Ridha Mami

Y seguiré tus pasos

 

 

 

 

 

CAE LA NIEVE

 

Si pudiera secar todas tus lágrimas

y perderme en tus pupilas negras,

aprendería a soñar despierto.

Si pudiera oír los gemidos de tu corazón,

golpearía su puerta, y en él,

desvelado, moraría para siempre.

Si pudiera enseñarte a suspirar,

a meditar y a sollozar como a una niña,

nadie lloraría su amor.

Si pudiera hacerte estrella,

y en el alma elevar tu amor al cielo,

serías mi norte en la noche oscura.

Si pudiera decir “madre, te quiero”,

jamás emigrarían las golondrinas

ni a las violetas cubriría el rocío,

ni se desnudaría de luz la primavera.

Pero ya el fuerte viento está soplando

y las cigüeñas abandonan sus nidos;

las lágrimas por mis mejillas seguirán

resbalando, y aquí, en mi corazón,

se escuchará una esperanza desolada.

Y en mi jardín de otoño,

la nieve no dejará de caer.

 

 

 

 

CARTA DE SANCHO A DON QUIJOTE

 

Señor Don Quijote,

los ríos no siguen su transcurso,

e inmóviles no se van hacia el mar;

sus aguas están estancadas y verdosas:

buen charco para los cocodrilos hambrientos.

Señor Don Quijote,

nos han conquistado los Haldudos,

los muertos en vida,

sus caras son espejos

que reflejan mil y un rostros,

y nuestros escudos están abollados.

Pero los corazones

siguen palpitando.

A Dulcinea la han deshonrado.

Han abandonado su fe y sus valores,

han enterrado la fidelidad,

han vendido la dignidad,

han malbaratado la libertad.

La nave de la ingratitud invade,

bajo un cielo azul, nuestras aguas.

Señor Don Quijote,

mi gente dice no, pero obedece,

no dice sí, pero obedece,

no dice nada, pero baja la cabeza.

Los colores ya no tienen sus matices,

el blanco y el negro son gemelos,

van cogidos de la mano

y de la misma mano comen.

Señor Don Quijote,

¿por qué no me miras

con esa triste figura

para poder flotar en mi sueño?

Despierte, póngase bien derecho,

es otoño y es tiempo de siembra,

voy por Rocinante,

afile bien la lanza,

que a la sombra de la encina,

cansado, le espero.

 

 

 

 

LA BAILARINA

 

Bailarina, no dances para mí esta noche,

es muy agotador alegrar las penas,

el velo no acierta a cubrir tus llagas transparentes.

Tus caderas se mueven al son del laúd

y tu corazón tiembla a cada suspiro,

moviendo tus brazos acaricias los sueños ajenos,

y tus ilusiones buscan, perdidas,

cobijo en el alma desolada.

Tus ojos son puertas del Edén lejano

y calidez del invierno más lluvioso,

pero tu mirada, sincera y triste,

abre el camino hacia un horizonte perdido.

Bailarina, no mires a quien te mira,

y recuerda que cuando amanece,

despiertas como la helada,

abandonada y fría.

 

 

 

 

RENACER

 

Tendré que volver

a nacer de nuevo,

para quererte tanto

como te quise…

 

 

 

 

PROFECIA

 

Yo nunca había creído

en los milagros,

pero cuando te vi

me di cuenta

de que mis ojos

eran de profeta.

 

 

 

 

VIAJERA POR LOS SENDEROS DE LA SOLEDAD

 

Ojalá pudiera viajar  en ti

como pasaba antes,

viajar en tus ojos, por ejemplo…

Ahora, solo observo

cómo aterrizan las palomas

para beber agua fresca en las fuentes.

A veces, me entran ganas

de eternizar la sonrisa de un niño.

Busco un profundo mar

donde adormecer mis tristezas,

donde adormecer mis sueños,

o un pozo hondo para acallar mis  gritos,

o una cueva donde la esperanza

pueda yacer tranquilamente.

