Todas las palabras son caminos de peregrinación
hacia mí
por Enrique Solinas
Pablo Romero (Buenos Aires, Argentina, 1999) se levanta sobre las voces jóvenes de su promoción para decir el mundo. Y este mundo que poetiza resulta íntimo, sale hacia fuera para entrar en sí mismo, dice para callar, enuncia su visión de la realidad de manera dinámica, precisa, sugerente.
Su primer libro fue publicado en 2015, con gran aceptación por parte de la crítica y de los círculos de poesía, quienes lo llamaron hijo de la red, asociándolo a Luna Miguel, Rosa Berbel, David Meza y a Oriette D’Angelo. Tan sólo con 15 años logró una propia voz y una forma personal del decir, que lo identifican sólo a él: una poesía objetivista e íntima, lírica y de observación, combinación antitética que Pablo Romero sabe equilibrar para poder fundar su universo. Reflexiona sobre lo que ve, reflexiona sobre el proceso de escritura, sobre la escritura en sí misma, sobre el amor; pone en duda la realidad, su percepción, la verdad de las cosas.
Especial para la Revista Altozar, presentamos estos siete poemas que vaticinan la llegada de un gran poeta.
REVELACIÓN
Todo lo que se escribe está, por naturaleza
demasiado lejos de ser lo que es:
como si para decir barco tuviera que pintar
primero el mar.
La idea del barco se anula sin la presencia
del hombre mirando el agua
y el agua arrastrando espuma.
El barco no existe sin la superficie
que empuja la palabra y la obliga a ser.
Afuera está nevando. Digo Nieve.
La nieve se anula si no hablo del frío.
El frío se anula si no hablo del hombre.
Todas las palabras son caminos
de peregrinación hacia mí.
(de La jaula del hambre, 2021)
PEQUEÑAS FUGAS
Se me escapa de las manos todo aquello
que alcanzo a escribir.
Mis dedos son tuberías rotas
caños herrumbrados por el caudal
de los días.
Ya no lucho contra la pérdida
ni la insistencia del goteo
y quisiera poder enmarcar su abolladura
en estas piedras.
Tendría que nombrar
(por ejemplo) la fuerza del impacto
y la verticalidad de la caída.
Tendría que escribir su ruido
y también su persistencia.
Sería inútil:
todos los poemas son palabras
a mitad de camino.
Escribir la escritura es mi única certeza.
(de La jaula del hambre, inédito)
ROMPER UN VASO
Estaba al borde. Lo juro. Casi imperceptible,
atento a la ruina como a punto de darse muerte
como sabiendo el lugar exacto dónde hacer fuga.
Estaba al borde.
Tuve un amor alguna vez. Era como vivir de la sed,
darse contra el mar hasta romper el cuerpo.
Pero no era mi cuerpo lo que se fragmentaba
en la caída,
no esta vez. El vaso caía por el peso de su nombre,
dije vidrio y no necesité más para cortarme.
La poesía hace estas cosas.
(de Los días de Babel, México, 2015)
QUE EL ÚLTIMO APAGUE LA LUZ
Oh, ser un capitán de quince años
Pere Gimferrer
Sin fuerzas de pertenecer un poco al mundo
cuando es la vida me dejo caer:
acá empieza mi nombre y termina mi sombra
hallarse de pronto con el cuerpo tendido
tu nombre en el lugar de la conciencia
contar uno a uno los años en el pecho,
de golpe, sin pedir permiso a la muerte.
Esto es la clemencia. Escribo porque
me ahogo y ya no sé quién soy
porque soy el mismo, todavía.
¿Qué se sentirá escribir una victoria,
tener las manos llenas?
Digamos que me voy.
Este es el exilio que hace de mi cuerpo
una luz enorme donde enceguecer la vida
una tumba azul para velar
lo que fue arrancado, a tientas,
de la tierra
(de Los días de Babel, México, 2015)
EL ORIGEN DE LA ANGUSTIA
Todo texto es expresivo
pero justo este no convence, no traduce
no alcanza a descifrar la historia
de las cosas.
Entonces borro la página y sigo
en la siguiente
pero no hay siguiente:
avanzar en el poema es ir hacia atrás.
(de La jaula del hambre, inédito)
ESTO QUISE DECIR CUANDO NO DIJE NADA
Me pediste que te hiciera una casa:
con qué palabras decir un techo y el amor
que lo sostiene o lo derrumba
el camino que nos lleve al otro lado
de la puerta.
Es cierto: no supe qué decir
cuando dijiste que te ibas porque
el cansancio era más fuerte
que las ganas intentar.
No traté de detenerte, no tuve miedo
no estuve triste, no me odié
ni pensé en las cosas que quedan
cuando ya no queda nada
porque tengo la calma de saber
que si nada queda nada puede faltar.
Perdón: no sé rezar pero escribo una oración
con los escombros de esta historia.
Me hubiera gustado decir
que siempre odié el ruido de tu respiración
pero que igual nos hubiera construido
un lugar para resistir.
(de La jaula del hambre, inédito, 2021)
TIRESIAS
El lenguaje es el límite de lo humano
y qué importa si estos dedos solo sirven
para mentir.
Cuando escribo voy en contra:
el poema avanza y cae como una piedra cae
como cae la noche.
Cuando escribo estoy tan ciego
que las palabras me leen a mí:
no hay espejo sino puente dinamitado
camino pedregoso, pie descalzo
contra el vidrio.
Toda escritura es una lucha entre el yo
y su ceguera: a veces lo desconocido
se hace carne y arranca sin parar
a veces no sé decir basta
y nombro hasta doler.
No hay oráculos ni ritos.
Cuando escribo le abro los párpados
a la palabra ojo
mi poema mira sin piedad.
(de La jaula del hambre, inédito, 2021)