Óscar Cerruto

La mano en el teclado

 

 

 

 

LA MANO EN EL TECLADO
(y la otra en los dientes mordida)

Texto para una cantata
en memoria
de Humberto Viscarra

Qué pronto he quedado solo,

como un ciego en la tiniebla,

solo,

como esperando a nadie

(que no llega).

 

¿Pero acaso no estuve

siempre solo en la vida

vanamente esperando esa palabra

que ignoro?

 

Ni siquiera la lluvia

me hace aquí compañía.

El frío sí,

el de siempre,

el frío y la costumbre

fácil de la tristeza.

 

Parado al borde de mí mismo

a la espera

de una señal, una máscara

(que no llegan)

sabiendo

que el tiempo corre ahora

debajo del tiempo.

 

Y no hay otra presencia

que las calladas estrellas.

 

¿Por qué no invitar a la Muerte

a cenar? Buenas noches, señora.

¿Fatigada?

Arduo trabajo el suyo.

¿Le sirvo un poco de cielo?

¿Champaña, rosas,

luz lunar?

 

Comprendo que la irriten

las flores

¿Para qué flores

si, de algún modo,

allí donde usted llega

provoca tumultos

de pesados aromas

que su implacable

helada mano

casi en seguida

pudre?

 

Tal vez pueda ofrecerle

mi corazón, señora,

o mi alma, si la vida,

la horrible vida

algo ha dejado.

 

No pedí nada,

quise muy poco

les di mi vida

y eso era poco.

 

Pero también pude ver

que no toda soberbia

es victoria,

y que en el canto

canta el espíritu

con lengua

más que el bronce.

 

Sólo quería que caigan

la falsía y la ficción

y entrara el mar,

el ancho mar,

ya libre

de su cansado batallar,

en todo corazón

vejado.

 

Ah pero el arte es largo, largo,

La vida corta,

¿no es verdad, viejo Machado?,

“a nadie al final le importa”.

 

Una copa.

¿La vida es otra cosa

que una copa?

Que siempre está colmada,

que siempre está vacía.

Una copa que ríe,

una copa que llora.

 

¿No bebe usted, señora

Muerte?

¿No la tienta el demonio?

Una copa

y el mundo,

el pobre, pobre mundo,

idiota mundo idiota,

se borra como un sueño.

 

Una copa de tedio

o una copa de sueños.

 

Quería que el sol

para todos se abriera

como un árbol

de prodigio.

Que para mí se cierre

a mí solo me incumbe

y no interesa.

 

Doble desgracia

haber nacido

bajo este sol

y ser artista.

 

Una mano posada en el teclado

y otra en los dientes

mordida.

 

(Pobre país

o pobre yo,

todos nosotros,

en este inmenso

país tan nuestro

y tan ajeno.)

 

¿Por qué no fui árbol,

por qué no nube

o espuma acaso?

Fui hombre

y me olvidaron,

y luego me borraron.

¿O yo los ignoré

y así los expulsé

del mundo?

 

Pobres todos nosotros.

 

Ahora todo ha callado.

La muerte cerró la puerta

y estoy de nuevo solo.

 

Las plazas y las calles,

la oscura calle sola.

El piano, la mesa,

mis bufandas.

 

Sólo con lo dicho,

lo que dejo dicho

como herencia atareada

y fugaz.

 

¿O ha sido todo un sueño,

una centella irreal

que la Muerte sostiene entre los dedos,

nada más?

 

[De Reverso de la transparencia, 1975]

 

 

 

Que van a dar a la noche

 

Cada uno muere solo

con una rosa en la sien

o pasajero

en un carro de llamas

solo

en ese acto

que nadie comparte

donde cae

la soledad sobre la soledad

y ese silencio

de nieve

por el que van

por el que irán siempre

los incomunicables

prendida

en el pecho

la sentencia de olvido.

 

[De Estrella segregada, 1973]

 

 

 

Casa de Lope

Parva propria magna
Magna aliena parva.

¿No he pisado antes este suelo?

¿No he sido yo el que ha plantado

junto al brocal del pozo

esa aspidistra?

Cuántas edades tiene

si fue mano

la que le dio vida

la formó

como obra de mi aliento.

 

Calle de los Francos

todavía

salobre de mis lágrimas

piedras de mis entrañas

dolidas

por diligencia

del agravio.

 

Ah vosotros fantasmas

más vivos que la vida

sostenidos

por su amor que os permite

bullir en aposentos

y braseros.

 

Qué solo estoy

Antonia Clara

qué amargo rey

con mis memorias

y este dolor

por ti humillados.

 

Los cuervos de la tarde

graznan ya en las torres

de las Trinitarias.

Campanadas

que la hora tiñe

de presagios.

Afanes de muerte me consumen.

Clamo

el eco me responde y con

mi propia voz

me desengaña.

 

No sangre

miedo por mis venas sangra.

Ya es noche

noche larga.

Artificios del mundo

ingratitudes

menos sois que soflama

de pavesa.

El hombre es nada

hombre solamente

aunque la fama a cumbres

de fulgor lo exalte

si el vejamen del vivir todo lo iguala.

 

[De Estrella segregada, 1973]

 

 

 

El pozo verbal

 

Nada se sabe

pero las palabras

se conjuran

hostiles

chillan y se acuchillan

saltan en el aire

lo infestan

movilizan llamaradas

como ráfaga de toros

como tizones vivos

que caldean

la pedana del escándalo.

 

Una sola palabra

la no pronunciada

porque en ella está

inscrita 

la dispersión de lo que amas.

 

Las palabras te ensalzan

te festejan

te miman

te enjoyan

te besan las manos

luego te muerden.

 

Las palabras te encumbran

te glorifican

te esmaltan con azúcares

te visten de luz

te visten de flores

luego te escupen.

 

Las palabras te calzan de oro

te coronan con laureles

te reverencian

te abruman de lisonjas

luego te lapidan.

 

Las palabras te santifican

te cantan alabanzas

te levantan en el aire

¡qué alto vas!

luego te entierran.

 

[De Estrella segregada, 1973]

Óscar Cerruto (1912-1981). Uno de los mayores poetas bolivianos, además de narrador, periodista y diplomático. En poesía, publicó Cifra de las Ros ... LEER MÁS DEL AUTOR