Olga Orozco

(Argentina, 1920 – 1999). En sus “Anotaciones para una autobiografía” Olga Orozco dice: “Con sol en Piscis y ascendente en Acuario, y un horóscopo de estratega en derrota y enamorada trágica, nací en Toay (La Pampa), y salí sollozando al encuentro de temibles cuadraturas y ansiadas conjunciones que aún ignoraba”. Desde su primer libro, desde su magnífico primer libro (Desde lejos), se anunciaba -como en el caso de Alejandra Pizarnik- una poeta notable y distinta. Desde la primera vez que leí Desde lejos (creo que la recomendación fue de José Emilio Pacheco) quedaron en la sangre, como una música lejana y honda, poemas como “Para Emilio en su cielo” y “La casa”.

Misterio y oscuridades son raíz en la obra de Olga Orozco. Una poesía donde mensajes, signos, jeroglíficos buscan su luz. Donde se aspira a Dios, pero la poeta argentina sabe que “el despeñadero del destino camina conmigo”. En el sueño de la poesía también hablan las imágenes cifradas de los sueños de las cosas del mundo y el sueño de la muerte.

Entre sus libros se encuentran: Desde lejos (1946), Las muertes (1952), Los juegos peligrosos (1962), La oscuridad es otro sol (1967), Museo salvaje (1974), Cantos a Berenice (1977), Mutaciones de la realidad (1979), La noche a la deriva (1984), En el revés del cielo (1987), Con esta boca, en este mundo (1994). También trabajó como periodista, crítica y actriz teatral y fue redactora de la revista Claudia. Hay una Casa-Museo en su pueblo natal que lleva su nombre.