Oscar Cruz

Lo que cuenta

 

 

 

 

Canción

 

existe lo que amé

y lo que amo: el verde ramaje

de ese árbol que en mi mente

reduzco a machetazos.

 

existe lo que amé

y lo que amo: un perfecto cuadro

de Mal y Montaña con decenas

y decenas de muchachas que traen

en el cuello mucho talco, y también

entre las piernas mucho talco,

y usan brillos, argollas

y chancletas.

muchachas que en el día buscan

el pan y se ríen al pasar

con un muchacho que de vez

en cuando las invita a desquitarse.

 

existe lo que amé

y lo que amo; pero también existe

el hacha con que abro y disecciono

tu madera. si me ves

y no tienes hacha, búscate una.

redúceme con rabia a tu tamaño.

 

es esa la grandeza de los hombres.

es esa la importancia de talarse.

 

para ti y para todos los que aman,

el árbol de la muerte tendrá siempre las ramas

demasiado verdes.

 

 

 

 

La campaña

 

a mí tampoco me soportan las ratas.

mirándolas, no obstante, con perfecto

desprecio hacia ellas, uno descubre

que hay en sus miradas lugar para lo bello.

las ratas solo atacan cuando ven prosperidad.

he mirado con cuidado los ratones literarios,

y ninguno me provoca semejante admiración.

la fuerza y el futuro está en manos de las ratas.

celebro sus notables cualidades.

sentadas en todas las mesas,

probando todas las comidas,

mirando con pasión el noticiero

para ver en qué sentido batirán los vientos.

ratas de derecha y ratas

de izquierda, ratas que exageran el talento

de las ratas que desean. ratas que estarán

en el listado cuando sea necesario proteger

a las ratas.

siento por ustedes verdadera admiración.

sin embargo, ni yo mismo me comprendo.

a veces las escucho chillar en una trampa

y me deleito. otras, las pongo en una jaula

a merced de la candela.

me gusta cómo chillan sus hocicos.

cómo andan por las calles erizadas por el miedo.

nadie como ellas en el arte de soplar.

nadie como ellas cuando quieren su bocado.

 

dicen mis amigos que soy un asesino,

que no entienden cómo encuentro placer

haciéndole eso a nuestras ratas.

ratas que llevan una vida consagrada a la belleza.

ratas que llenan de prestigio y hermosura

la ciudad. solo puedo adelantarles una cosa:

estad alertas.

no conozco el corazón del asesino.

conozco mi corazón y es horrible.

 

 

 

 

Lo que cuenta

 

lo que cuenta es estar parado ahí,

en el borde de las gradas.

los perros frente a ti ladrando.

perros entrenados en el arte de matar.

perros welters con más de treinta libras.

(me gustaba estar ahí). la gente que viene

a estos lugares resulta interesante.

gente desahuciada con un rostro sin vida.

gente que viene por amor: amor a los zapatos,

amor a la ropa, amor al desastre;

y el desastre con su fuerza comenzaba

a interesarme.

 

los perros en su esencia eran bellos.

más bellos que mis padres,

más bellos que Dios. tenían rojas lenguas

y una forma masculina de babear.

sentí que mi vida estaba ligada a aquella baba,

a aquella forma envilecida de mirarse.

entonces saqué doscientos pesos

y se los puse al perro-nadie, un perro que nunca

había peleado y que lo haría contra uno

que sumaba dieciséis.

un perro invicto y secular como un gobierno.

comenzaron a matarse,

las bocas producían hechos de sangre.

instantes de duro placer.

perros que peleaban por lo posible

y lo imposible del hombre.

miraba las gradas y veía rostros brutales

de gente enajenada, feliz.

gente apostando a un cachorro sin vida.

al cabo de varios minutos

el perro al que había apostado ganó.

subido encima del otro ladraba una y otra vez.

lo cargaron como a un héroe y volvimos

en turba hacia la casa. íbamos callados.

escuchando cómo ríen, cómo hablan

los que ganan.

esa tarde supe lo que era un perdedor.

vi al perro derrotado en una jaba

sobre el borde del camino.

qué importa que hubiera ganado dieciséis.

la gloria en estos sitios dura poco.

y eso es lo que cuenta.

poco amor o poca vida no es tan malo.

lo que cuenta es saber que has apostado.

que has venido como ellos hasta aquí,

que has venido en la turba a darle diente

a la carne envejecida del amor.

