Razones para no cerrar los ojos
-De Palabras tectónicas (2022)
EL DÍA QUE TE FUISTE CAMBIÉ LAS SÁBANAS
He dicho que no iba a regresar
pero mis pies solo saben ir hacia atrás
y acá estoy
escribiéndote de nuevo al borde
de una cama que es el borde
de mi cuerpo y también el borde
de mi mundo.
En mi poema
somos dos hombres de pie peleándole
a los días, no dos perros rabiosos
no la arrogancia de quien no cree
en la piedad.
En mi poema es verano
en nuestras bocas
y no hace frío en mi garganta:
he dicho que no iba a regresar
pero acá estoy
con el olvido crucificado
entre las manos
con la espera sentada
en el lugar de los dos.
El día que te fuiste cambié las sábanas
pero si escarbo en mi memoria
todavía puedo verte
tirado en mi cama con el cuerpo
lleno de cuerpo
con la luz inundada de sol.
LA COSTUMBRE DE SUFRIR
Veo a mi amante dormir.
El ritmo de su corazón
me avisa qué tan lejos está de mí
de los que me quisieron antes
de que yo fuera yo
y ocupáramos esta cama
ahora
esta noche que su corazón late
con fuerza contra su pecho
y mi poema.
Lo veo dormir contra la ventana
que da a la calle y a otras ventanas
y a otros hombres y mujeres
que ven a sus amantes dormir
contra otras ventanas
que dan a otras calles.
Mi amante se duerme
y yo siento
que en su sueño egoísta me ignora.
Uno es un hombre acostumbrado
a doler:
traigo en mí
(quiero decir: conmigo)
la costumbre de sufrir
pocas cosas duelen más
que esta espalda en mi cara
pocas cosas pesan como esta
oscuridad.
Entonces estiro la mano
entre las sábanas
(porque qué hacemos
sino buscar para encontrar)
y acaricio su lunar hasta
que el sueño desdibuja
su piel, la ventana, la calle
la noche que avanza
y nos deja atrás.
LA DESOBEDIENCIA
Por favor, dijiste: no hagas
de mis palabras un poema
no abras la herida porque
adentro hay más herida
y así al infinito
pero yo
que del amor hice una tumba
y no me canso de cavar
te someto a mi ficción:
necesito que me quieras
como quien vuelve a un país
y no me importa lo que pidas
mi poema dirá lo que podría haber sido
si no hubiéramos callado
mi poema dirá todas las cosas
que no fueron:
la casa que nunca construimos
el deseo del que nunca nos curamos
las mandarinas del otoño
que no volveremos a comer.
Por favor, dijiste y yo te digo no
por primera vez y para siempre.
Alguien de otro tiempo leerá
lo que debiste haber sabido
alguien de otro tiempo pensará
en nosotros
en todo aquello que perdimos
en todas las cosas
que dejamos perder.
RAZONES PARA NO CERRAR LOS OJOS
Soñé que me ahogaba y era blanca
la espuma.
No recuerdo lo que dije
pero soy consciente de chocar
contra las piedras, de cortarme
entre las aguas.
Vos me veías desde lejos
con los ojos abiertos:
en el sueño era yo quien se iba
y vos mirabas sin pasión
sin llanto, sin deseo.
En el sueño
mi cuerpo se hundía en la espuma
con desgana.
Me mirabas consciente de chocar
contra las piedras
como si perderme no importara,
como si mi cuerpo perteneciera
a la corriente
un pez más con las branquias
llenas de hondura.
Yo estiraba las manos y sentía
que si decías mi nombre
podías salvarme de las aguas
que me llenaban de mí
y me alejaban del mundo.
En el sueño yo esperaba que me llames
y tampoco sucedió al despertar.
Este es el punto final de mi poema.
Al escribirlo
algo como un mar crece en mí
y me devora.