Presunta bendición
INÚTIL
En ese extremo de luz analfabeta
Tu inconsciente claridad se arreboza en un signo
De procreación y fábula.
Cabalgando en el oscuro lomo precipitas
Tu insuficiencia hasta los bordes del abismo.
Pero surgen los pálidos gorriones construyendo
Sus jaulas
Y en ese ajetreo preconcebido
Tu anatomía recoge privilegios.
Tejes en sus plumas la intención reprimida
Enredas en sus últimos vuelos las ofrendas
Defines en una curva o en una recta plácida
La ensoñación inconfundible
La divagación maestra.
A ver tus soliloquios inexplicables
Acuden los ciegos y los inertes
Reciben el llamado de las alas sin sentido
El gemido inútil
De un vuelo que no será.
A RODRIGO LIRA
Porque no cabe en su pellejo tiende a
asumirse con dificultad, a interpretar
contornos equivocados, a perder el perfil
en interrogaciones que abren puentes oscuros
al idioma desconocido y alimentan un orgullo
transferible.
Así los ecos suelen aceptar su imagen desveída
transmitiéndola a otras regiones en que navegan
los suicidas perdonados entre poemas y maldiciones.
Un salto por la ventana, una tina llena de sangre,
y tanto afán por empapelar el destino.
Se come los signos calenturrientos de una fe absurda
que despliega fantasías sobrehumanas
y recomienda formas a los ojos incautos.
Constructores perversos que obligan al silencio
cuando las gargantas piden palabras convencionales.
No aceptan la muerte como buena compañera:
ella se venga, recibiéndonos, profunda.
Tanta carta inútil. Tanto menoscabar el genio
en relaciones efímeras como gatos negros cayendo
en un pozo.
No haberte conocido.
No haber estrechado tu poesía inédita.
Los ataúdes se confabulan.
Tú, despierto en la noche
del gato negro hundido
para siempre.
TE URJO A DERIVAR EN CARNE
Y al nombrarte sin nombrarme
me lastimo
Porque huyendo de ti y de mismo mía
me abuso
Te urjo a derivar en carne que no es tuya
como quisiera
Despojo mi maravilla
Me tientas con tu pasión por algo que no intuyo
Alguna buena costumbre, algún olor marino
Porque no puedo darme el lujo de ignorar
esos lugares desolados
Te escogí con noble ceguera
Me habías delineado la frente
Temo por nosotros
Jugaremos hasta muy tarde
LA CHAQUETA COLGADA
Soy apenas tu gozo
la chaqueta colgada que besé
mientras venías para siempre
y te di los espacios que guardaba niña
para ser un mañana de casarnos
Cariño de pescuezo tan blanco
me quedé sin amarte por completo esa tarde
Me voy haciendo vieja sin poder afligirte
del amor que acuño entre mis venas
PRESUNTA BENDICIÓN
Por qué creer que el torso dulce y la oreja mordida
ayudarán a germinar mi flora incierta?
esa fauna de cartón?
esa lujuria de tango?
Por qué intentar tu lengua tan mudo de besos?
Si tu vientre presunto como bendición
permaneces imposibles con tu águila mezquina?
Por qué imaginar que serás respuesta
si la pretensión de tu pierna tibia
alberga interrogante?