 

 

 

 

De riposta

 

mirando una pelea

entre Antonio Margarito

y Many Pacquiao, recibo

lecciones de poesía.

cada piñazo es un poema

colocado con precisión

en la cara del latino.

cada poema lleva dentro hematomas,

torsiones, cortaduras.

el poema como fiesta de los golpes.

 

más de media hora castigándose

en el ruedo frente a una multitud

que orgullosa los contempla.

cada detalle no persigue otro fin

que la belleza.

 

asimismo,

todo en su conjunto es hermoso.

pero es bueno que estemos advertidos:

sonríe el ganador, sonríe. sus poemas cortan.

sonríe el perdedor, sonríe. su sonrisa corta.

ambos llevan en sí la resistencia

de años enteros sin amparo.

 

es por esto

que los combates de boxeo y mis poemas

son lo mismo.

es por esto

que las putas prefieren al que gana.

yo, que soy un perdedor,

me subo cada día al encerado

en busca de placeres.

afuera, como siempre, una multitud

ansiosa de torsiones y hematomas

me contempla.

lo mío es hacerlos sonreír.

ellos, en su mierda, son hermosos.

 

qué importa vencedor o vencido.

al final de la velada, algún hijo de puta dirá

que fueron peleas deslucidas.

 

 

 

 

Fight Finished

 

cuando Flores

lo aceptó

ya no era primavera.

 

un piquete escarnecía toda La Franja

y sus cuatro bombochíes

ya lo habían liquidado.

 

ocupado solo

de sí y forzado a desappear

como un mohicano

 

no lejos

de la costa estrenó

su pastoral

 

no era el Ícaro de Brueghel

 

era el solo de Juan Carlos

 

ahorcándose.

 

 

 

 

Escario’s Misery Center

 

si penetras al Escario’s llegas a ver

los magros tenderetes

ocupados por la Crema.

 

aquí

lo deshuesado

las cuadernas

los perniles

más hediondos

del sistema.

 

una vieja delirante que te dice:

“yo lo vi y lo que vi, no te lo miento

aunque por ver y decir se fueron miles”.

 

escenas como de guerra:

 

pendones

morteros

estandartes

 

y siempre a tu derecha

hay tres o cuatro tipos que cuentan

los billetes

 

cruzas una acera

y accedes a la carpa

donde yacen las malangas

los ajíes, las cebollas

que se enrollan

y atenazan

las cabezas

 

clarias que van

perras que vienen

 

la camándula viva

desbordando

su retrete

 

si te arriesgas a chocar

descubres que

 

los prajos

los perniles

los bisteces

 

solo afirman la política del jefe

 

vete a casa

con tu mierda

a poetizar

 

que ellos cuentan

y ejecutan

los billetes.

 

 

 

 

Lecturas de verano

 

los muñecos Daruma

son figuras votivas sin brazos ni piernas

que representan a Bodhidharma,

fundador y primer patriarca del Zen.

el maestro perdió los brazos y las piernas

por estar sentado en una cueva

sin poder utilizarlos.

 

los muñecos son rojos

y tienen una cara con bigote y barba

y unos ojos peligrosamente blancos.

el dueño del muñeco es, por regla general,

un hijo de puta. solo le pinta los ojos

al muñeco cuando ha alcanzado sus deseos.

casi siempre el muñeco es varón

aunque existe una muñeca conocida

como Ehime (Princesa Daruma),

que al tener una forma oval y su centro

de gravedad muy bajo, vuelve a su estado

vertical luego de ser golpeada con fuerza

hacia los lados.

 

en Cuba

tenemos gran variedad de estos muñecos,

aun cuando no se muestren y se nombren

como tal. son vejetes que han pasado la vida

pensando en cómo resolver sus problemas

sin poder alcanzarlo.

en esa graciecita Zen han perdido la cabeza

y los brazos, y andan por ahí con una barba

y un bigote destrozado.

la gente los toma por sensibles comemierdas.

solo que no saben que ellos dieron su vida

por cumplir grandes tareas.

 

todo mi respeto a esos vejetes

que hicieron de sus noches y sus días

una perfecta historia de muñecos.

Oscar Cruz (Condado de las Bestias, Cuba, 1979). Editor. Ha publicado los libros de poesía: Los malos inquilinos (2008), Las posesiones < ... LEER MÁS DEL AUTOR