

Presentamos dos textos claves del gran poeta lituano en la traducción al español de Augusto D´Halmar.
Oscar W. de Lubicz Milosz
La Belinda detenida en la noche
En espera de las llaves
-El las busca, sin duda
Entre los vestidos
de tecla muerta hace treinta años
Escuchad, Señora, escuchad el viejo, el sordo murmurio
Nocturno de la alameda…
Tan pequeña y tan débil, dos veces envuelta en mi capa
Yo te llevaré a través de las zarzas y la ortiga de ruinas
hasta la más alta y negra puerta del castillo
Así el abuelo, antaño volvió
De Vercelli con la muerta
¡Qué casa tan muda y desconfiada y negra para mi niña!
Vos lo sabéis ya, Señora, es una triste historia
Ellos duermen dispersos en loa países lejanos
Hace cien años
Su lugar los espera
En el corazón de la colina
Conmigo su raza se extingue
¡Oh, Dama de estas ruinas!
Vamos a ver a la bella pieza de la infancia: allí,
La profundidad de lo sobrenatural del silencio
Es la voz de los retratos oscura,
Encogido en mi cama, la noche
Yo oía como desde el hueco de una armadura
En el ruido del deshielo detrás del muro
Latir su corazón
¡Para mi niña miedosa, qué patria tan salvaje!
La linterna se apaga, la luna se ha velado
El susto llama a sus hijas en el bosque
En espera de las llaves
Dormid un poco, Señora
Duerme, mi pobre niña, duerme.
Tan pálida, la cabeza sobre mi hombro
Tu verás como la ansiosa selva
Embellece en sus insomnios de junio, ataviada
De flores, oh, niña mía, como la hija preferid
De la reina loca
Envolvéos en mi capa de viaje;
La espesa nieve de otoño funde sobre vuestro rostro
Y tenéis sueño
(En el rayo de la linterna, ella gira, gira con el viento
Como en mis sueños de niño
¡La vieja –sabéis quién digo-, la vieja!)
No, Señora, no oigo más
Es archi-viejo,
Su cabeza está trastornada,
Apostaría que se ha ido a beber.
¡Para mi niña temerosa una casa tan negra!
Perdida en el fondo insondable del país lituano
No, Señora, no oigo nada.
Casa negra, negra,
Cerraduras enmohecidas,
Sarmiento muerto,
Puertas aherrojadas,
Persianas entornadas,
Hojas sobre hojas hace cien años en las alamedas
Todos los servidores han muerto
Yo, yo he perdido la memoria
¡Para una confiada la casa tan negra!
Yo no me recuerdo sino del naranja
Del tatarabuelo y del teatro
Los pollitos del mochuelo comían allí en mi mano,
La luna miraba a través del jazmín.
Era antaño.
Oigo un paso al fondo de la alameda.
Sombra. He aquí Witoldo con las llaves.
La última canción de cuna
La Vida y el Dolor, en la sombra, arrodillados
Imploran dulcemente el perdón
Y pronto las manos del sueño, ¡oh, mimosa!
¡oh, mimada!, tocaran
vuestra blancura, pensamiento
De la tarde enferma, de las soledades deshojadas
El latido gastado de vuestro corazón
Es el ruido de los pasos de la muerte
hermana mayor celosa y severa
que marcha gravemente sobre vuestra bella sombra fatigada!
Los estribillos descoloridos
De vuestros labios, avecillas agotadas
Que cantan tan dulcemente en falso
Caen en copos de silencio y ya no despiertan
Dormid, dormid con mi alma por sudario
Tranquila, amiga, cuya palidez es para mí una extranjera
Una misteriosa y desconfiada extranjera
El rostro del Sueño se balancea en los jardines cerrados
De las lágrimas de antaño, entre las tranquilas luces de agua
¡Dormid, dormid!
Vuestra forma ya no es sino el reflejo de vuestra forma
Reflejo arrebatado por una brisa al recuerdo de los lagos
Que vuestra soledad amaba
Vuestras manos son la palidez sedosa y diáfana
De las flores tronchadas que suelan entre las hojas
de los viejos libros
De las flores del tiempo que hablan de cosas olvidadas
Con el perfume mohoso de los libros muy viejos
Cuando marcháis, dándole la mano a la lasitud de vivir
La muerte extiende sobre vuestros caminos
El invisible tapiz del silencio
Sobre vuestro vestido
La claridad fría de los matices anticuados
Serpentea y vacila como el veneno irisado
Que espejea en los vidrios de las viejas casas
Y en la sombra húmeda de vuestras sienes
Arde un perfume tranquilo de heliotropo
Dadme vuestra mano más suave que las lunas de agua
Vuestra mano donde el pulso late como un corazón de pájaro
Donde el pulso jadeante late como un corazón de pájaro
Y después, cerrad vuestros débiles ojos, vuestros tristes ojos
Mi vida es un vértigo al borde de un abismo
Miro vuestros ojos de antaño y tengo sueño…
-He aquí el momento en que las montañas son incienso en la lejanía
Los paisajes mueren en las ventanas extinguidas
¡Dormid, dormid!