Casa llena de nada
APARICIÓN NOCTURNA
No puedo mirarte a los ojos
porque la sola luz de tu mirada
me cegaría con su resplandor
la sola lumbre de tu piel
me haría levitar por el aire
la sola visión de tu belleza
me haría entrar en el paraíso
sin moverme de este cuarto
Te quitaste la ropa lentamente
a los pies de mi cama
y quedaste desnuda
como la Venus de Botticelli
mientras yo pobre y triste mortal
que tiene prohibido abrir los ojos
a las apariciones de la diosa
te vislumbraba desde la cabecera
Y entonces avanzaste hacia mí
en medio de la noche más profunda
y te tendiste a mi lado
mientras todo mi cuerpo latía
como el corazón de las tinieblas
ESPERANDO TU LLAMADA
No va a sonar nunca el teléfono
Crecerán peces en los árboles
Brotarán nenúfares en la arena
Se oirá la música de las esferas
Pero no va a sonar nunca el teléfono
Suena el teléfono
Respondo
No eres tú
No va a sonar nunca el teléfono
Los mudos hablarán: verán los ciegos
Yo esperaré yo esperaré
hasta que se congele el infierno
Pero no va a sonar nunca el teléfono
Suena el teléfono
Respondo
No eres tú
No va a sonar nunca el teléfono
Suena el teléfono
¿ALGUIEN HA VISTO EL ROSTRO DE…?
Memoria, ciega abeja de amargura.
J. R. Jiménez
No consigo fijar tu rostro en mi mente
Hacemos el amor de vez en cuando
nos vemos con relativa frecuencia
pero cuando te vas de mi casa
no consigo fijar tu rostro en mi mente
Sé que tienes ojos azules
pelo largo castaño que cae sobre tus hombros
labios ni gruesos ni delgados
pero carnosos y sensuales
Tus rasgos son como fragmentos de un rompecabezas
Sin embargo cuando trato de armar tu rostro con ellos
es como dibujar el vacío en el vacío
Recuerdo tus bellas piernas largas tus muslos
que he acariciado muchas veces
tus pechos blancos y redondos
que fueron esculpidos por Praxíteles
Pero no consigo fijar tu rostro en mi mente
¿Y sabes? Puedo recordar la cara de don Leo el conserje
de las chicas de la farmacia del frutero de la esquina
de cuanto hombre y mujer sube o baja conmigo
en el ascensor del edificio
pero no consigo fijar tu rostro en mi mente
Me pediste que te acompañara hasta la entrada del metro
bajaste y te despediste con una seña
Y yo me quedé ahí arriba
escuchando el ruido del tren que se perdía a lo lejos
lo mismo que tu rostro en mi mente
Cómo iba a saber cómo iba a saber
que acababas de entrar en cuerpo y alma
en la estación de los rostros que nunca regresan
CASTILLO DE NAIPES
Colocaste las cartas
con gran delicadeza
una a una:
las rojas carmesí
las azules océano
las verticales reclinadas
formando un triángulo
y las horizontales
en perfecto equilibrio
Conteniendo el aliento
para no alterar nada
fuiste depositando
carta a carta
hasta formar la cima
Estas son las columnas
de nuestro amor
dijiste
Todo en el sitio justo
Todo en ordenamiento
riguroso
Y de pronto
el sonido y la furia:
el poderoso ventarrón
que remece la tierra
No era el Cierzo del Ebro
No era el Mistral del Valle
No era el Ciclón de Bali
Eran tus labios rojos
que soplaban con fuerza
sobre la frágil torre
de naipes temblorosos
Y así fueron cayendo
desde lo alto
diamantes extinguidos
tréboles infaustos
espadas oxidadas
corazones rotos
Ahora yazgo en el suelo
sepultado
por un mazo de cartas
que no pesan nada
por fibras de cartón
más livianas que el aire
Pero ay
cómo pesa la liviandad
amor mío
cómo duele y aplasta
la liviandad
cuando ha sido cargada
con tu alma
CASA LLENA DE NADA
Esta es una casa llena de nada
Se fueron los caballitos
de bronce el alazán de colores
la acróbata de porcelana
las litografías de Matta
la marina del dormitorio
el cubrecamas rojo las almohadas
Aquí no quedó nada
y sin embargo está todo
El sofá de cuero persiste junto a la pared
blanca pero no persiste
los muebles perduran sobre el parquet
caoba pero no perduran
y el velero zarpó no sé hacia donde
aunque todavía está sobre la mesa
Esta es una casa llena de ventanales
que no miran hacia ninguna parte
de lámparas que se encienden
y se apagan solas
llena de libros con las páginas en blanco
de óleos de posters de fotografías
que retratan su propia ausencia
Esta es una casa llena de tu vacío
Esta es una casa llena de nadie
llena de nada
MUERTE DE ANTONIO MACHADO
Converso con el hombre que siempre va conmigo.
A. Machado
Postrado en esta cama lejos de mi país
miro el viejo reloj que cuelga en la pared
Ahora son las tres y media de la tarde
Mi hora grité: ya el río
iba entrando en la mar
Ha llegado el momento de conocer al hombre
que siempre va conmigo
Cierro los ojos: viene
de un hondo laberinto sin tiempo y sin espacio
Cruza el umbral del sueño y se sienta en mi cama
Ha llegado la hora de verle cara a cara
y escuchar lo que dice pero él no dice nada
Toma un papel y escribe: “Estos días azules
y este sol de la infancia”
Días azules: Soria y una niña vestida
con su traje de novia: el amor y la muerte
Y ese sol de Sevilla,
sabio dispensador de frutos encantados
que sueñan en el fondo de la fuente de mármol
“Pronto seremos uno” dice sin voz el hombre
que siempre va conmigo: me levanto y le abrazo
Los días han tomado un color mortecino
El sol se va apagando
EL FIN DE LOS TIEMPOS
Le está saliendo sangre
a mi reloj
le está brotando sangre
que chorrea
del 1 al 3 al 6 al 9 al 12
Están sangrando
todos los relojes:
los Timex de pulsera
los de péndulo
los relojes de arena
los que brillan
en celulares
y en computadoras
los relojes atómicos
los Omega
y las clepsidras
que gotean sangre
de un vaso a otro
40 días y cuarenta noches
se estarán desangrando
los relojes
Olas gigantes
de color escarlata
azotan las ciudades
El barco que replica
el arca de Noé
acaba de naufragar
en un mar rojo