Geografía onírica
(Poemas seleccionados por Khedija Gadhoum)
-De la obra Trabajos y desvelos. Caza de libros Editores, Colombia, 2022.
La niña Emilia
In Memoriam Emilia Benavides
(Loja, 10 de noviembre de 2007 – 20 de diciembre d 2017)
Ni rondas, ni villancicos,
ni las luces de fin de año.
Aquellos que cercenan sueños
arrojaron una muñeca
descuajeringada, en el eterno
silencio de una quebrada.
Los ángeles guardianes se declararon en huelga
y el Mal se precipitó en un mundo sin redención
donde la escoria transita al acecho por sus calles.
tuve una muñeca vestida de azul; ahora
lloro sus restos calcinados; los machos
han perpetrado el martirio. Ya no más
mi muñeca ni sus sueños: es mi niña rota.
Emilia, nueve años de casa y juguetería,
permanece
en el susurro de los huracanes de Loja.
Geografía onírica
En el lecho, ya establecida
mi rendición; la nocturnidad
extendida hacia el alba jubilosa
dibuja nuestra geografía onírica.
Refugiado en tu esfera, mi cuerpo
sobrevive al mundo que pospone
la crueldad de sus vueltas; la noria
prolonga su estremecimiento.
El alma es corriente de aguas
turbulentas, remolino que avanza
ciego hacia la inmensa
desolación de la mar.
Pero sopla el viento del buen amor
y el alma se vuelve agua
cantarina que arrulla un matapalo
enverdecido de trópico.
Lecho de nube, hogar pasajero
de aquella dulce maravilla;
sosiego para la gozosa
parranda de los cuerpos;
mas, de aquel glorioso fuego
la nada quedará… la nada, excepto
la fugaz delicia de tus meandros
en la ilusoria ceniza del instante.
La perla encontrada
He descubierto una perla en la ría
y yo no sé qué hacer con tanto tesoro.
Vino a mí cuando la faena de pesca
no prometía más que una piragua vacía.
¿Cómo habré de compartir su brillantez
si al contemplarla me invade el miedo
de que alguien me la hurte, el ansia
de tenerla en mis manos y luego perderla?
¿De qué me sirve una perla escondida
bajo el manto del secreto y la cobardía?
eres, perla de la ría, dueña de ti misma; y yo
no merezco la belleza de tu forma perfecta.
-De la obra, Cánticos para Oriana. Editorial Planeta, Ecuador, 2003.
Celebración de los cuerpos
4.
¿Qué es el éxtasis de tu cuerpo abierto
cuando yace trémulo amalgamado en mi carne?
Cabalgata de yegua briosa con los cascos
que rozan apenas la hierba erizada de recóndito
lecho
Destello de sol enfurecido sobre el bramido
de ola que suave abandona su espuma
en alborotada sabana tibia.
Arremetida de fulgurantes violines que arrastran
en sus estertores al grave rumor de discretos
violonchelos.
Irrupción del verso indomable que doblega
el balbuceo de aprendiz que en las palabras se
quema.
Ilusión de fragancia encendida con voluptuosa
paciencia sobre la dormida madera seca de
Pomasqui.
¿Qué es el éxtasis de tu cuerpo abierto
sino la maravilla del transcurrir
estacionado sobre su nostálgico seno?
9.
Aquella es una palabra prohibida entre dos
espíritus que entregan sin reservas
la discreta luz que pervive clandestina
en sus meandros inéditos; secretos.
La brevedad, angustia para quien todo desea,
separación y espera atragantadas, mudas,
cotidiano fulgor oculto tras distintos
espacios y existencias paralelas; velos.
Mas lo breve cabalga sin brida en lo intenso
pálpitos que se abren y ofrecen, agua,
estremecidos contemplan su vitalidad
y fiesta de la carne franca; espejos.
Explosión fulgurante de sol demente
no requiere que Amor preste su nombre,
basta la fiebre agazapada en el vientre
cuando el Alma se ofrece en vida; desnuda.
Plenitud de abismo
1.
¿Quién se atrevió a decir
hasta aquí los placeres, desde esta línea el pecado,
la insondable caída?
¿Quién fue aquél que construyó una alambrada
para asfixiar la vivencia, cercenar su territorio?
¡Vacua santidad la que otorga
una fruta que no se muerde por temor a los
gusanos,
el recuerdo de una memoria de incienso,
cuerpo baldío habitado por el temor!
¿Me arrepentiré de la piel que he vivido?
¿Le dolerá a mi memoria de mañana
el anhelo de lo que hoy no me atreví?
Máscara que me hace bueno
reverente temor del infinito
que es nada,
vacío inventado por dioses
costilla enferma de orfandad y espanto
fuego de pasión descubierto.
Yo lo proclamo,
asumo la osadía sin tregua que da la finitud:
no más límite en el firmamento
de estulticia humana,
torpe, desvalido y miedo.
Sólo la experiencia en plenitud de mis sentidos.