La hierba que bordea los estanques
Poesía íntima y coloquial
por Enrique Solinas
Cuando Piergiorgio Viti escribe poesía lo hace desde un lugar íntimo y pequeño. Prefiere certezas a interpretaciones, elige gestos en vez de una gran expresión ineludible. La voz del poema aparece como un susurro, a media voz, tal vez una voz en la oscuridad que dice su mundo interior, personal, reflexivo y al mismo tiempo, despojado.
Para que el poema exista es necesario un tú que será el origen y el fin de la poesía. De esta manera construye su mundo personal, un lugar y un tiempo sin tiempo, donde el otro es necesario para poder vivir, el motivo del poema, la argumentación de la existencia humana.
Somos en la medida en que no estamos solos, parece decirnos Viti a través de su poesía. Tal vez esta sea una definición de lo que es el hombre contemporáneo.
(Traducción y versión de Enrique Solinas)
Me gustaría morir antes que vos
porque, ya sabes, no podría soportar
la idea de estar solo
para cuidar tus plantas
y poner la mesa por la noche
solo para mí.
Vamos a competir
quien muere primero entonces.
Podría contar ovejas
hasta el día
del sueño eterno,
o podría morir
en una tarde lluviosa
Me gusta esto
de ahogarme en un charco,
o, en tiempos difíciles,
en un vaso de agua.
Vos podes ser,
no te daría paz,
me buscarías en las sábanas
de nuestra cama deshecha,
o más allá de las cortinas
de ciudades remotas …
Entonces no,
continuemos
a mirar el noticiero de las veinte,
a preguntarnos por el calor
cuando llegue,
a mirarnos más allá del cristal
de los anteojos
durante los aperitivos
y además, hasta en los dias mas tristes,
podamos tener una cita.
(de Si las cosas son así, 2015)
(esta noche)
Estábamos en ese lugar en medio de las montañas
donde se crían truchas, ¿recordas?
Y vos, en la hierba que bordea los estanques,
allí, entre las truchas que ondulan el agua,
encontraste una flauta.
Todo alrededor, cristal,
las montañas rebotaban el eco de tus notas
y la trucha, poco a poco, empezó
a volar en el cielo como pájaros.
¿Reemplazar el archivo? Sí, pero no sólo eso.
Me gustaría reemplazar la cara a veces,
con una expresión más sonriente,
en cambio siempre pienso en mis problemas,
incluso cuando no los tengo.
Y me gustaría reemplazar la casa, esta casa
con otra, el mar cercano que casi
puedo tocarlo, un tapiz flamenco,
finalmente un lavavajillas y un balcón
donde invitar amigos a charlar
de lo bello que fue el último viaje,
lo que aún no hemos hecho.
Y también me gustaría cambiar de ropa,
que puedas encontrar pantalones que te queden bien,
zapatos tan bonitos que todos ooooh
se vuelvan a mirarlos y me pregunten
dónde los consiguió.
Claro, me gustaría cambiar muchas cosas,
demasiadas tal vez, pero el corazón, ya lo sabes,
siempre permanecerá a la izquierda,
lo regas como un ciclamen,
haces un bolsillo para las emociones
y entonces
lo haces rebotar como una pelota.
Se siente tan bien, pero tan bien
dentro del azul de tus ojos
que, mientras hablas con otros,
me pierdo en ellos,
de hecho me parece
estar ahí,
como en un jacuzzi.
Entonces sabes lo que hice,
casi les digo, y los invito también
y organizo un aperitivo
con aceitunas, papas fritas y maníes,
musica de los setenta
y una puesta de sol para contemplar
como las del Caribe.
Luego, después del aperitivo,
todos se irán a casa
para retomar los hilos de la conversación,
las pastillas para dormir, las boletas, la cola en el correo,
pero que importa,
incluso, después de muchos años,
encontrándonos en la calle,
todos recordaremos ese día,
ese día cuando
tomamos un aperitivo
en el torbellino de tus ojos.
