La muchacha que se apoya contra la puerta
(Traducción al español de Marco Antonio Campos)
LA MUCHACHA QUE SE APOYA CONTRA LA PUERTA
Los caballos castaños como semilla de manzana, caen sobre los hombros
rizos, ondulación, aquí y allá en la frente
algunos cabellos sueltos, rebeldes, mechones leves
cubriendo la oreja, como si esa trenza no fuera sino una trenza,
sino la muchacha misma, silenciosa, y en mí: la realidad
de su primer sonrisa. Cuerpo espigado, esbelto, piernas largas.
Los labios: ya vistos, parejos,
completamente parejos en una sonrisa, y en esta sonrisa,
una palabra, una llamada, un nombre, que no puede responderme.
De un objeto indiscernible que ella tiene en la mano,
o más bien de la nada: hete aquí que en mi mano,
la cual tiene la foto, quiero decir aquí, en la nada,
una sombra cae, si que se sepa sobre lo que la proyecta ni sobre qué.
¿Es una taza en una mano con anillos? ¿Un vaso? ¿Y desde entonces
ya polvo? ¿O es sólo un fragmento sin edad de una luz
pasada que brilla, que arroja un resplandor desde alguna
parte en el pasado hacia mis ojos, aquí, en mis pupilas, una luz antigua
sobre su mano, entre sus dedos, en lugar de la taza
o del vaso puestos desde hace mucho tiempo? ¿Es una foto? ¿No es una foto?
¿Se mantiene allí, ahora, y desde entonces, o estuvo ella una vez
en la puerta en aquel tiempo? Para mostrar, como jugando, que aquellos que
fueron viven,
que no hay recuerdo, que vivimos en el pasado y con el pasado y así mañana,
y otra vez mañana, hasta que un cuerpo
sea capaz de amar otro cuerpo, hasta que, en una sonrisa, un mensaje mantenga
después de una vida otra vida, y muchos seres,
muchas despedidas y regresos. ¿Navidad? ¿San Silvestre? Año Nuevo? ¿Cumpleaños?
¿Fiestas’ ¿Flores?
¿Velas? ¿Belén? ¿Pesebre? ¿Pastores? ¿Los tres
Reyes Magos? Ella, la muchacha que se apoya contra la puerta
-¿Pero parte ella con un adiós o vuelve, cuando se halla allí, en la puerta?-
¡Ella sólo es el sueño! ¡Ella, el Año Nuevo,
desde hace veinte años de vida! -¡Mientras que en otra parte,
y se aproximan a este instante
-¡sí, inclusive ahora¡, cuando describo una foto,
un rostro, uno solo entre tantos otros, se ve el rostro
a través de una puerta abierta,
no se sabe si llega si parte, ni tampoco si
se parece verdaderamente a la foto donde queda?
Muchacha del rostro de Año Nuevo, que se apoya contra la puerta,
mientras que -¿mientras qué?- sin cesar se acumulan
y se acercan, sí, a este instante también:
los pasados que me alejan
ALBA, EN RATSKEVE, 19 DE AGOSTO DE 1986
Cerca de los embarcaderos vacíos, inmóviles canoas,
todas encadenadas: a rato una palizada cruje,
luego el silencio y la orilla no es sino un trazo dibujado.
En el follaje que duerme de los árboles, en el lecho de las crecidas, ningún
movimiento.
El alto juncal, que mató la tormenta el otro día,
no se levanta sino tallo por tallo, como si esta región
en alerta, no fuera, no pudiera ser real,
y el agua sólo un recuerdo donde falta el hombre,
un recuerdo que el hoy turba hasta la superficie –
como si otro hubiera nacido en el sueño del paisaje
(-igual que las canciones oídas hace tiempo en el radio-),
otra estación pasada, perdida, primera –toda primera juventud del Edén,
grano virgen que desplegaría la tela en triángulo
de las velas blancas: ¡Para navegar hacia la otra orilla que se despierta¡
De pronto fiordos puros de luces en los árboles ahogados
-fragmentos de cielo liberados que se abrazan-,
una nube nocturna llamea, se extingue en los primeros rayos,
un nombre surge en el espíritu ¿nombre de una muchacha?
¡O el nombre de esta alba? Y el alba, entonces ¿es ella?
1964, SONNIO, BAÑO SAINT-GÉRARD
Desde entonces el recuerdo de cierto agosto queda igual
en numerosos septiembres y en todos los otoños.
Patio acogedor viejo castillo el follaje de octubre
de los plátanos de la plaza del mercado:
muestra la nada en el corazón del adiós, de la mano,
del rostro, de la mirada, de lo que estás
presente y presente yo también, y sin embargo, no.
En la cabeza del puente un primer vuelo de gaviotas trazada
en el arco de los peñascos hacia el agua del alba. ¿Es la paz?
¿Es un combate? ¿Un idilio? Mi mirada ha quebrado
el orden devorador de su vuelo, bandada espantosa,
ellas huyen hacia la altura, y desprendiéndose de lo real, aúllan:
desplegadas sus alas se trazan en mí, me devuelven
al año, a la bóveda de un cielo antiguo, a la primera roca.
Está abriendo el mercado. Tranvías. Mujeres.
Ahora, en sus detalles, en sus fragmentos aislados
se mueve, vibra un todo,
y ya instalado en el sitio de su primera realidad,
único, grave, y solo ahora en su pasado
-como propiedad suya…-, está allí, allí donde antes
él era un hilo libro en el blasón de su instante de vida,
y ha tomado luego el tejido,
materia y forma y fin, y en ellos se transformó.
Me detengo en el parapeto del muelle. Los navío, las chalanas
se hallan todavía amarrados. Aun hoy encontraría natural
que vinieras aquí
junto con la gran luz que se abre, que se erige,
como si de antemano hubiéramos decidido en 1964,
aunque fueran promesas, que sí,
desde este ayer de entonces,
lejano de cuántos años,
hasta el mañana de entonces, que sin embargo es hoy, ¡que sí, que pronto,
que de inmediato aparecerás, y que esa nada no existe! Dobai
SONNIO, 1964
Una vez, sin fines, sin cosa alguna, sin asuntos:
detente callado en un lugar sin nombre,
que es todavía para ti un fragmento de nada,
que no tiene pasado,
del que no se puede aún modificar la memoria.
Entonces, si franqueas esta frontera ausente,
sin dar, sin embargo, un paso: no es seguro
que “entonces” sientas miedo,
sino más bien: que “allí”,
en los azares desconocidos
-¡te hayas acercado a ella, hacia ella, hacia su vida!
Puede que entonces, allí, la frontera franqueada,
en el no man’s land donde se ven de nuevo, espantados, felices-,
sin palabra ni signo de declaración de paso puedas atravesar
el arco de los puentes muertos, desaparecidos,
y en la cabeza pura del puente, en la otra orilla,
ella te esperará.