Mi silencio vuelve a retumbar

en mí mismo, me agita, me sacude

y aquí dentro hace su hueco otra vez.

Me someto y me marcho

vencido como la oscuridad

sorprendida por  el amanecer.

Estrella fugitiva,

sol poniente,

caballo azabache,

mirada furtiva,

risa desolada,

hoja de otoño

que acaba de caer,

gota de agua

que suena en mis cristales,

grano de arena en el vendaval

esparcido en el desierto,

tarde agitada,

sueño gris,

noche  sin luna: así eres tú.

Estoy ebrio y agotado.

Cierro los ojos deseando

volver a verte de nuevo.

 

 

 

 

TUS PIES DESNUDOS

 

No vaciles, bonita,

descálzate y camina suavemente.

Los finos granos

de la arena cálida

desean hacer cosquillas

a tus pies desnudos.

 

 

 

 

Y SEGUIRÉ TUS PASOS

 

No tiendas más tu mano al tiempo,

el tiempo no cura todas las heridas,

despídete de las tardes doradas

y de las auroras que aún no han nacido.

¿Has visto, algún día,

una luna de verano agonizar?,

¿o un marinero, en un día

tormentoso, mirando al cielo?

Olvida, si quieres, intenta olvidar,

o miéntete otra vez como sueles.

Atesora estas lágrimas calientes,

pena me da verlas resbalar y caer.

No busques mariposas en la pradera,

ni amarras en los puertos abandonados,

no llames más a corazones rotos

ni pretendas hallar nuevos amores.

Derriba estos cipreses, si lo deseas,

los muertos no necesitan sombra.

Asómate desde tu balcón

Y mira  las golondrinas:

aprende el arte de emigrar,

tensa tus alas, agítalas,

extiende tus plumas y vuela alto.

Pero no vuelvas nunca

al nido donde te vi crecer,

sé que todas las encrucijadas

son difíciles y pueden perdernos.

No te detengas, apresura el paso

y márchate temprano, en silencio,

antes de salir el sol,

que  la gota de rocío, apurada,

se asfixia cuando nace el día.

Brillará en mis ojos cansados

el fulgor del eco de tu voz callada,

y en tu ausencia seguiré tus pasos,

lentamente, entre mis altas

y violentas olas.

 

 

 

 

FINAL DEL VIAJE

 

La noche está helada,

las lunas son anémicas

y el camino es largo.

Capitán, dime,

¿en qué puerto me tocará bajar?

Dímelo,

y así me preparo a tiempo

para ordenar mis recuerdos,

domar mis dolores

y acomodarme a mis tristezas.

 

 

 

 

SOL ABRASADOR

 

¿Cuántas veces

nos sorprendió

el sol naciente?

Ni él dejó de quemar,

ni nosotros de abrasarnos.

 

 

 

 

UN ÚLTIMO INSTANTE

 

Aquella tarde me habló tristemente

de las andanzas de don Quijote

y me contó la historia

de la bella reina Dido.

Con mucho cariño y dulzura

me recitó versos de La Eneida ;

al oído, y en voz baja, me explicó

el dolor placentero de Lorca.

Al final, me invitó a que contemplase

el desnudo abandono de las ruinas.

Allí suspiré, se me quebró la voz

y enseguida percibí

que nuestros vestigios

no estaban para restaurar.

Dios mío, ¿puedes aplazar mi muerte?

Es que antes de morir necesito,

al menos un instante,

para respirar y ver el mar.

 

 

 

 

 

-Selección de poemas de su obra, El vate y la luna. Poesía reunida (1990-2022).
Madrid: Ed. Sial Pigmalión, 2022.

 

 

Ridha Mami (Sousse-Túnez, 1964). Es Doctor por la Universidad Complutense de Madrid, Catedrático de lengua y literatura españolas en la Universidad ... LEER MÁS DEL AUTOR