Paula Simonetti

Sobre el desorden

 

 

 

 

La conversación

Me quedo quieta para oírte mejor
a ratos veo que el sonido de tu voz
se enreda con el frío y con el humo
como si no estuvieras diciendo palabras
sino echando monedas de aire al aire

estás indefensa
ante las palabras que decís

te volviste tan alta como yo
sin que nos diéramos cuenta
crecías mientras tomaba el tren
charlaba con amigas que a su vez
tenían hijos o compraban autos
y se separaban
iba y venía del supermercado
y no te decía más que cómo estás
qué linda estás cómo te fue te felicito
querés venir querés que vaya a visitarte

pero me quedo quieta y miro
las piedritas que tirás
en el agua estancada
de esta conversación que no repara
de esta compañía que no alberga
la promesa de permanecer más que este rato

que te acompaño, te digo
apoyo lento mi mano sobre tu rodilla
todavía más frágil que la mía
y te acompaño, repito
como si a fuerza de reiteración
mis palabras se volvieran cosas ciertas

la silueta de una mariposa muerta
se te forma en la mirada y se te pudre
la boca antes de hablar

una familia es un paisaje
de abandonos y de mesas
la luz menor que da este encendedor
no es suficiente para ir hacia atrás
río adentro
cerrar la última habitación
donde hubo infancia
decir que no, gritar que no
prender la luz

y ver cómo se incendia y se disipa
por fin todo el terror debajo
de tu cama

y no te alcanza

 

 

No voy a hablar

voy  a hablar de otra cosa
nunca es eso
no te voy a decir
basta
voy a dibujarte este sutil
paraíso de papel
sin contarte los piojos ni los sueños
la mirada que se abre hacia una infancia breve
de las hamacas voy a hablar
de los rosarios
será que no rezás
que no te hamacaste
ayer
mañana
nunca
no voy a retomar la cuenta
moretones que se van pero hacia adentro
para volver a estallar en el gesto de los hijos
de tus hijos y ad eternum
me olvidaré después cuando esté hablando
a nadie
de Picasso
eso
duele
no tu mano  firme como
la rigidez de un loco
le diste vuelta la cara y volvió otro
de un golpe tu hijo se hizo hombre
no me vas a decir que ellos son niños
voy a hablar de otra cosa
aunque me vuelvo
a este abecedario
que solo habla de vos y de mi infancia
nada más
no dice basta
no se hizo para decir basta
no voy a hablar del golpe y de la marca
de la forma en que tu mano aplasta el gesto
de tu hijo como si fuera mosca de verano
voy a hablar de la forma en que tu mano
se levanta desde adentro del poema
y lo deshace

 

 

Ignorancia III

habrás visto que doy vueltas
alrededor del vacío resistiendo
apenas
como el agua que se arremolina
en el desagüe de la pileta del baño
es decir
sin la elegancia de los nadadores
sin la majestuosidad del mar
sin la gracia de las niñas pelirrojas
sin la armonía de dos bailarines
ni el contraste de unas manos sobre el piano
es decir
no me deslizo sino que me resisto
torpemente
a verme en el espejo apenas me levanto,
no es
coquetería,
es
que me gusta vivir en esa zona
que es toda del silencio y que se abre
para mí como la rosa
de todos los caminos y de todas
las posibilidades,
algo hay que se revelará, y no lo hace
así me siento intacta como un niño
al que todavía nadie contó ninguna historia
y mira esa cosa informe que es el mundo
ignorando inicio conflicto y desenlace
sin ninguna noticia sobre el tiempo

si existiera ese momento
si tuviera dirección o código postal preciso
mandaría mis cosas a esa casa
y permanecería, simplemente.

 

 

ignorancia II

mañanas de sol de invierno
cielo despejado radiante
al mismo tiempo frío indiferente
a los abrigos y a la tos
de personas y animales de este lado helado el hado
es decir no solo a seres
sino a su espacio su clima y su destino
(usted sabrá qué cosa es el clima en un poema
yo lo ignoro
yo apenas le digo que está frente a un poema
aunque usted bien podría dudarlo
en ese caso usted sería un
profesor universitario
o bien un crítico de prensa
aunque esos son como las brujas
nadie los ha visto pero.
En el caso de que usted dudara
o supiera algo digno de saberse
yo lo ignoraría
por lo tanto
mi recomendación es que me crea)
de eso se trataba, creo
el inicio de un razonamiento
que usted irrumpió con sus preguntas
y dado que usted es
un murmullo impertinente
un niño que empieza
a crecer entre las líneas del poema
en tanto que el poema intenta
expulsarlo como a un virus
-y ese movimiento es el poema-
Dese cuenta que la gente tose
con el solo fin de liberarse
de usted
ahora lo sé
aunque lo ignore
usted debe saber que la ignorancia
es todo lo que una mujer como yo tiene
para ponerse de pie
una mañana de invierno
bajo un cielo frío indiferente

 

 

Armar el cuadro otra vez/ reconstruirlo
como si una fuerza extraña lo hubiera fracturado
como los evacuados como los exiliados
como los que incendiaban sus propias casas
como después de las  guerras y de los desastres
y también como cosas más sutiles
como sobrevivirle al amor como después
de esos finales
como después de la muerte como después
de los padres
y después de los hijos
y también como cosas más sutiles
como cuando amanece

 

 

En Buenos Aires

de a poco recupero la costumbre
de poner una palabra detrás de otra
arriba de un papel arriba de una mesa
bajo la que duerme el perro aún
coordenadas de vida pequeña
más pequeña que el departamento
de la mujer sola que lo habita
y digo mujer y digo sola
por decir
en una ciudad de tantos rostros
o números ajenos
completamente incomprensibles
o veloces,
nadie cuenta días para la revolución
parece invierno
cualquiera que se fue de su país
sabe que no es suyo y sabe
que el recuerdo es un patio soleado
al que no es posible regresar ileso,
por los nombres de las calles
el vértigo que dan las autopistas
deduzco qué día no habrá clases
las fechas patrias son enormes avenidas
que cruzo medio ahogada porque
hayquefumarmenos te das cuenta
de a poco recupero el aire
dejo entrar al sol y observo al perro
nítido, distante, indiferente
y limpio, ordeno lo pequeño
pongo una palabra detrás de otra.

 

 

en Montevideo

nosotros tenemos un río del que decimos
es un mar
es bueno saber que tenemos el mar
porque el mar es una sensación
y aquello que sucede frente al mar
obtiene de él su transparencia
porque el mar es el mejor testigo
testigo del tiempo
de nuestro tiempo
porque el mar es como una madre
que no nos espera pero nos recibe
una madre en la que podemos entrar
una y otra vez
aunque no podamos
permanecer en ella

porque el mar es un lugar ambiguo

tan ambiguo
como una madre

 

 

Sobre el desorden

una vez conocí a un hombre
que hacía peces de madera
inventé que el hombre
hubiera deseado ser un pescador
y no un hombre que entraba a las casas y negocios
de la ciudad buscando alguien
que comprara sus artesanías
El hombre tenía cáncer
llovía
y el hombre no tenía casa en la que vivir
porque era un hombre
en la calle
Entonces, niños:
había peces
había agua
había casas
y había un hombre
ninguno estaba en su lugar
parecía todo tan simple
pero nadie quiso ordenar ese pequeño caos

y ya sabemos cómo terminó la historia.

Paula Simonetti Es uruguaya, reside en Buenos Aires. Es licenciada en Letras, especialista en Gestión Cultural, magíster en Sociología de la Cultura y do ... LEER MÁS DEL AUTOR