El sentimiento trágico del existir
La poesía de Paolo Muñoz se inscribe en poéticas de lenguaje surrealista que surgen a principios del siglo XX y que, en la Argentina, podemos ver cristalizadas en la Generación del ’40 (Olga Orozco, Enrique Molina), en el Surrealismo tardío en Argentina (Francisco Madariaga), en el Invencionismo del ’50 (Edgar Bayley), en la poética de Alejandra Pizarnik (Promoción del ’60) y en poéticas futuras (Dolores Etchecopar, por ejemplo). Podemos encontrar allí las raíces de una poesía original, de creación pura focalizada en la imagen que se multiplica y agranda hasta el imperio de la metáfora y el símbolo. La noche es el centro de esta poética y desde allí construye su pueblo de palabras donde la oscuridad y la muerte viven entrelazadas, de manera dramática, pero no definitiva. Al mismo tiempo que habita esta poética un sentimiento trágico del existir, también los gestos de la vida se expresan de manera abundante a partir de las imágenes que crea.
Bella poesía de imágenes cautivantes habitan a Paolo Muñoz. Aquí compartimos cinco poemas, a manera de muestra, para empezar a conocer y compartir.
Enrique Solinas
El don de la noche
Es necesario ahogarse y consumirse
en el mar desierto de la noche
Respirarse los hombres y sus respiraciones
Envejecer a paso torcido
y volver de donde vinimos ―pero por la misma senda―
así cicatrizar el viento que borra la huella dormida
Aprender de a poco la ceguera y el olvido
ser anciano sin nombre
despeñadero sin fondo
caverna sin boca ni sombra
Humana mano que huye y esconde labios partidos ―beso dolido―
Bozal feroz del perro que muerde y no ladra
Del límite profundo de la guerra sin garganta
nacida del hombre bueno
ardido de odio
sin mejilla ni cachetada
de sonrisa quieta pero eterna
Todo hombre muerto es bueno
así pierde significancia reencarnarse de infierno o purgatorio
Más infierno
más pantalla azul
y el hígado se vomita a sí mismo
se desborda y agranda la huella táctil
en laberintos sin identidad
Y ya no hay fantasmas ni silencios ―de niños temerosos tapados hasta
la cabeza―
De hombres de oficina ―que no se piensan para no morirse―
De novia desnuda en jaula de oro
De tulipán sin educación financiera
engañado
formadito en el escuadrón del amor y el lujo barato
Hoy se atrapan moscas con los ojos
el patrón es peón en un casillero grandote
circular ―llamado tierra―
Y sigo teniendo el miedo del hombre de a pie
y no es duda de clérigo ni limosna de niño
lo que arranca este pensarme solo ―infinitamente solo―
Es la mordida mortífera de despertar sin noche
sin estrellas
sin madre sin hermanos sin hijos
Atravesado de punta a punta por la distancia de la jaula
donde habita la novia dormida del hombre inasible
soñando un hambre de flores muertas
(de La incurable otredad de la noche, 2022)
Me sabe a muerte
Hay un olor a noche
a misa criolla con velitas negras
Y yo sigo a la vera del mantra caminado a pies descalzos
hacia el origen desértico del sol
en el ámbar
donde cuelgan los triunfos de muertos
sin manos
ni rezos
de hambre
sin cuerda
ni cuello
(de La incurable otredad de la noche, 2022)
Un silencio
“Cuando nadie recuerde que un día nos morimos”
José Hierro
Un día será ayer desdibujado en hombres inciertos
con golondrinas en las manos y en los pies
Un día…
una sola hoja contará mi historia en un manojo de hojas
sólo una será mi rostro escondido en las manos de un niño jugando a
sostenerme los miedos
Al caer desde cada otoño me elevaré en un latir
al pisotearme caminantes hablaré en un idioma crepitoso
La lluvia lavará el misterio de caer vertical y elevarme
La lluvia entregará al otro bosque —al de las raíces—
una gota de silencio de mi sombra
Estaré repartido en miles de bosques
y ya en raíz seré siembra y germen en un verde brote de luz
(de Biografía de árboles muertos, 2022)
Mía en mí
Me callo y me dices la nada
mía en mí tu distancia se diluye
que desde mi sombra se canta la noche
en un azafrán sin partes
sin dueño
en una conferencia sin remedio
Ahí estás en el aire dibujándonos la piel
Sabemos de vos en tu silbido cuando la rama está seca
sabemos de vos en la tupida copa que te baila
Todos te conocemos el espejo de tu cara
que nos insufla un misterio dormido en nuestras sombras
(de En vilo, 2022)
Yo poético
La poesía es un largarse a correr ciego la vida en una costa sin costa y
sin mar
pero con el llanto de las gaviotas
pero con la templanza y la tibieza de soles enfermos machacando la
frente
con una fugitiva humedad marina que emana de todos los puntos
cardinales
y la sed cardiaca nos suplica el salino rumor de la espuma en las olas
estallando en una costa imaginaria
(de Las voces del ciruelo, 2024)