René Char

Cuatro fascinantes

 

 

 

(Traducción al español de Jorge Riechmann)

 

 

 

LASCAUX

 

I

 

Hombre-pájaro muerto

y bisonte en agonía

 

Cuerpo esbelto que habitara el entusiasmo exigente,

Perpendicular ahora a la Fiera herida.

 

¡Ay, muerto sin entrañas!

Le ha matado aquella que fue todo y, reconciliada, muere,

Él, bailarín de abismo, espíritu, siempre por nacer,

Pájaro y fruto perverso de las magias cruelmente salvado.

 

 

II

 

Los ciervos negros

 

Las aguas al cielo, hablaban al oído.

Ciervos, habéis franqueado el espacio milenario,

De las tinieblas de la piedra a la caricia del aire.

 

Cazador que os acosa o genio que os contempla:

¡Cuánto me place su pasión, desde mi vasta orilla!

¿Y si tuviera yo sus ojos en el instante en que espero?

 

 

III

 

La fiera innombrable

 

La Fiera innombrable cierra la marcha del gracioso rebaño,

como un cíclope bufo.

Ocho pullas la ornan, reparten su locura.

La fiera eructa con devoción en aquel rústico ambiente.

Dolorosos los hinchados costados caedizos, van a vaciarse de su preñez.

Desde la pezuña hasta las inútiles defensas, la fetidez la envuelve.

 

Así se me aparece en el friso de Lascaux, madre caprichosamente disfrazada,

La Sabiduría con ojos anegados en lágrimas.

 

 

IV

 

Caballo joven

de vaporosas crines

 

¡Qué hermosura, primavera, caballo

Acribillando el cielo con las crines,

Cubriendo las cañas con espuma!

Todo el amor cabe en tu pecho:

Desde la Dama blanca de África

Hasta la Magdalena del espejo,

Ídolo que combate, gracia que medita.

 

 

 

 

CUATRO FASCINANTES

 

I

El toro

 

Nunca es de noche cuando mueres

Cercado por tinieblas que gritan,

Sol con dos astas semejantes.

 

Fiera de amor, verdad en la espalda,

Pareja apuñalándose única entre todos.

 

 

 

II

La trucha

 

Riberas que os desplomáis engalanadas

Para llenar todo el espejo,

Guijos donde balbucea la barca

Que la corriente aprieta y alza,

Hierba, hierba estirada para siempre,

Hierba, hierba siempre sin tregua,

¿Qué es de vuestra criatura

En las tormentas transparentes

Donde tu corazón la arrojó?

 

 

 

III

La serpiente

 

Princesa de los yerros, ejercita mi amor

Eludiendo a su Amo al que odio por dar sólo

Confusa represión o fastuosa esperanza.

 

Vénguense tus colores, serpiente bonachona,

Al abrigo del bosque y en todas las casas.

Por el lazo que une a la luz con el miedo

Haces como si huyeras, serpiente marginal.

 

 

IV

La alondra

 

Extremada brasa del cielo y primer ardor del día,

Queda engastada en la aurora y canta la tierra agitada,

Carillón dueño de su aliento y libre de su camino.

 

Fascinante, la matan deslumbrándola.

 

René Char (Francia, 1907 – 1988). Es considerado uno de los poetas franceses más importantes del siglo XX. En 1930 firma el Segundo manifiesto surr ... LEER MÁS DEL AUTOR