Odiseas Elytis

Días despejados

 

(Traducción al español de Manuel González Rincón)

 

 

Los labios perfumados
del día besan
la frente en reposo
del mundo habitado.
Andreas Kalvos

 

 

I

Un nombre refrescante como criado en el mar
O habitado en su pecho por azul primavera
Trae el mundo a nuestro lado. Y es el día
Que gestó el Orto en su íntimo seno
Olvidando las lágrimas
Mostrando en las cuencas de sus ojos
Trizas terrenales de felicidad.

 

 

II

Cielo purasangre
Dedos que el riachuelo arrebató
A su paso por el sueño
En las tiernas ramas del laurel
Yace desnudo el día.

 

 

III

La fulgente sensación se graba en los ojos
Materia sublevada de la tierra
Plano del aire superior
Oh, deleitoso viaje

Cada momento es un paño que muda su color
Y nadie
Nadie es el mismo
En el idéntico intervalo.

 

 

IV

Reluce dorado el afán del verano la justa
Hipóstasis del sol. ¡Espigas
Semblantes desnudos
Abrasados en la pasión!

Y la llanura se agita el Amor
Se agita el mundo secreto

Límpido himno de la vida.

 

 

V

Las jóvenes que pisaron las pocas
Palabras engrandecidas del sol
Se echaron a reír. Y qué movimiento
En las blancas lilas
En los follajes que ignaros
Cubrían las malas gestas de las sombras
Las ocultas gotas en nupcias

¡Sueños recién desposados! No los repudia el tiempo
En cuyo bozo encuentran su propia imagen.

 

 

VI

Menguan en los ojos los hogares de las aves
Luz de nuevo luz el alma que lucha
Orgulloso estrépito lejos del mundo
Arma y vigor

Y la verdad un puñado de agua
Clara antes de la sed
En el infinito.

 

 

VII

La uva aquella que ansiaba el alma
Henchida de impasible aire
El curso del verano
En los pinos y en las olas
Un amor blanco y añil

De horas desnudas
Que sostienen en sus dedos la existencia
Sinuosa
Deshojada
Libre
Como luz

En los anchos aposentos interiores.

 

 

VIII

Una cabalgada por las nubes
Un cuarto donde se desvistió la joven amada
Un ramillete de días tras la lluvia
El sol
Yo
Que cavé tantas noches para sorprenderlo
Dando un empujón a la indudable
Felicidad

Sí, el fragmento de primavera
Me deja el corazón
Me deja el hechizo
De sentirme siempre lejos mientras envejezco aquí

Oh, rendida fragancia
Tallo frío hijo del agua
Sendero bondadoso.

 

 

IX

Los cisnes agitan los nombres fontanales del tiempo
Las horas entretejen mis manos en el alba
Cual arco que tensan al paso de cada quimera
Y juegan como juego yo
Y se acaban esfumando

Llegan las esperanzas.

 

 

X

A pecho descubierto contra la corriente
Pez que busca transparencia en otro clima
Mano que dejó de creer en nada

No soy hoy como ayer
Las veletas me enseñaron a sentir
Me consumo por las noches, vuelvo las alegrías del revés
Esparzo el olvido abriendo un palomar
Huyendo por la puerta trasera del cielo
Sin habla en la mirada
Como niño que esconde un clavel
Entre sus cabellos.

 

 

XI

Sin cristal en este rocío que llora
De alegría sin acacias en primavera
Mimosa que confía hoy su follaje
A la sombra toda de mi hálito
Mañana
Risa desatada
En un pañuelo que perdió sus cuatro puntas
Dispersa soledad.

 

 

XII

En el riachuelo asoleado
Como epíteto diario
Habla la alondra
Sin saber siquiera cómo fue
A vivir en un paseo interminable
Cómo bebió tantos instantes matutinos
Y cómo rasga con su destello
La eternidad.

 

 

XIII

Día a la deriva
Balsa con manos en vigilia
Tocando las nubes
Como velas
Como prodigios
De gaviotas que elevaron hasta allí su doncellez
Iluminando las esperanzas con pequeños corazones humanos

Oh, juventud
Estipendio del sol
Sanguíneo momento
Que incapacita a la muerte.

 

 

XIV

Aves de los mil colores
De los entusiasmos
Livianos estíos
Techumbres que casi rozan el cielo
En su cercanía

Vaciaremos los cántaros
Nos volveremos de azul intenso
Donantes del piélago.

 

 

XV

Mocedad del día fuente primera de la dicha
El viejo mirto agita su bandera
Se expondrá a la luz el seno de las alondras
Y una canción penderá en el aire volandera
Sembrando las bruñidas cebadas del fuego
A los cuatro vientos

Liberando la belleza terrenal.

 

 

XVI

Florecen, sí, los manzanos
Con un hálito de música entre sus hojas
Lacrimantes formas de frutos penden al vacío
Delicadas
En el agua silente de la pila bautismal del sol

Sí, adornaremos la tierra
Apuraremos el día
Ulularemos
En el pecho de la madre verdadera.

 

 

XVII

Así habla la pequeña de sangre azul
Que surgió de una concha con labios de rocío

Rubia amiga del mar.

 

 

XVIII

Una larga devoción espera su día venidero
Aprieta contra su pecho los árboles sus hijos
Contempla la futura cosecha
Hojas frutos flores sueños de frondoso ramaje

Habrá lluvias y vientos para cultivarlos
Habrá valles que les den reposo
Y para compadecerlos un corazón profundo.

 

 

XIX

La carne del sauce el atávico fuego de la juventud
El habla inexplotada de la fragancia de la tierra
La raíz la chispa el relámpago la nube

Cava interminable alegre y sudorosa
En los yacimientos del corazón
En las ensangrentadas entrañas del dolor
Travesía por las angosturas del recuerdo
Más lejos cada vez más lejos más allá
Hasta donde el desierto desdibuja su apariencia.

 

 

XX

Sedimento de música
En los lechos de las violetas
Tierra humedecida por un
Antiguo ensueño de siete colores

Apenas se oye a lo lejos
El pálpito de un corazón
Y sus ingenuos anhelos
Surtidores de crisantemos.

 

 

XXI

Qué feliz encuentro
La rosa y la espita del día
La innata pasión y la apoteosis
Cada cosa encendaja de alegría
Cada cosa mano de Anunciación
Alba grandiosa ungida de cal
En el amaraje del sueño primero
Gárrula llama temblorosa
Salida
A la libertad de los lirios en la intemperie.

 

 

(De Orientaciones, 1940)

 

Odiseas Elytis (Grecia, 1911 - 1996). Poeta, ensayista, traductor y pintor. Pertenece a la "Generación del 30" que renueva la poesía griega, acogiendo el ... LEER MÁS DEL AUTOR