADA, EL DUEÑO NO ESTÁ

La puerta está cerrada, el dueño no está.
Estamos ante la casa de Gabriel García Márquez en Cartagena de Indias
y estamos intentando medir cuánta distancia hay
de sus recuerdos de Aracataca y cuántos Macondos caben en un pulmón.
En algún lugar ahí, más allá del mar,
Márquez acaso vuelve en este mismo instante de un masaje
y se pone a trabajar en el último análisis del proyecto
para la construcción de una nueva fábrica de silencio en Macondo,
ya que, por lo visto, la época de revueltas y relámpagos llega a su fin.
Además, en silencio se duerme mejor y se sueña más.
Quizá justo ahora, más allá del mar,
Gabriel García Márquez esté furioso por haberse manchado de nuevo
comiendo helado de chocolate
o esté mordiéndose la uña del dedo índice izquierdo
porque el editorial de Cambio no es de su gusto,
y si se acostumbra la gente a leer malos editoriales
se acostumbrará a leer malos libros también,
se llenará de maldad su mente, o sea su vida.
Claro está, hoy también es lunes
en la costa frente a la casa de García Márquez en Cartagena de Indias,
hoy también cantan dos gallitos y aturden a José Buendía
además, se creen que los gallitos que se encuentren en la orilla del mar
un día se volverán gaviotas, refinadas y elegantes,
que en un dado momento no perderán la oportunidad
de cagarse en la cabeza sucia de José Buendía.
En alta mar se está meciendo un barco relleno de desesperados,
como manchas de petróleo se esparcen los malestares y las desgracias.
Aunque no queda del todo claro si los desesperados están en alta mar
o en algunas de las novelas del comienzo del siglo veintiuno,
Gabriel García Márquez, si estuviera en el patio de la casa en Cartagena,
sin duda les gritaría que el que tiene muchas estrellas, también pierde otras tantas,
Gabriel García Márquez, un poco decaído y muy jadeante,
asimismo, recordaría sin duda sus putas tristes,
abriría la cajita de los demás recuerdos,
por regla general pelaría un plátano de las plantaciones de Aracataca,
ah, desde Aracataca, sin más ni más, hasta la cima del propio sufrir
– ojalá no se vuelva este mundo un pequeño crematorio para sueños grandes.

 

 

LUIS CARLOS LÓPEZ:
LOS ZAPATOS CÓMODOS DEL AMOR

En la fortaleza de San Felipe se ondula la bandera, el tiempo corre.
Abajo, los Zapatos Viejos, zapatos de bronce, con cordones de recuerdos:
un monumento al poeta Luis Carlos López,
quien quería a Cartagena de Indias como sus zapatos viejos y cómodos,
quien quería a las mujeres como sus zapatos viejos y cómodos.
Los que visitan la fortaleza siempre se van.
Quedan los zapatos de bronce del poeta y los cordones de recuerdos.
Quedan los barberos, los taxistas, los guías turísticos
y los demás que atan por voluntad propia los cordones de recuerdos.
Cuando caen las lluvias otoñales, los zapatos de bronce están mojados:
todos ponen los pluviómetros, pero los zapatos de bronce son amorómetros.
De vez en cuando alguien toca la armónica Hohner.
Con una armónica así Luis Carlos López tocaba las lágrimas de los pobres.
Apenas se oía la armónica,
se oía también el ladrido solemne de la incineradora de la ciudad.
El poeta y la ciudad – dos almas gemelas, rellenas. Amor por amor.
Dice el dicho: el que tiene zapatos cómodos, se construirá una casa de estrellas.
Los demás tendrán ampollas en los pies,
y los descalzos ya han desistido de zapatos y de estrellas.
Luis Carlos López se muerde los labios discretamente:
no es fácil estar rodeado de gente todo el tiempo.
Se mira los cordones de los zapatos cómodos
– sabe que a la distancia hay niebla siempre.
Y lo sabe el mundo entero que en Cartagena de Indias
los limpiabotas son un gremio altamente distinguido.

 

 

ZAPATOS PARA MI PADRE

Estamos confundidos mi hermano y yo
en la tienda de zapatos
en la calle principal
en el lugar donde nacimos.
Cuando éramos niños
en esta misma tienda
nos compraban zapatos nuevos
antes del inicio
de cada año escolar.
Nuestro padre en aquellos tiempos quería
que los zapatos fueran
ante todo calentitos, luego buenos
y que fueran un número más grandes
para que nos duraran más.
hay que criarse los zapatos, decía papá.
Ahora con mi hermano
le estamos comprando nuevos zapatos
a nuestro papá.
Seguimos sus instrucciones bien conocidas:
que los zapatos sean
calentitos y luego buenos
que no le aprieten
y que no le hagan ampollas,
decidirá a hacer, largos paseos
en la selva de recuerdos.
Los zapatos estos de nuestro padre
tienen que ser cerrados
y con la suela dura
para que él pueda
dar una patada grata
al ángel de la guardia disfrazado
cuando éste le empiece a decir gilipolleces
sobre la inmortalidad
de la bondad y de la justicia.
Sonreímos amargamente mi hermano y yo
al salir de la tienda de zapatos
un día antes de la muerte de papá.

 

 

-Cartografía del fuego
14 poetas macedonios contemporáneos
Colección: Ladrones del tiempo
Uniediciones

 

Cartografía del fuego poetas macedonios

 

 

Risto Lazarov (Stip, Macedonia, 1949) es poeta, crítico, publicista y traductor. También es el presidente actual del Centro PEN en Macedonia. Su poesía ... LEER MÁS DEL AUTOR