Ricardo Alberto Pérez

Sin evidencias

 

 

Sin evidencias

Una nueva forma
de morir,
de encontrar al alma
flotando
entre confites.
Hipotálamo se desvanece
hipopótamo goza  del fango,
¿cómo dejar todo este tedio
sin que  se arme el revuelo?
salir pegado  al mangle
a la gente que opina
a diario sobre uno.
Pongo a decir a un asociado
cosas sobre el alambre dulce,
y los demás escuchan
en la manía de la novedad,
así aprovecho
y sin disfraz
les paso por delante,
se acaba la polémica,
la impertinencia
de que uno participe,
ya no podrán decir tu nombre
como si te estuvieran
golpeando con un palo.
¿de qué manera lograr que esa memoria
de la que eres parte
no perjudique
a tus cómplices?
Esta opción de salir
tiene que ser higiénica
una pieza abstracta,
que se goza
en todos los sentidos.
Al que queda vigilando
le digo: oye soy un manubrio.
Qué va pensar el fulano
que me estoy escapando,
se queda tan frío
como un tamal,
ya logro superarlo
porque mi imagen
es el humo de un fósforo,
insulto de una lombriz;
en la postergación
se rompe el vidrio
a través del que muchos
me miraban,
no te voltees, ni permitas
que te alcance el arco
de la soldadura,
sería imperdonable que pueda
rozarte, o detenerte
el relincho de la yegua
o simplemente la onda traicionera
en la que se propagan
los afectos.

 

 

 

El caballo de Haneke salpica
de sangre, fuerte, fuerte
su relincho es un musculo
un sexo que se tuerce.
Lo que esparce la bestia
contra el césped tranquilo
es la época
la lengua rugosa
del presente, aquello construido
con orgullo.
Es bello ver como
brota y mancha;
pero como seguir
después de la metáfora,
de qué manera
acomodar tantos contrarios
sin ser taoísta o loco.
Congelar la mirada
en ese instante,
ponerlo debajo de la cama
del armario,
y ver si el sueño
te acompaña,
si como un granjero deslinda
lo cruel de lo útil ;
todo pasará por esa línea diminuta
donde las cosas prevalecen
o se hunden.
Seguiremos a expensas,
secuestrados por la rancia memoria
y el dúctil sonido;
tienes que tocar
un punto de inflexión
es la única manera
de sobrevivir a eso contundente
que se aproxima.

 

 

 

Loco Buñuel,
estarás loco
cuando veas al perro violeta
erguirse de placer.
Muerde y chupa la garganta,
no hay sangre en la sábana
ni en la mente,
tragarás el óxido en lo adelante ,
que todo entre
para que la membrana
se vire al revés
no deje de vibrar
bajo ninguna circunstancia:
lo que pasó antes
o después
¿qué importa?
el  cuerpo solo agradece
aquello inesperado,  que corta
y no hiere.
Las cosas se modifican,
quedan bajo una luz
tan rara, que parece líquida,
goteante.
¿Qué importa?
Lo irrepetible te pertenece,
saliva, orine, semen
son pájaros que se posan muy cerca,
no dejan de traer
mensajes,
sonidos tan densos
como el aullido o la carne.
Por eso cuando la babosa
retoma su camino,
quedo muerto, me erizo
veo con claridad
cuanto te abres a la roca,
a la sal
y logras rozar el eco
con la lengua.

Ricardo Alberto Pérez (La Habana, Cuba, 1963).  Poeta, traductor y crítico de arte. Premio Nacional de Poesía Nicolás Guillen, obtenido con el libro Oral-B. M ... LEER MÁS DEL AUTOR