Oliverio Girondo

Apunte callejero y otros textos

 

 

 

CROQUIS DE ARENA
 
La mañana se pasea en la playa empolvada de sol.
 
Brazos.
Piernas amputadas.
Cuerpos que se reintegran.
Cabezas flotantes de caucho.
Al tornearles los cuerpos de las bañistas, las olas alargan sus virutas sobre el
aserrín de la playa.
 
¡Todo es oro y azul!
 
La sombra de los toldos. Los ojos de las chicas que se inyectan novelas y
horizontes. Mi alegría, de zapatos de goma, que me hace rebotar sobre la arena.
 
Por ochenta centavos, los fotógrafos venden los cuerpos de las mujeres que se bañan.
 
Hay quioscos que explotan la dramaticidad de la rompiente. Sirvientas
cluecas. Sifones irascibles, con extracto de mar. Rocas de pechos algosos
de marinero y corazones pintados de esgrimista. Bandadas de gaviotas, que
fingen el vuelo destrozado de un pedazo
blanco de papel.
 
¡Y ante todo está el mar!

 

 

 

APUNTE CALLEJERO

En la terraza de un café hay una familia gris. Pasan unos senos bizcos
buscando una sonrisa sobre las mesas. El ruido de los automóviles destiñe
las hojas de los árboles. En un quinto piso, alguien se crucifica al abrir de par
en par una ventana.

Pienso en dónde guardaré los quioscos, los faroles, los transeúntes, que se
me entran por la pupilas. Me siento tan lleno que tengo miedo de estallar…
Necesitaría dejar algún lastre sobre la vereda…

Al llegar a una esquina, mi sombra se separa de mí, y de pronto, se arroja
entre las ruedas de un tranvía.

 

 

EXVOTO

Las chicas de Flores,
tienen los ojos dulces,
como las almendras azucaradas
de la Confitería del Molino,
y usan moños de seda
que les liban las nalgas
en un aleteo de mariposa.

Las chicas de Flores,
se pasean tomadas de los brazos,
para transmitirse sus estremecimientos,
y si alguien las mira en las pupilas,
aprietan las piernas,
de miedo de que el sexo
se les caiga en la vereda.

Al atardecer,
todas ellas cuelgan
sus pechos sin madurar
del ramaje de hierro de los balcones,
para que sus vestidos
se empurpuren al sentirlas desnudas,
y de noche,
a remolque de sus mamás
-empavesadas como fragatas-
van a pasearse por la plaza,
para que los hombres
les eyaculen palabras al oído,
y sus pezones fosforescentes,
se enciendan y se apaguen como luciérnagas.

Las chicas de Flores,
viven en la angustia
de que las nalgas se les pudran,
como manzanas que se han dejado pasar,
y el deseo de los hombres las sofoca tanto,
que a veces quisieran desembarazarse
de él como de un corsé,
ya que no tienen el coraje
de cortarse el cuerpo a pedacitos y arrojárselo
a todos los que pasan por la vereda.

 

 

CORSO

La banda de música le chasquea el lomo
para que siga dando vueltas
cloroformado bajo los antifaces
con su olor a pomo y a sudor
y su voz falsa
y sus adioses de naufragio
y su cabellera desgreñada de largas tiras de papel
que los árboles le peinan al pasar
junto al cordón de la vereda
donde las gentes
le tiran pequeños salvavidas de todos los colores
mientras las chicas
se sacan los senos de las batas
para arrojárselos a las comparsas
que espiritualizan
en un suspiro de papel de seda
su cansancio de querer ser feliz
que apenas tiene fuerzas para llegar
a la altura de las bombitas de luz eléctrica.

 

 

OTRO NOCTURNO
 
La luna, como la esfera luminosa del reloj de un edificio público.
 
¡Faroles enfermos de ictericia! ¡Faroles con gorras de “apache”, que fuman un
cigarrillo en las esquinas!
 
¡Canto humilde y humillado de los mingitorios cansados de cansar! ¡Y silencio
de las estrellas, sobre el asfalto humedecido!
 
¿Por qué, a veces, sentiremos una tristeza parecida a la un par de medias
tirado en un rincón?, y ¿por qué, a veces, nos interesará tanto el partido de
pelota que el eco de nuestros pasos juega en la pared?
 
Noches en las que nos disimulamos bajo la sombra de los árboles, de miedo
de que las casas se despierten de pronto y nos vean pasar, y en las que el
único consuelo es la seguridad de que nuestra cama nos espera, con las

velas tendidas hacia un país mejor.

 

(De Veinte poemas para leer en un tranvía, 1922)

 

 

Oliverio Girondo (Argentina, 1891 ­- 1967). Poeta adherido a la corriente del ultraísmo. Fue colaborador de las revistas que marcaron tendencia vanguardist ... LEER MÁS DEL AUTOR