Cuando fuiste al hospital,
yo empecé.
Estaba solo en la casa
y de vez en cuando bebía,
Bebí vino tinto,
me ayudó a no pensar.
Estaba pensando solo en vino
que estaba en el refrigerador
y que se podría arruinar
si no lo bebiera.
Volvía de la caminata de las siete
y bebí.
Vi la tele y bebí.
Fui un tonto en internet
y bebí.
Hasta que pasaste por el quirófano
Yo estaba más agitado que vos
y seguí bebiendo.
Bacardi esta vez.
Cuando el cirujano abrió tu pecho,
terminé con todos los Bacardi
del supermercado.
Entonces ahora vos
tenes un corazón nuevo
mientras que yo,
solo bebo Bacardi.
Esas veces que suena el portero eléctrico
siempre pienso que es el cartero
para pasarme un sobre
lleno de hojas
con notas, abreviaturas, números,
escrito en pequeño,
eso me recuerda
la visita anual al oculista.
O pienso:
son testigos de Jehová,
vienen a decirme
que Jesús ha resucitado
y ha organizado una fiesta
por su resurrección.
O de nuevo, pienso:
es el plomero.
Lo llamé hace un año
para arreglar el baño
y finalmente ha encontrado el tiempo
para escucharme.
No, no pienso más que seas vos.
Durante años he estado solo en la casa
y nunca me acerqué más al portero,
aparte de alguna persona inoportuna
o, el sábado por la noche,
la dueña de casa
por atrasos en el alquiler.
(de Abierto por inventario, 2019)
(después de un documental)
Si hace millones de años
no había estado allí,
nosotros no hubiéramos tenido
tanto oxigeno.
Nos hubiéramos quedado donde estábamos
(y quién sabe dónde estábamos, quién sabe …),
la vida no maduraría,
hélices de código binario,
nada en absoluto,
una pizarra en blanco, un cero absoluto.
En cambio, gracias a los estromatolitos,
a sus burbujas de aire,
existimos
proliferamos
por la tarde nos damos besos
delante de una sopa.
En resumen, es gracias a ellos
que en los jardines de Recanati
los niños puedan saludar con la mano
y a la noche, bajo las mantas,
puedo susurrarte
Abrázame
que si te vas a otra parte,
me parece que hace más frío.
Sería bueno, en algún momento
del día, mientras preparas
el puré o la pasta,
decirte: la lapicera es mía,
pero entre tantos hábitos en Lyon,
wir gehen ins Kino*.
Decirte estoy y más, decirte
en todas las lenguas del mundo,
decirte sobre todo, que te quiero,
que mi corazón es un brote
y que vos sos el humus y el agua.
Decirte que sos un castaño
cuando termina la sombra,
decirte que sos una nave espacial
lista para todas las órbitas.
Decirte, adivinando incluso
conjugaciones y declinaciones,
para que no haya malos entendidos,
porque en un cierto punto
el público que paga
entiende que todo empezó con el amor
y que el fenómeno de circo que soy ahora
es un regalo para todos.
Sí, es un regalo adivinar todos los alfabetos
Para confesarte
que cuando estoy en las escaleras
y tú no estás,
me parece que tengo la vida equivocada.
*En alemán: Nosotros vamos al cine
(del libro Cuando el aire le tenía miedo a Nureyev)
Esta mañana, de la mano,
te quise llevar en medio del maíz,
donde las plantas nos habrían escondido…
Sí, lejos de todo, creeme,
de esos ojos que cuando
juzgan se convierten en piedra,
de esos rumores cercanos
como trajes a medida.
Tú me preguntarías
por qué llegar hasta allí,
cuando el corazón puede traspasar una casa.
Yo te respondería que ya de chico
soñaba con alguien para llevar de la oreja
y frotar despacio,
susurrando al oído
que en esos momentos
los árboles tiemblan,
que una canción se mueven dentro de mi pecho.
(inédito)